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El barrio de la estación de la Ciudad Condal cuenta con un buen puñado de lugares a los que volver. En ‘Terra d’Escudella’, que tiene un pasado como asociación cultural y librería, Roger Sànchez prepara un buen menú de cocina catalana que ronda los diez euros y ‘La Bodegueta de Cal Pep’ sigue siendo un buen lugar donde tomarse el aperitivo, tanto por sus vinos y vermuts como por sus tapas.
Los vecinos del barrio lo saben, así que conviene ir con tiempo. Muy cerca, en Hostafrancs, ‘Terraza Miró’ cuenta con imaginativas tapas y platos ideales para compartir. Las bravas con salsa de sobrasada y el pollo Franky, crujiente con chile dulce, son best-sellers.
Muy cerca del Spotify Camp Nou se encuentra ‘Les Corts’, un restaurante pequeño casi escondido. Hace gala de una original presentación en los platos y tapas, donde los pescados del Mediterráneo son protagonistas. También conviene prestar atención a los pescados de ‘Mà de Morter’: Josep Bonavida guisa platos tradicionales. Le ayudan dos Mireias: su madre y -en sala- su hermana. Y si lo que toca es desayunar o tomar algo por la tarde y apetece un local con gracia, ‘Bolero Bar’, que además suele contar con platos típicos catalanes.
Ir a 'Gerbard' es comer en casa aunque vivas a kilómetros de Sarrià. Si se puede, hay que elegir el arroz con ciervo. Y si se tiene suerte, quizá haya también música en directo. En cuanto a bravas, muchos dirán que no te puedes ir de Barcelona sin probar las bravas del ‘Tomás’, en algún rincón del local, entre el bullicio y la rapidez, te sueles sentir como en casa. A un paseo, Carlos Salvador cocina platos sencillos y asequibles en ‘Amaica’ tras pasar por ‘Mugaritz’, ‘Alkimia’ y ‘Gresca’.
Para descubrir la cocina sarda, pocos sitios mejores que ‘Papa e Citti’. Antes de empezar con el ragú o la fregola, se puede compartir una tabla de productos típicos de la isla. Pero si lo que se busca es un buen bocata de albóndigas, ‘Bar Bodega Can Ros’. El horario flexible y la tortilla de alcachofas caracterizan esta bodega abierta en 1970.
No muy lejos se encuentra ‘Can Kenji’, una izakaya donde las tapas japonesas se funden con la cocina mediterránea y dan como resultado platos sorprendentes como el lomo con col y kimchi o el tataki de bonito con salmorejo. En ‘Sant Joan’ se come cocina de la abuela, si la abuela fuera una experta cocinera catalana: fideuá, lomo con cebolla confitada, pudin de naranja…
‘La Bodegueta d’Horta’ ofrece vino a granel, que se puede probar antes de comprarlo, y buena selección de ginebras. En cuanto a las tapas: queso payoyo de Cádiz, ibéricos de Huelva y chistorra de Navarra. ‘Delicias’, el histórico bar que Juan Marsé puso en el mapa en Últimas tardes con Teresa allá por los 60, es la parada perfecta antes de pasear hacia los búnkeres. Y si se quiere comida casera típicamente española en un lugar muy de barrio: ‘El Mirador del Carmelo’.
El ‘Bar Navarro’, en La Prosperidat, es pura tradición. Desayunos, platos combinados y muy buen trato. Ni más ni menos. Muy cerca, ‘La Bodegueta d’en Miquel’ es un lugar al que hay que pasar, al menos, a tomar el aperitivo. Sus conservas y su vino a granel lo avalan. ‘Casa Angelita’ hace gala de buen producto con su arroz caldoso con bogavante y sus navajas y ‘La Cholita’ apuesta por la oreja de cerdo marinada, la ostra del Delta y la berenjena de shiro-miso. Muy cerca aguantan Francisco y Jose María en ‘La Esquinica’, para alegría de sus vecinos. Sus bravas o su pescado frito del Ebro le hacen un imprescindible para tapear.
En uno de los locales más antiguos del barrio de La Sagrera (San Andrés) Fran y Alexandra, vecinos del barrio, apuestan desde 2019 por la cocina casera y sencilla desde ‘La Marcelina’. La gastronomía de barrio continúa en ‘Lanto’ (El Clot), para comer a mediodía “lo que el mercado nos dicta”.
Pau Pons, Héctor Barbero y Romina Reyes regentan ‘L’Artesana’, un bar de cocina catalana popular -con imaginación- en un menú sustancioso a un precio lógico. Recomendaciones a apuntar: sus callos y la papada con navajas. También hay tapas con acento gallego en Poble Nou, las trae ‘Trébol’ con sus lacón, callos y pulpo. Y muy cerca de la Rambla, ‘Belleville’: cocina francesa, vinos naturales y tentadores postres.
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