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Nos aproximamos al parque municipal de bomberos de San Sebastián y dos camiones abandonan las instalaciones pisando acelerador con las sirenas encendidas. Seguramente el motivo de la salida será un incendio, un rescate, un retén preventivo o una asistencia técnica, bien sea un desprendimiento de fachada, una mancha de aceite en la vía pública o un nido de avispa asiática. Causas habituales, aunque realmente hoy no es un día más, es el martes previo a la celebración de la esperada gala de Guía Repsol en la capital guipuzcoana…
Normalmente la jornada de 24 horas trascurre así en la base de Intxaurrondo: a las dos se pasa lista, se repasan novedades y distribuyen puestos; los profesionales revisan su equipo personal y los vehículos; se realizan maniobras de entrenamiento y perfeccionamiento, bien de extinción, cuerdas o rescate químico; hay un tiempo para ocupar el dormitorio; se realizan nuevas maniobras; y llega la hora obligatoria de educación física con un monitor.
Esta mañana, en cambio, hay más gente de lo habitual, huele de maravilla y el centro del hangar lo ocupan cuatro grandes mesas corridas y asientos para 80 personas, mientras seis ollas borbotean y humean a su lado. Hoy no se come de tupper, y nadie utilizará la cocina industrial a disposición de los cocinillas, hoy se comen alubias preparadas en putxera.
Las paredes de fondo de este comedor improvisado son grandes camiones rojos dotados de escalera extensible, bomba de agua y manguera, y las alacenas y percheros de este peculiar 'restaurante' no guardan cuberterías y vajillas, sino extintores y trajes ignífugos. Los comensales, claro, son los bomberos de esta base y otros de la Diputación de Álava que se han acercado a realizar unas prácticas y aprovechan con alegría para comer las delicias preparadas por los entusiastas de la Kofradia de la Putxera - Olla Ferroviaria de Balmaseda (Bizkaia): alubias rojas, sus sacramentos (chorizo, morcilla, tocino, costilla de cerdo y piparrak) y arroz con leche.
Al mando de la batería de las putxeras está José Ángel Sarachaga, responsable del bar restaurante 'Pintxo i Blanco' (Balmaseda), las alubias cocinadas son de la variedad negra de Tolosa, cosechadas en Las Encartaciones, el chorizo (cocido aparte para reducir grasa) riojano, la morcilla de Gordexola, la guindilla de Ibarra y el agua mineral natural.
El arroz con leche está decorado con escenas de acción dibujadas con canela y lo ha preparado un ebanista, Juanjo Lasaga, con una máxima: "hacerlo despacio, despacio, despacio". La comida ha arrancado a la una del mediodía y pasadas las dos continúan sonando la trikitixa y el pandero, y los asistentes ya han interrumpido el banquete con más de una salva de aplausos a modo de aprobación y agradecimiento. La experiencia ha resultado un completo éxito, pues para la mayoría de asistentes ha sido su primera putxera, quienes terminan jornada o cuentan con día libre no se han conformado con un plato, y lo sobrante será aprovechado a la hora de la cena.
"¿Que si es la mejor comida que puede hacer quien tenga que cubrir una emergencia y pasar a la acción en cualquier momento? Por capacidad de aguante, sí, porque tiene energía para un montón de horas, jajaja", bromea Sarachaga, antes de reconocer que "lógicamente, a pesar de que nosotros hacemos las alubias muy suaves, no es una comida ligera".
"Los compañeros que terminan turno a las dos podrán comer más contundentemente, porque ponerse a tope de comida no es lo mejor para subir ocho pisos con los 40 kilos de material que llevan encima para sofocar un incendio", reconoce también Imanol Andonegi, director del parque. Afortunadamente, la mayoría de participantes tenía el día libre.
Guía Repsol ha iluminado así una iniciativa muy especial, enmarcada en las actividades previas a la gala del 24 de febrero, acogida con curiosidad, interés y apetito. Seguro que la experiencia ha merecido la pena, y también el madrugón. Hay que tener en cuenta que los cocineros, los embajadores de la Kofradia de la Putxera, han salido de Balmaseda a las 4:30 horas para recorrer 140 kilómetros, llegar a las seis a Donostia y prender el fuego 30 minutos después.
Todo para mayor gloria de la alubia y de ese ingenio ideado por maquinistas, fogoneros y guardafrenos del tren hullero que durante décadas transportó carbón desde las cuencas mineras leonesa y palentina a Balmaseda y a Bilbao para alimentar la pujante industria siderúrgica vizcaína.