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El cielo de Galicia
Con sus 290 kilómetros cuadrados y su alto de Pena Trevinca (2.127 metros), A Veiga es uno de los ayuntamientos más grandes de Galicia, el que más se acerca al cielo y uno de los mejores de España para contemplar las estrellas por la ausencia de contaminación lumínica. Este techo de la comunidad autónoma es, al mismo tiempo, uno de los municipios más despoblados, con tres almas por kilómetro cuadrado. En el valle y sobre las ruinas del pueblo de Alberguería, sepultado por el agua en 1958, se abre el Embalse de Prada que alimenta el río Xares.
La altitud media de este paisaje vertebrado por las sierras y drenado por infinidad de ríos supera los mil metros sobre el nivel del mar. Las altas cumbres (A Gonza, A Corraliza, O Torno, Maluro, Trevinca) en las que perduran lagunas de origen glacial circundan el espacio intermedio donde se asentaron los pueblos. Ante la despoblación galopante de estas bellas y duras zonas montañosas, en la localidad de Xares se están desarrollando proyectos para la revitalización, con la diversificación de la oferta turística y hotelera tanto en los inviernos nevados como en las estaciones cálidas, que aquí mantienen temperaturas muy suaves.
Los pueblos de A Ponte y Corzos son dos exponentes de la arquitectura popular de la montaña, que en muchos enclaves de A Veiga ha logrado conservar su esencia gracias al aislamiento. Existen al menos una decena de rutas diferentes para explorar la inmensidad del paisaje y a la vez conocer los oficios tradicionales que algunos vecinos tratan de mantener vivos, como los relacionados con el lino y los telares, los hornos y los molinos. Uno de los itinerarios posibles lleva a la insoslayable Pena Trevinca. Otra ruta ayuda a descubrir la flora y fauna de este Lugar de Importancia Comunitaria y pasa por la Lagoa da Serpe, una laguna de origen glacial sobre la que pesa una leyenda: en la noche de San Juan una serpiente emerge del agua dispuesta a transformarse en mujer.
En la caminata que lleva a la Cántara da Moura se ven cuevas en un tramo del río Corzos, y la ruta que rodea el Embalse de Prada, de 34 kilómetros, pasa por varias de las aldeas que sobreviven en su contorno tras la inundación del valle. Además, en A Veiga merecen una visita media docena de iglesias parroquiales como la de Xares, fundada en el siglo XI, o las de Valdín y Baños. Y vale la pena contemplar las gargantas del río Mao o las vistas que se alcanzan desde el Santuario del Bendito Cristo da Ascensión.