Establecimientos gastrónomicos más buscados
Lugares de interés más visitados
Lo sentimos, no hay resultados para tu búsqueda. ¡Prueba otra vez!
Añadir evento al calendario
Las estadísticas pocas veces recogen o reflejan el estado de ánimo de los accidentados. Siempre que se analizan las razones de siniestralidad en las carreteras, los informes recogen aquellos factores que, por ejemplo, hablan del consumo abundante de alcohol, la velocidad excesiva, distracciones al volante… pero pocas veces se ven reflejados aquellos conductores que, por su situación personal, están tan alterados y afectados como para perder la atención en la carretera, no ver las señales de peligro o no reaccionar de la forma más adecuada. El estrés es un importante elemento de peligro en la seguridad vial.
A la hora de coger el vehículo, el factor que debe primar por encima de todos es el de la seguridad y esta se consigue reduciendo la velocidad, siendo respetuosos con los demás conductores, siguiendo las indicaciones de las señales de tráfico y, por supuesto, despejando la mente y dejando atrás las prisas y las preocupaciones.
Sin ir más lejos y, según los datos recogidos a lo largo de los últimos años, en el estado español casi un 20 por ciento de los accidentes se producen a causa del estrés. Y estas cifras no tienen visos de descender, dado que la actual situación económica, la laboral o incluso la social son preocupaciones que aquejan y mucho a la sociedad actual. Pero si queremos minimizar los riesgos en la conducción debemos dejar atrás las preocupaciones y centrarnos en la carretera. ¡Nuestra seguridad y la de los nuestros están en juego!
Síntomas y efectos del estrés en el conductor
Los síntomas más comunes son la ansiedad y un mayor grado de irritabilidad al volante, la incapacidad para concentrarse, la sensación de fatiga permanente, el cansancio y la apatía… y cuando estas situaciones se prolongan en el tiempo aparecen otro tipo de sintomatologías como, por ejemplo, migraña, contracciones y rigidez muscular, palpitaciones y dolor generalizado. Todos ellos, estados físicos y anímicos no deseados que evidentemente dificultan una circulación segura.
Se han realizado multitud de estudios acerca de los diferentes comportamientos y actitudes que tienen los conductores cuándo se encuentran bajo los efectos de una situación de estas características, y, en la mayoría de los casos, es más agresivo. Su forma de actuar se vuelve apremiante e impaciente y tales actitudes multiplican las posibilidades de accidente tanto del conductor afectado como de la del resto de usuarios de la vía por obligarles a realizar movimientos bruscos, imprevisibles y peligrosos.
Los estudios también indican que las maniobras que realizan aquellas personas con el estado de ánimo alterado son vagas e imprecisas: no respetan los límites de velocidad, las distancias de seguridad ni las señales de tráfico y, por ello, la Dirección General de Tráfico insiste en realizar campañas de sensibilización para aquellos conductores estresados así como endurecer las sanciones para los que, impulsados por su forma de actuar, afectan al resto de usuarios que circulan por la carretera.
Consejos para una conducción más segura y menos estresante
Estas actitudes de malestar y ansiedad son difíciles de amortiguar en nuestra forma de actuar pero existen una serie de acciones que, de llevarse a cabo, pueden mejorar nuestra sensación anímica y rebajar en cierta medida el estrés acumulado:
Utilizar ropa y calzado cómodo y transpirable
Mantener una adecuada temperatura interior de entre 20 y 22º
Antes de emprender un viaje, no realizar comidas copiosas
No excederse con bebidas excitantes, con gas o azucaradas
No consumir alcohol
Respetar las señales de tráfico
Mantener la distancia de seguridad entre vehículos
Respetar los límites de velocidad
Ser respetuoso y solidario con los demás usuarios
En general... ¿cómo valorarías la web de Guía Repsol?
Dinos qué opinas para poder mejorar tu experiencia
¡Gracias por tu ayuda!
La tendremos en cuenta para hacer de Guía Repsol un lugar por el que querrás brindar. ¡Chin, chin!