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En Lavapiés las tabernas castizas cohabitan con pequeños locales de comida asiática, los vermús pueden duran hasta el anochecer y desde por la mañana hay gente en la calle eligiendo una cafetería en la que desayunar. Sus calles huelen a boquerones en vinagre y a tortilla de patatas, pero también a ramen de cocido y a gyozas. Por encanto, calidad y vocación popular, Lavapiés y los Soletes son dos conceptos con músicas parecidas y esta ruta invita a bailar de mesa en mesa.
El arranque de esta ruta tiene un ligero aire francés, el que dieron Iñaki y Delia cuando abrieron 'La Fisna', una tienda de vinos que se convierte en una barra muy animada. Él se dedicaba, precisamente, a la exportación de vinos franceses, y ella vendía vinos en el barrio; la mezcla entre ambos perfiles ha dado lugar a un imprescindible de la zona, donde se percibe un especial cuidado en los vinos de Jerez, espumosos y dulces pero tampoco falta atención a la cocina. El rabo de toro, las patatas revolconas o la croqueta de cecina con queso San Simón son algunas de sus apuestas seguras.
Dentro de una antigua tienda de muebles en el cruce de Argumosa con Dr. Fourquet comparten espacio 'O Pazo de Lugo' y 'La Caníbal'. La casa madre es un mesón gallego donde comer platos reconfortantes y la segunda, un lugar donde beber buenas cervezas artesanas y vinos naturales, acompañados de un tapeo solvente con especial mimo en la elección de los quesos. Suena un tenue hilo musical con canciones reconocibles para casi todos, una larga hilera de grifos de vinos bien elegidos domina la escena y carteles de las diferentes ediciones de la fiesta del pulpo en Carballiño cubren parte de la pared. Todo en este lugar invita a volver, al menos, una vez más.
'La Lorenza' es el segundo local de Xan Otero y Claudia Rodríguez y en tan solo dos años ha conseguido hacerse un hueco entre los lugares más interesantes del barrio. Una barra de aluminio de toda la vida, su pared alicatada de azulejos azules y el acogedor salón prometen lo que dan: cocina casera y cuidada. Lo gallego y lo asiático marcan la carta, dando lugar a un sabor característico y que funciona. Entre sus platos estrella: la tortilla con huevos de gallinas de Mos, el canelón de manitas de cerdo, rabo de vaca y setas o la tarta japonesa de queso gorgonzola.
Con un local de cinco mesas y una carta de nueve platos, Germán Bernardo ('Kitchen 154', Recomendado por Guía Repsol) demuestra junto a su socio, José María Aquino, que se puede hacer mucho con poco. La cocina vista y la sala de corte industrial contrasta con un mobiliario que recuerda a lo rural en un lugar donde se come rico y sin artificio. Los dumplings fritos con salsa de vinagre negro y rellenos de kimchi, tofu y boniato asado; y el curry verde de pollo con calabaza reinan en una carta con sabor a sudeste asiático, India y Corea.
Antes de que se pusiera de moda el reciclaje de muebles en 'Los Porfiados' ya hacían arte con ellos. Tres argentinos -Vicky, Santi y Fer, y un catalán -Oriol- han conseguido así un precioso local en Lavapiés para comer cocina casera internacional a un precio más que razonable. Aparte del encanto de la sala y la calidad de la cocina, el servicio también está plagado de pequeños detalles. Ahí van solo un par de ejemplos: la única hamburguesa del local lleva el apodo del padre de Oriol -el entrenador de baloncesto Manel Comas- y las servilletas se firman a mano todos los días, justo antes de cada servicio. Porque hay sitios de los que apetece llevarse un recuerdo y 'Los Porfiados' es uno de ellos.
A punto de llegar al barrio de Las Letras se encuentra 'La Esperanza', otro de esos sitios pensados hasta el último pormenor. La ensalada Zuchinni con burrata convive con el hojaldre de Camembert y el cuscús siciliano en una carta con premisa clara: cocina de países bañados por el Mediterráneo. El suelo de terrazo, la vajillas estilo Duralex y las lámparas setetenteras invitan a entrar aunque solo sea para tomar algo rápido. Para ello, cuentan con opciones específicas para pedir en barra: ostras Gillardeu, chicharrón de Cádiz, mejillones gallegos...
La estética cañí de 'La Esperanza' constrasta con la sencillez de 'Badila', una casa de comidas con, para algunos, los mejores menús del día de Lavapiés. También en la parte alta del barrio, llevan abiertos desde hace más de quince años a base de, sobre todo, buenos estofados y guisos de legumbres. Salir de su sala, rústica y en tonos blancos, sin probar las albóndigas es prácticamente una insensatez, pero cuenta con varios platos interesantes, que cambian cada temporada.
Cocina francesa y vinos naturales. La propuesta de 'Cascorro Bistrot' es de esas que se pueden resumir en una frase corta que te deja con ganas de saber más. Y lo mejor es que aquí las expectativas no traicionan, al revés. Pâté en croûte caseros al magret de pato, cassoulets -guiso del norte de Francia- o callos a la sidra con setas son algunas de sus joyas; sin olvidar postres típicos de la cocina gala, como la tarta Tatin. Además de cocina de calidad, aquí se ofrecen actividades culturales por las tardes, para los verdaderos amantes del vino.
Casi una década cumple 'Casa Pachuco' con la misma fórmula: platos diferentes y vinos de calidad. El lugar donde Manuel Burque celebra sus cumpleaños cuenta con un menú del día de salivar antes incluso de pedir la comanda: lentejas con níscalos, crema de calabaza al curry o pez espada con salsa de anchoas y alcaparras. José María Lobelos es el alma autodidacta que capitanea este barco de precios ajustados donde no faltan opciones vegetarianas y suena siempre buena música.
Una amplia carta de variedades de esta infusion -con o sin licores- harán las delicias de los paladares más exigentes: La Sombra lleva base de miel y leche cremosa; el Cafelito Especial, ralladura de limón, nuez moscada y azúcar; y el Pasolini, amareto y canela. Además, preparan brunches que se salen de lo común: quinoa, arroz y ceviche de garbanzos, y los días de sol te puedes sentar en un su terraza de la plaza de La Corrala. Estética vintage, jazz y soul de fondo y libros para llevarte a casa siempre y cuando dejes otro... Café también para los no muy cafeteros.