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Una de las imprudencias más comunes en el mantenimiento de nuestro vehículo es la de circular con neumáticos excesivamente desgastados. Algunos conductores no son conscientes de que prolongar la vida útil de las gomas de sus vehículos mucho más allá de lo recomendable puede acarrear innumerables problemas y situaciones de peligro, principalmente en aquellas ocasiones en las que debamos realizar una frenada de emergencia o girar de forma brusca para poder evitar una colisión. Es ahí cuando uno se da cuenta de que la goma del neumático nos ha abandonado.
Recuerda que son la única unión entre el vehículo y la carretera, soportan todo el peso del coche, una carga de hasta 50 veces su propio peso; responden a los distintos movimientos de la conducción como la dirección, la aceleración y la frenada del coche y absorben todos los obstáculos de la carretera.
Además de evitar riesgos, hay que subrayar que el ahorro de combustible es otro factor importante para que el mantenimiento de nuestros neumáticos sea el adecuado. Cuanto mejores sean las condiciones de nuestras ruedas, mayor será el ahorro de combustible.
Mantenimiento básico de las gomas
Según la legislación vigente, el límite legal de profundidad de los surcos de los neumáticos es de 1.6 milímetros, por lo que si el desgaste fuera superior, podríamos enfrentarnos a una multa por parte de las autoridades de tráfico e incluso a la inmovilización de nuestro vehículo. Para saber si nuestros neumáticos están correctamente y superan el mínimo de profundidad, no tenemos más que observar los testigos con los que cuentan en los surcos exteriores, que indican si se ha superado el límite legal y por tanto es necesario sustituirlos. Es necesario comprobar regularmente la profundidad del dibujo puesto que los canales de la escultura de la goma sacan el agua que queda debajo del neumático, ayudando a mantener el control y evitando, en situaciones de lluvia o calzada mojada, el riesgo de aquaplaning.
Otro de los elementos importantes para el mantenimiento básico que podemos realizar a nuestros neumáticos es vigilar y adecuar la presión de inflado de forma regular. Si la presión es correcta se reduce la pérdida del control del vehículo así como el desgaste prematuro y de daños irreversibles en la construcción interna. Además, si los neumáticos tuvieran la presión correcta nos podría ayudar a disminuir el escape natural de aire por los componentes del neumático o incluso por una bajada en la temperatura ambiente o un pinchazo.
La mejor manera de adecuar la presión es realizar el inflado con los neumáticos en frío, sin que hayan circulado más de 4 kilómetros a baja velocidad. Si se comprobara con las gomas calientes por su uso, habría que sumar 0,3 bar a la presión recomendada en el manual de usuario del vehículo, en el lateral de la puerta, junto al asiento del conductor o en el interior de la trampilla del depósito de carburante. Nunca tomar como referencia la cifra que aparece en el neumático puesto que es la presión máxima que puede soportar ese mismo neumático.
Con la llegada del invierno y, en consecuencia, del empeoramiento de la climatología en carretera, es aún más importante mantener las ruedas en perfecto estado. Si además, calzamos nuestro vehículo con neumáticos de invierno, nuestra seguridad aumentará considerablemente puesto que estos neumáticos son una alternativa legal a las cadenas que estaríamos obligados a montar en caso de hielo o nieve.
Pero es un error asociar estos neumáticos a la conducción por carreteras nevadas. Los neumáticos de invierno, son los que mejor rendimiento presentan también sobre superficies secas o mojadas cuando la temperatura exterior es baja (por debajo de 7°C). Más allá del superior agarre, presentan menos riesgo de sufrir aquaplaningal evacuar mejor el agua, y también reducen la distancia de frenado sobre suelo mojado.
Normalmente con estos neumáticos los conductores se aseguran una movilidad más segura desde otoño a primavera siendo lo ideal ponerlos en octubre y cambiarlos de nuevo a los de verano en marzo. No es necesario preocuparse porque de repente pueda subir la temperatura o hacer más calor puesto que el neumático de invierno está preparado para aguantar perfectamente.
Eso sí, hay que tener en cuenta que al llegar las estaciones más calurosas será necesario volver a recuperar los neumáticos normales para conseguir la máxima seguridad no desgastar los de invierno y, al mismo tiempo, incrementar el kilometraje total que puedes realizar con cada juego de neumáticos.