Compartir

{{title}}
{{buttonText}}

Yacimiento del Cerro de la Botinera

Algodonales, Cádiz

Si fueras un íbero-romano de hace 2.000 años, asentado en la Bética, al sur de la península, y encontrases un paraje en donde el agua brota en abundancia y la tierra es fértil y generosa, ¿no te prepararías para defender ese suelo con uñas y dientes? Pues eso es más o menos lo que hicieron los primeros habitantes estables del territorio de Algodonales (Cádiz): instalarse en un poblado fortificado en el Cerro de la Botinera, a cuatro kilómetros del pueblo actual y a una altura de 533 metros sobre el nivel del mar, donde la defensa del asentamiento era más fácil.

El yacimiento de ese poblado fortificado ha llegado hasta nuestros días  y un recorrido tranquilo por sus restos te revelará muchos más detalles. Sus molinos de mano para moler su trigo te dirán, por ejemplo, que sus habitantes supieron sacarle bien el jugo a la tierra de Algodonales, y el pie de presa de aceite aún conservado cuenta que no eran ajenos al valor de los olivos gaditanos.

Pero a tus pies, en medio de la pradera del cerro, emergen otras construcciones del suelo: las cisternas para almacenar el agua de lluvia, o una parte de los muros de sillar y del opus signinum, el material que cubría su suelo…  No hace falta ser un experto para notar que hace ya veinte siglos en el Cerro de la Botinera, además de agua, fluía mucha vida.

Información de contacto