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Elche/Elx, Alacant/Alicante
La Torre de la Calahorra defendía el acceso a la villa amurallada. Para el musulmán era preceptivo pasar primero por el cementerio; luego, por los baños, para entrar a la ciudad y a la plaza por la puerta Lucetina, custodiada por la Torre de la Calahorra. Levantada entre los siglos XII y XIII, de planta rectangular y estilo almohade, está en pleno centro histórico. El legado del que nos hace partícipes está formado por la casa señorial y el almudín en el sótano, construidos en el siglo XVI por orden del Consell para almacenar el trigo; así como por la escalera señorial, que conduce a las salas donde contemplar obras pictóricas de los siglos XVI y XX de autores valencianos e ilicitanos. Y si estuviéramos en el siglo XIX y principios del XX, como buenos burgueses, comeríamos en la sala neonazarí, con los frescos de Espí Carbonell, en los que se mira la rambla, en 1912, sin el puente Canalejas.
La masonería ilicitana tuvo su impronta en esta torre y buena muestra de ello es una de las salas existentes en la torre, que fue sede de la logia fundada por el marqués de Lendinéz, en 1878, con la máxima de moralidad, justicia y fraternidad, dejándonos frescos en los techos y paredes y símbolos en el suelo. Desde la terraza de la torre, la vista deja boquiabierto: el casco histórico, la cúpula de la basílica y el Convento de la Merced.
