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Si hubiera que elegir un Solete de Oviedo que funcionara como guardián de las esencias de la ciudad, una buena opción sería el salón de té de ‘Rialto’ (San Francisco, 12). “Sigue igual que en la época de mi abuelo. Generación tras generación vienen a por su chocolate a la taza o su café, con un milhojas, con un pionono… Todo lo elaboramos en el obrador de arriba”, explica Franciso Gayoso, cuarta generación al mando de una confitería que arrancó en Luarca en 1926. Además de ser un punto de encuentro en el día a día ovetense, sus moscovitas han cosechado una fama que ya trasciende los límites del Principado. “Es una pasta fina de almendra marcona y chocolate, se elaboran con manga pastelera una a una igual que hace 90 años. Para el trabajo que antes hacía un pastelero ahora necesitamos 50 personas”, explica el dueño para ilustrar un fenómeno incluso abrumador.
Otra dulcería señera de la capital asturiana es ‘Bombones Peñalba’ (Milicias Nacionales, 4) que además de por sus delicias de chocolate destaca también por sus productos navideños: torta, marrón glaceé y varios tipos de turrones artesanales. Es fácil intuir la importancia que también se le da al chocolate en ‘The Chocolat’ (Jesús, 8). En forma de bombones, de tabletas con frutos rojos o con naranja, y de bizcochos. Además, es un buen lugar para probar buena pastelería de corte francés, como las madeleines de Proust. Y siguiendo el camino del dulce, se llega ‘Áureo’ (Quintana, 22), donde su café de especialidad, el cariño de su servicio y su buena bollería lo hacen el candidato perfecto para arrancar bien el día. Cerca de la plaza de América se encuentra la afamada ‘Pastelería Auseva’ (Avenida de Galicia, 11) donde la variedad de tartas y los caprichos salados ponen complicado elegir desayuno o merienda: apetece probarlos todos.
En el lado opuesto del centro de la ciudad, cerca de la plaza de la Catedral, se puede parar a gusto en ‘Albar’ (Gascona, 2). David Suárez lleva al frente de este bar-tienda desde septiembre de 2013 y explica que entre sus productos destacan “los quesos y embutidos asturianos como el chosco de Tineo, las conservas de la zona como La Polar o Remo, y elaboraciones propias como la fabada o el pote”. Todo para degustar en una de las mesas que rodean al gran tronco de roble albar colocado en el centro del local y que le da nombre al establecimiento. En el restaurante anexo a la sidrería ‘Casa Lin’ (Avenida de Colón, 14) también se puede comer buen recetario asturiano: entre sus especialidades brilla el arroz con bugre (bogavante), las patatas guisadas con pulpo, o el virrey.
Justo enfrente de la Catedral, Juan Cuesta lleva nueve años dando de comer “fabada, pote, manos de cerdo o calamares en su tinta” tanto en ‘La Taberna’ como en ‘El Llar de la Catedral’ (Plaza de Alfonso II el Casto, 8). A un paseíto se encuentra ‘El Tizón’ (Caveda, 18), donde nunca fallan los potajes ni las tortillas de patatas. En el barrio de Buenavista está ‘La Tabernilla’ (Alejandro Casona, 6): cuando Guía Repsol habla con sus dueños, acaban de volver del Concurso al Mejor Pote Asturiano. En ese restaurante del barrio de Buenavista se notan los años de experiencia tanto en los revueltos como en la carne a baja temperatura.
Otro lugar para compartir “croquetas de alguna cosina”, o calamares guisados en su tinta es ‘La Jamonería’ (Fuertes Acevedo, 21), también en Buenavista. Aunque en el casco histórico y los barrios de la ciudad se puede comer fenomenal, para empaparse de la gastronomía protagonista de este 2024 también es una buena idea salir a las parroquias de Oviedo. Merece la pena probar el cabrito asado al horno de leña de ‘Casa del Dago’ (Los Prietos, 4), en La Manjoya, la cocina casera elaborada por mujeres de ‘Casa Puyo’ (Avilés, 10) en Trubia o los callos y la fabada de Teresa Camacho, una de las mejores guisanderas de Asturias en ‘Bar Camacho’ (Anieves, 28 Bis).
La cocina japonesa tiene una presencia importante en la capital asturiana y ‘Umami’ (Jacinto Benavente, 6), ‘Meraki’ (Plaza del Paraguas, s/n), y ‘Kaisen Sushi Bar’ (Real Oviedo, 8) son buenos ejemplos. El primero está especializado en la plancha japonesa -Teppanyaki- y el segundo cuenta con terraza, plato del día y platos veganos. Y en la carta de entrantes de ‘Kaisen’ encontramos bolitas de pulpo, empanadillas de foie o carabinero con trufa.
Y de Japón viajamos a la ciudad italiana de Nápoles. “El curniciello o cuerno de la fortuna es un amuleto contra el mal de ojo napolitano” y da nombre a una de las pizzerías más auténticas de Oviedo. En ‘Curniciello Napolitano’ (Rosal, 37) el chef pizzero Daniele Cenname prepara especialidades como la Vesubio -con tomate Piennolo del Vesubio-o la Salsiccia -con salchicha fresca italiana- , pero es la de Pistacho la que quizá triunfa entre sus clientes. "La metemos al horno con la mozarella y el guanciale y luego se completa con crema de burrata y pesto y granel de pistacho", explica Cenname, que también prepara pasta fresa casera, en forma de lasaña o de raviolis rellenos de atún o carne estofada.
En la Capital de la Gastronomía 2024 se come bien pero tampoco se hace mal eso de brindar. En ‘Pagos Viejos’ (Águila, 1) se puden tomar buenos vinos escogidos frente a la Catedral, y para tomar cócteles la pista suena clara: ‘Mala Saña’ (Plaza Juan XXIII, 2). Iván Vázquez y Saúl Vega abrieron en 2016 este lugar cuyos pilares son la coctelería clásica y un ambiente divertido. “En Oviedo se asociaba ir a una coctelería a algo aburrido. En un viaje a Londres veíamos a gente bebiendo cócteles ricos y encima se lo estaban pasando bien”, rememora. Y fue así cómo se prendió la mecha. Vega habla con cariño a su joven equipo -de 19 a 39 años- y detalla algunas creaciones de la última carta: “hemos jugado con cócteles añejados en barrica o el whisky sour aligerado con leche es como si fuera agua a la vista”.
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