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Palencia, Palencia
Como si fueran parcelitas o teselas ficticias, los trazos de colores suaves y terrosos de las pinturas muestran las tierras de Palencia, la Tierra de Campos. Cada obra, un retrato de la inmensidad de los campos de Castilla, temática hacia la que el pintor palentino Juan Manuel Díaz Caneja hubo de dedicarse para poder vivir, para poder pintar en los tiempos de la posguerra, "terriblemente duros y desconcertantes", en sus propias palabras.
El museo Fundación Díaz Caneja, con amplias salas que parecen engullir todo lo que allí se exponga, cuenta la vida pictórica de un heredero del cubismo, del París donde Picasso vivía y Gómez de la Serna exportaba al barrio del Montparnasse sus tertulias del Café Pombo de Madrid. La pintura de Díaz Caneja, que conoció el éxito en España y fuera de ella, evolucionó en los últimos veinte años de su vida, de forma que mientras desaparecieron líneas, otras pasaron a ser sólo evocaciones.
