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Como cruzando la alfombra roja de un gran teatro, recorremos la pasarela de madera que nos lleva hasta la playa de Ses Salines (Ibiza). Con un escenario de arena fina y blanca y un agua clara y transparente como telón de fondo, este entorno natural ofrece al visitante todo un espectáculo de bronceados y fabulosos cuerpos que hacen de esta playa la más animada y famosa de la isla. Comenzamos, tranquilamente, tumbamos en la toalla viendo disfrutar a las familias y los niños en la zona de juegos que hay dentro del agua. Pasado un rato, por cierto muy agradable, comienza un desfile de apuestos jóvenes que, con un espectáculo de baile, al ritmo de la música dance de los chiringuitos y bares de alrededor, venden a los bañistas las entradas y descuentos de las discotecas más famosas de la ciudad. Cambiamos de butaca, de la toalla a la tumbona del chiringuito, desde donde podemos ver el espectáculo de los camareros llevando las bebidas y aperitivos a los yates anclados en las aguas de Ses Salines. En el descanso de esta “obra playera” nos disponemos a estirar las piernas paseando por un sendero rocoso, rodeado de pinos y sabinas. Al fondo de ese camino, divisamos la torre de Ses Portes, una edificación vigía que servía como defensa en la entrada de la isla. Durante nuestro recorrido, además de disfrutar del entorno del parque natural de Ses Salines, encontramos pequeñas calitas donde se puede practicar el nudismo. De vuelta del paseo, decidimos participar en el espectáculo playero y coger una tabla de windsurf para surcar las tímidas olas del Mediterráneo. Al acabar cogemos nuestras gafas de buceo y nos sumergimos entre las bambalinas de la playa para ver la Posidonia Oceánica, una planta acuática que ondula entre las turquesas aguas ibicencas. Como veis, visitar Ses Salines es igual que disfrutar de una gran “obra de teatro playera” para todos los públicos.