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El reciente aluvión de nuevos soles Repsol constata un momento feliz para cocineros y gourmets. Hay cinco nuevos 3 Soles, 23 con 2 Soles y 53 que estrenan 1 Sol. Una verificación de varios factores que muestran la fortaleza de la mejor gastronomía patria que, ahora sí, llega a todos los bolsillos, a todos los paladares, a todos los gustos y manías… Porque nunca en la historia se había comido tanto ni tan bien por estos lares y además de forma tan variada: en barra, en mesa y con mantel, en mercados, fusionando sabores o rescatando recetas añejas…
En el mapa se refleja este aumento exponencial de galardones y aparecen varios motivos. Uno de ellos es la excelente preparación de los equipos. Pulula mucha información libre para los autodidactas y cada vez más recursos al alcance de cualquiera. Sin embargo, se nota que ya han madurado las hornadas salidas de las escuelas de cocina y se han sumado a proyectos en marcha o incluso montando su propio negocio. Muchos atesoran ese tour de prácticas en comedores de postín, como una formación en las trincheras de la vanguardia que sirve para encontrar después una voz propia en un panorama muy competitivo.
Así, hay casos como el del chef Paulo Airaudo que besó las mieles del triunfo a los pocos meses de abrir con 'Amelia', en San Sebastián; o que la joven cocinera murciana, María Gómez, bregada con primeros espadas como Arzak, Ferran Adrià y Arguiñano, haya puesto su restaurante 'Magoga' en el atlas gastronómico y se haya alzado con el segundo premio al Cocinero Revelación Madrid Fusión 2019. Pero es que además, la democratización de la alta cocina ya es un hecho, así que el nivel ha subido mucho en la franja del ticket medio.
Algunos productos valen lo que valen, nadie lo niega: chuletones de vaca vieja, rodaballo a la parrilla, mariscos, platos con trufa blanca, exquisiteces que por muchos cálculos que haga un restaurador resultan difíciles de meter en la carta sin que el precio dañe la vista. Sin embargo, ahí está Martín Berasategui, que podría seguir con sus platillos volantes planeando sobre el resto de los mortales, pero ha abierto una línea para todos los bolsillos sin traicionar su cocina.
Su ejemplo más claro es el 'Eme Be Garrote', en Donosti, una preciosa sidrería al modo euskandinavo (como dice el chef David de Jorge) donde se pueden degustar las hechuras top con muchos platos en medias raciones, o en la otra punta y en otro estilo, en la Marbella malagueña, otra muestra, 'Lobito de Mar', de Dani García, donde, sí, uno se puede zampar un lenguado a la brasa y saquear la cartera, pero también probar un montón de raciones y tapas a precios asequibles.
Porque en esta democratización del buen comer, la tapa tiene mucho que decir. Oasis para fans de los pequeños grandes bocados es este nuevo Sol de Repsol llamado 'Taberna Verdejo', en Madrid, donde Marian Reguera y Carmen Moragreja han hecho de algo tan nuestro como los escabeches pura artesanía. Y no muy lejos de allí una compañera, Rebeca Hernández, borda los cangrejitos crujientes en 'La Berenjena de Chamberí', aunque su carta da para pegarse un festival.
Se tapea en todas partes y se tapea bien. En Huesca, sin ir más lejos, Tonino Valiente, en 'Tatau', maneja un recetario de alta cocina con mucho producto de proximidad, al que da salida en pequeño formato. Mientras, en 'Echaurren', el maestro Francis Paniego no puede quitar de la carta las croquetas por riesgo de motín popular. Lo clásico aún tiene tirón. Si no que se lo digan a otro distinguido con 1 sol Repsol, 'La Pondala', en Gijón. Un premio a la constancia de una casa centenaria y tradicional.
Otro mantra repetido hasta la saciedad es: producto, producto y más producto. Trabajar con buenas materias primas empieza a ser algo innegociable para muchos chefs y eso ha subido el listón de las propuestas. Algunos, como César Martín, son verdaderos talibanes del buen género. Para surtir la despensa de su restaurante, 'Lakasa', cuenta con más de 160 proveedores en nómina. En Cádiz, 'Cataria', la sucursal del restaurante vasco 'Elkano' en tierras gaditanas, se empeñan cada día en meter el paisaje culinario del Estrecho en una parrilla: acedías, borriquete, mero de profundidad…
Porque somos un país con mucho mar. Antes la maestría con los pescados parecía patrimonio de gentes del norte y de la costa, sin embargo, han surgido verdaderos templos del pescado que se suman a los ya consagrados: 'Estimar' de Rafa Zafra, 'Kaia Kaipe', 'Marea Alta', 'Morales', 'El Rodat' de Nazario Cano, son muchos comedores donde sacan las esencias oceánicas y además transmiten conocimiento a los comensales.
Porque cuanto más se adentran las mentes y los estómagos en el hecho culinario, más se dan cuenta de lo mucho que queda por aprender. La Guía Repsol también premia la labor de aquellos que vuelven su mirada al pasado para recuperar recetas o de aquellos y aquellas que indagan en el acervo local para sacar a la luz joyas desconocidas como el chef Fran López, de 'Xerta', que hace de descubridor de las ricas Terres de l’Ebre.
Otro que ha llevado más allá su condición de chef es José Ignacio Jauregi, de 'Maskarada', Navarra, quien ha logrado recuperar la raza de cerdo vasco (Euskal Txerri) y además los cría, vende sus derivados, y los cocina en su restaurante. Por su parte, Pedro Sánchez, de 'Bagá', guisa para poner a Jaén en el imaginario foodie con producto fresco y de cercanía, al igual que hacen en 'Bardal' o en 'Raíces', donde Carlos Maldonado pone en valor el producto de su tierra con su aire más mestizo.
Crecen los Soles Repsol porque hay muchos restaurantes y muy buenos. Fusionando al modo 'StreetXO', 'La Candela restò' o 'Nakeima', oficiando como verdaderos samuráis como en 'Kappo', de Mario Payán, haciendo filigranas con la huerta como en 'El Invernadero', de Rodrigo de la Calle, o laberintos temáticos de cocina creativa, en el caso de 'Enigma', de Albert Adrià. La cuestión es que la diversidad y la calidad crecen a todo trapo. Ahora solo falta marcar un punto en el mapa y reservar.
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