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La terraza-chiringuito cubierta existe en Cantabria desde en los baretos más humildes hasta los restaurantes de cocina de vanguardia. La necesidad obliga y los cántabros conviven con la lluvia como su gran aliada. ¡Llueve! dicen los recién llegados. ¡Claro! si no lloviera no estarías en Cantabria y no te maravillarías del verde y la naturaleza, de los mariscos, los pescados y las carnes. Las terrazas de siempre cada día son mejores. Algunas de nuestras sugerencias pueden serte muy útiles.
'La Abacería de la Sal', en Cabezón, es uno de esos lugares a los que los últimos tiempos le han sentado bien. Cobijado en confortable interior en los meses duros, ahora cuenta con una terraza agradable, donde disfrutar de los pescados y mariscos que se trabajan con ganas siempre. La llegada de las estufas para exterior, que combaten la humedad de las noches, hace acogedor el espacio, que está en el casco urbano de Cabezón. En verano, lugar a reservar para pasar el Día de Cantabria (día de la Montaña), cuando en esta villa se celebran las esencias cántabras, el 8 de agosto.
Entre Pedreña y Somo, un clásico con más de veinte años mirando a la Playa del Puntal y con una terraza que se cierra y acristala cuando el tiempo lo exige. El olor de las sardinas a la brasa, los mejillones en salsa que hacen historia, el bonito o las navajas animan las cañas o el vino blanco y frío. Un baño, una de surf con la pandilla o la parada tras una mañana o una tarde de playa, un acierto. Pero si el día es gris y hay chirimiri, la mirada pierde cualquier melancolía mientras saboreas una centolla.
El aperitivo, la tarde y la noche cántabras no sería la misma sin este bar, donde las ostras son las reinas, vengan de donde vengan. Y vienen de muchos lugares del mundo, mezclando en la barra con los clásicos cántabros, desde el bocarte al bonito o la navaja. Su terraza en la acera es larga y movida, en todas las estaciones del año. Pero en verano ¡es la ostra con marcha y con sabor!
'La Dársena de Suances', cerca de la playa, donde el salitre, el olor a las algas y a mar –todo es uno– acompañado de una ración de percebes o incluso de las humildes y riquísimas rabas, o del menú del mediodía o la noche, son el broche perfecto a un día de playa, de surf o de SUP. O sencillamente, a un paseo, con o sin baño. La terraza es agradable.
En el barrio del Hoyo, en Isla, este lugar lo tiene casi todo. Un inmejorable producto con una terraza para disfrutar del paisaje exterior, mientras uno se zampa con ganas desde el cocido montañés, a las rabas, el rodaballo o la centolla. Los postres, también a destacar. Pero es que, además de restaurante, la terraza te permite darte a las tapas, los vinitos y las cañas. Un acierto para parar y repetir a la vuelta.