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A la fundadora de 'La Gatoteca', Eva Aznar, le llegó la idea cuando comenzó su proyecto de fin de carrera de diseño de interiores, inspirado por el 'Neko Café' japonés. Sin embargo, a diferencia de ese formato, no quiso centrarlo en el disfrute de los humanos, sino que le dio un fin social. "Pensé que, con la cantidad de gatos que hay sin techo sobre sus cabezas, había que darles calidad de vida en algún sitio. Luego creció el concepto y vi que podíamos encontrarles un hogar", cuenta.
Después de un año y medio de trámites burocráticos y con todos los vistos buenos de la administración, sanidad y protección animal, en octubre de 2013, 'La Gatoteca' abrió sus puertas para empezar a recibir a felinos sin casa, procedentes de centros municipales y asociaciones. Nunca llegan directamente de la calle y todos deben estar esterilizados, desparasitados, vacunados y con el chip en regla.
Para preservar su bienestar, al establecimiento pueden ingresar un máximo de 20 personas y no más de 6 niños. Al salir, pagan por el tiempo que han pasado en la sala, un precio que incluye una bebida gratuita de la zona de autoservicio. Eso sí, nada de comida humana: aquí se cuida hasta el último detalle de la nutrición de sus residentes.
Estas normas de la casa las explican en la recepción, donde se sitúa una tienda de juguetes variados y alimentos completamente carnívoros, como exige toda buena dieta gatuna. Allí también luce Eva su pequeño altar de figuras felinas de distintos tamaños y materiales que le han ido regalando durante estos años. Las paredes de la sala están repletas de las inmortalizadas miradas de los habitantes actuales y de los que han sido dados en adopción, más de 300 desde su apertura.
Pero lo más interesante se descubre al cruzar la puerta del fondo: mientras Mika descansa en la camita de la entrada, Morrisey y Allan juguetean con las plumas que menean unas adolescentes en el salón, Tarantino brinca sin parar por las dos plantas del local y Bruno observa atentamente desde lo alto de un rascador. Todos ellos componen una diversa colonia de alrededor de 20 gatetes (nunca menos de 18 ni más de 30) que, mientras esperan a que una familia los adopte, no tienen problemas para entretenerse.
Antes de formar parte de ella, los gatos pasan por las salas de adaptación, a las que solo pueden ingresar los ocho miembros del equipo, y en las que la veterinaria les realiza todos los chequeos pertinentes. Después es el momento de empezar con las "incursiones" a la zona común.
Muchos se acostumbran enseguida, otros necesitan varios días e incluso hay quienes han sido dados en adopción sin haber salido del área de adaptación. "No se les puede meter un cambio tan brusco de golpe. Por eso decimos que están integrados en la colonia cuando ya duermen aquí fuera sin que estemos nosotros y quieren salir a interactuar con el resto".
Los integrantes de la asociación y los voluntarios que van cada semana a "echarles una patita" tienen un mismo objetivo: ayudar a mejorar la salud de los gatos, pero, sobre todo, su estado emocional. "Antes de llegar aquí, han estado desatendidos y solos. Preferimos recuperarlos y que sea más fácil la adopción", dice la también presidenta de ABRIGA, que lleva tatuados en cada hombro los rostros de sus propios mininos: Gatito y Polar.
El proceso de adopción tampoco es fácil, pero es imprescindible para tratar de que el vínculo que se genera entre el humano y el felino sea para siempre. "Instamos a visitarnos sin compromiso alguno, eso es lo mejor del proyecto: no ves un gato en una foto y lo adoptas porque te parece mono, sino que buscamos que empaste con tu ritmo de vida y tus necesidades", afirma Eva.
Con ello en mente, charla con el potencial adoptante para analizar cuál es su rutina, cuántas personas integran su familia, si el gato tendría que convivir con niños u otras mascotas, etcétera. "Queremos que sea lo más beneficioso posible para la familia y para el gato".
Tras la entrevista, lo primero es colaborar: el adoptante debe hacerse socio de ABRIGA por 50 euros anuales, tras lo que accede a ciertos beneficios como el acceso gratuito a 'La Gatoteca' todos los lunes, bonos de horas para acudir con amigos, y descuentos veterinarios y talleres.
Lo segundo es formarse: cada tres semanas se imparte el Curso Básico del Gato, que, en cinco horas y media aborda la psicología felina, la nutrición, el territorio, consejos veterinarios y todo lo esencial para evitar problemas de salud y de comportamiento y, en definitiva, poder cuidar al nuevo miembro de la familia como se merece.
El último paso es la firma del contrato de adopción, que, además de todos los trámites veterinarios y de titularidad, incluye el asesoramiento de ABRIGA de por vida. "El proceso lleva su tiempo porque nuestra responsabilidad es elegir hogares buenos y definitivos para que sean felices".
Por eso es imprescindible fijarse en el carácter de los gatos y en lo que necesitan. Hay parejas de felinos como Thelma y Louise que llegan juntos y son inseparables; algunos entran separados, pero se hacen amigos y tienen que marcharse juntos; y otros, como Starsky y Hutch, entran de la pata y nada más pisar la sala empiezan a ir por libre.
Si algo caracteriza a 'La Gatoteca' es la diversidad. Entre los animales, los cachorros se mezclan con los adultos, los más tranquilos se hacen bola en un rincón y los juguetones persiguen a los visitantes para que les presten atención. Los hay negros, atigrados, grises, blancos, con machas y sin ellas. También han pasado por allí ciegos, tuertos, diabéticos, cojos y con todo tipo de enfermedades y discapacidades. A algunos les asustan los gatos; a otros, los humanos, y a muchos les gusta absolutamente todo.
Después de seis años conviviendo con decenas de ellos, Eva ha derribado casi todos los mitos en torno a su personalidad, como el de que son muy independientes. "Desde el momento en el que está entre cuatro paredes, el gato no tiene libertad de elección de nada: ni qué come, ni cuándo, ni si juega o no. Se vuelven completamente dependientes de ti, también emocionalmente".
Tampoco son seres antipáticos ni agresivos, sino que funcionan en doble dirección, es decir, que todo lo que tú le ofrezcas, él te lo devuelve. "El gato busca un entorno seguro y siempre te va a dar la oportunidad de que le suministres atención, juego y cariño. Si algo va mal, tienes que mirar cómo actúas tú con él", cuenta.
El perfil del visitante bípedo de 'La Gatoteca' también es completamente variado: hay muchos adoptantes novatos, personas que no pueden permitirse la adopción y quieren disfrutar de una tarde con ellos, otras cuyo gato ha fallecido y quieren probar si ya están preparadas para meter uno nuevo en casa o gente que está de paso por Madrid y echa de menos a su mascota. "Vienen hasta alérgicos cat lovers que no pueden convivir con ellos y se enchufan el antihistamínico", asegura Eva.
Todo sea por volver a casa con las pilas recargadas después de un buen rato de caricias y ronroneos. Quién sabe, igual hasta consigas marcharte muy bien acompañado.
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