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La cocina de Ricardo Sostres ha conseguido poner en el mapa gastronómico a Pancar, un pequeño pueblo asturiano de apenas 300 habitantes que presume ahora de tener un restaurante con 2 Soles Repsol y 1 estrella Michelin: 'El Retiro'. Curtido junto a cocineros como Manolo de la Osa ('Las Rejas') o Nacho Manzano ('Casa Marcial', 3 Soles Repsol) el chef asturiano encumbra los productos de su tierra y los transforma, con gran sensibilidad, en platos creativos que juegan con los sabores y las texturas. Destacan su jugo de fabes rojas con crestas de pitu caleya, pulpo de pedreru y remolacha; el pato a la brasa con algas y una emulsión de mejillones en escabeche o el guiso de oreja asturcelta con carabinero en dos servicios. La temporalidad y la lonja de Llanes mandan siempre en la carta de Ricardo.
Merece la pena hacer una escapada hasta Getaria, la meca del rodaballo, para descubrir este asador dirigido por Igor Arregi, abierto hace más de medio siglo. La ubicación de 'Kaia Kaipe' (2 Soles Repsol) no podía ser mejor: frente al puerto –antiguo ballenero– y las aguas del Cantábrico, su gran despensa marina. Ocupa un antiguo almacén de sal y desde sus ventanales se observa la vecina Zarautz y el arranque del Monte San Antón.
En su carta, presumen de platos como el bogavante flambeado con mantequilla y whisky, los chipirones 'a lo Pelayo', las kokotxas de merluza a tres estilos: parrilla, rebozadas y en salsa, y por supuesto su excelente rodaballo a las brasas. Aquí todo lo que sale del mar va directo a la parrilla.
Otro restaurante que ha llevado 2 Soles Repsol a un pequeño pueblo de apenas 200 habitantes es 'Rivas'. Este restaurante familiar, capitaneado por Juan Manuel Rivas y Ana Rosa Cuadrado, se encuentra en Vega de Tirados, a 20 kilómetros de Salamanca. Su cocina se basa en el recetario tradicional, aunque adaptado a los nuevos tiempos con planteamientos más modernos. Las legumbres, los ibéricos y la carnes a la parrilla son sus productos estrella. De ahí que se haga imprescindible probar las lentejas escabechadas, los garbanzos pedrosillanos con boletus o el guiso de calamar y oreja de cerdo. Para los carnívoros, hay chuletas de vaca a la brasa y carrilleras estofadas con vino de Toro. Al igual que su cocina, el edificio fusiona dos espacios diferenciados: el clásico bar de pueblo con un edificio moderno donde están los salones.
No es fácil llegar al 'Asador Landa', pero sí reconfortante. Situado en una calle del viejo Mendaro, hay que conducir hasta uno de los valles más hermosos del País Vasco: Aranerreka. Un entorno natural cuya belleza abre aún más el apetito. El restaurante, que estrena 1 Sol Repsol, ocupa una antigua fonda que servía comida caliente y económica a todo el que se acercaba. La guisandera Teófila Muguruza regentaba entonces los fogones, con su trato campechano. Hoy son sus hijos Axier y Juan Mari los que llevan las riendas de este negocio que han convertido en un lugar de culto gastronómico en Gipuzkoa. Culpa de ello la tiene su género de primera calidad, donde el pescado y el marisco son los auténticos reyes. Imprescindible probar el rodaballo a la parrilla, la lubina de anzuelo, la chuleta de vaca, las cigalitas rebozadas, los hongos con foie y huevo escalfado, la sopa de pescado o alguno de sus buenos embutidos ibéricos. Cocina sencilla y anclada en el recetario vasco tradicional.
Perdido en medio de la verde campiña de La Bien Aparecida y con unas bonitas vistas de pájaro sobre el río Asón, 'La Solana' es uno de esos restaurantes donde el entorno te cautiva mires por donde mires. Nacho Solana lo sabe muy bien y ha revitalizado el recetario cántabro para estar a la altura de la belleza que le rodea. Junto a su hermana Inmaculada Solana, son la tercera generación de este restaurante con 2 Soles Repsol que abrió sus puertas en 1940. Ambos redireccionan la propuesta culinaria del negocio familiar con una visión contemporánea, donde el sabor de los guisos de su madre, Begoña, sigue estando presente. En la carta, destacan su versión actualizada del cocido montañés, los nigiris de bocarte, los buñuelos de compango, la merluza con coles y cigala, y sus espárragos frescos con piel de leche y vichyssoise de hinojo. Todo un festín en un entorno de postal.
Que Tazacorte sea el pueblo con más horas de sol de Europa es ya todo un aliciente para volar hasta la isla de La Palma y darse un homenaje. Allí, entre plataneros y palmeras y con unas fantásticas vistas al océano Atlántico, se encuentra el restaurante 'El Sitio' (1 sol Repsol), cobijado en las estancias del 'Hotel Hacienda de Abajo', un vieja hacienda azucarera del siglo XVII. El salón palaciego lleno de vitrinas con objetos antiguos nos transporta a otra época mientras degustamos platos de la tierra como la crema de plátanos verdes con daditos de foie gras de pato, las costillas de cerdo glaseadas con trinxat de col o la macedonia de frutas con falso bizcocho de piña y helado de cardamomo. El andaluz José Gómez Galindo es el chef del restaurante. Sus viajes por el mundo empapan algunos de los platos de toques internacionales, como el tataki de atún rojo marinado durante seis horas o el lomo de alfonsiño con puré de chirivías y mojo de manzana.
"Actualizar y difundir el concepto del picoteo viajero en un pueblo de carretera". Con este objetivo, Eduardo Quintana y Cristina Cruz restauraron en 2016 una casona solariega de montaña del siglo XVIII en Hoznayo, su pueblo natal. De ahí nació 'La bicicleta' (1 sol Repsol, 1 estrella Michelin), un restaurante con cocina vista y barra de pintxos que ya se ha convertido en una parada gastronómica casi imprescindible para los viajeros que circulan por la A8 o por la M-634. En cocina, Eduardo y Cristina se decantan por platos emocionales y muy visuales que hunden sus raíces en el recetario tradicional cántabro y vasco. En su carta manda el entorno y la temporalidad. Proponen desde un bacalao Giraldo, con su brandada, pilpil de aceituna kalamata y sus callos estofados, a un ravioli de cigala con salsa de sus cabezas y aceite de albahaca, un pulpo de roca en escabeche y jugo de azafrán y un solomillo de Tudanca con pimiento asado, queso del valle de Liébana y patata, entre otras delicias.
Entre bosques de robles, hayas, avellanos y acebos, el cerdo pío negro (Euskaltxerri) campa feliz por los prados de Lekunberri, en Navarra. Allí, José Ignacio Jauregui ha logrado recuperar esta raza autóctona, a la que rinde homenaje en su restaurante 'Maskarada' (1 Sol Repsol). Su cocina, sencilla y sin extravagancias, tiene como protagonista absoluto a este porcino en platos como el lomo con pimentón de Espelette, el tocino belarra con trufa, la panceta con pimienta y garbanzos tiernos o el cochinillo cocinado durante 14 horas a 70 grados de temperatura. Una cocina sin florituras, pero donde la exigencia es máxima cada día. El restaurante es solo el culmen del trabajo de Jauregui, que además cría, transforma y vende el producto final en la tienda que hay junto al restaurante. Todo al pie de su granja. Larga vida al cerdo vasco.
'Tradición' es el restaurante más veterano del chef Francis Paniego, en Ezcaray, el hermano mayor de 'El Portal de Echaurren' (3 Soles Repsol). Uno al lado del otro, bajo el mismo techo, irremediablemente unidos como el legado de Marisa Sánchez al trabajo de su hijo Francis. Llevan más de medio siglo de historia y siguen atrayendo a cientos de devotos a esta casa de cocina para saborear sus croquetas aterciopeladas, sus cazuelitas de caparrones con chorizo, panceta y sus piparras o los callos con morros de ternera a la riojana. Los pimientos de cristal caramelizados, con huevo a baja temperatura y patatitas y el pastel de requesón con crema helada al licor de hierbas que hacen los monjes del cercano Monasterio de Valvanera son otros dos platos de la carta que hay que probar sí o sí. Entre diaro ofrecen un lustroso menú.
Tras su aventura en Madrid con 'Adunia', Manolo de la Osa regresa a su tierra para centrar todo su talento en su casa de toda la vida, 'Las Rejas'. Abierto en 1983 en el pueblo de Las Pedroñeras, el restaurante renace convertido en una taberna gastronómica que ya luce 1 Sol Repsol y 1 estrella Michelin. El chef conquense se inspira en las viejas recetas manchegas que aprendió de sus dos abuelas y su madre para elaborar una carta creativa e ingeniosa adaptada a la cocina del siglo XXI, en la que todo baila en torno al mejor producto. Sopa de ajo morado de Las Pedroñeras, lechona confitada con salvia y canela, ostras con jugo de perdiz o pisto con lomo de orza son algunas de sus propuestas. Cocina tradicional vestida con traje contemporáneo.
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