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Arenas de San Pedro dispone de un as en la manga para atraer a los viajeros. En este municipio abulense está la segunda atracción turística más visitada de la provincia: las Cuevas del Águila. El pueblo también merece una visita -si es en verano, que sea nocturna-, por sus calles empedradas, sus puentes y castillo. Y, por si fuera poco, tiene unas piscinas naturales que son uno de los orgullos de la Sierra de Gredos. Pero entre visita y chapuzón, recordemos que uno tiene que comer y, a ser posible, hacerlo bien. Aquí van tres Soletes Guía Repsol de la localidad abulense.
Traspasar la entrada de este restaurante de Arenas de San Pedro, que da a un verdoso jardín donde ubican la terraza, significa sumergirse directamente en otro mundo. Podríamos hablar de una especie de casita de muñecas a tamaño natural. Los manteles de cuadros blancos y rojos junto a los enormes y coloridos gorros de cocinero que llevan las camareras le mantienen a uno en la ensoñación.
Solo el interior del local, donde se mantiene una decoración victoriana con toques kitsch en tonos rosados, ya merecería una visita propia de museo, si no fuera porque a 'El Marquesito' se viene a comer. Y, con seguridad, lo harás bien. Eso sí, mejor reservar porque están llenos casi todos los días de la semana, especialmente en períodos vacacionales.
Cerca del río, dos hermanas, Ana y Raquel Ardanaz, conducen este restaurante donde el menú del día juega con los platos tradicionales de la zona e incluye guiños a la gastronomía de otros países. Unos 15 euros por persona (sin incluir la bebida) y se puede comer muy bien, con un buen producto y bien tratado. Sus albóndigas de ternera en salsa, sus gazpacho de remolacha y sandía o sus calamares a la marinera merecen una mención aparte.
Este local con verdadero sabor a quesos y vinos es perfecto para tomarse el aperitivo por la mañana o hacer un tardeo a última hora del día (también para comer o cenar si a uno le apetecen tapas, tostas o raciones). El propietario, Ángel Sánchez, abrió las puertas de este establecimiento hace más de una década en la Plaza las Monjas Agustinas de la localidad, donde tiene una amplia terraza para disfrutar de las noches de verano.
Con unas 400 referencias nacionales, en esta vinoteca el espacio recuerda a un antiguo colmado por la variedad de productos, aunque la decoración está marcada por el mundo del vino, lo que incluye hasta la mesa alta hecha con una barrica.
“Tenemos de todo”, asegura Ángel mientras prepara unas tapas. “Conservas, incluidas algunas vegetales, embutidos ibéricos, quesos, algo de productos de quinta gama, de temporada... Contamos con el sello de Ávila Auténtica”, explica como sinónimo de calidad de su carta. Varían mucho las tapas y aunque no tienen cocina, sí que emplatan buena parte de sus productos, sirven bocadillos e, incluso, ensaladas. Y toma nota: este verano reinventan el local que tienen al lado, 'La Mala Vida', para un tardeo que puede acabar en juerga nocturna.
Aunque aquí también se puede desayunar (a partir de las 10) y merendar (hacen unas ensaimadas inolvidables), en Arenas de San Pedro la tradición es otra. Pocos son los lugareños que no dejan hueco después de comer o cenar para tomarse el postre en 'La Heladería Artesana'. El ritual durante las noches de verano es pasearse por la calle principal del pueblo mientras degustas una de las maravillas que Vicente Company Brotons y su mujer Yolanda Esteban llevan preparando con mimo desde 1992.
“Tenemos más de 40 sabores y todos los hacemos aquí”, asegura Vicente en su obrador mientras prepara un helado de queso fresco. Vicente, natural de Jijona, tierra de turrones y helados, decidió salir de su tierra, como buen jijonenco, para continuar con el negocio familiar que inició su abuelo. Y aunque en principio no tenían decidido el lugar exacto para el desembarco, Yolanda es de otro pueblo de Ávila, Mingorría, y eso terminó inclinando la balanza.
Son los únicos que hacen helados artesanos en el municipio y la locura son el bautizado como Arenas de San Pedro, de vainilla, chocolate y piñones; el de leche merengada o los de Oreo o Kinder. Pero si te pasas por aquí, atrévete con el Piornos de Gredos, hecho con limón, manzana, menta y chocolate blanco. Irresistible.
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