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Benjamin Franklin dijo: "Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo"; esa es la máxima de Angelika, la propietaria de 'Mosaiccos'. Los niños que acuden a este taller están ahí, sentaditos, tranquilos, construyendo, concentrados como si les fuera la vida en ello... casi, medio hipnotizados. Eligiendo cerámicas, combinando colores, buscando qué hueco y qué pieza es la que mejor encaja en cada una de las partes. Un trabajo manual y al mismo tiempo creativo e intelectual.
El trencadis es un técnica utilizada por el modernismo catalán en la que se usan piezas irregulares que han sido previamente cortadas del vidrio o de cerámica para revestir las superficies. El padre de esta genialidad fue Antonio Gaudí, pionero del reciclaje, quien junto con Josep María Jujol, acabaron utilizando porcelanas, vidrios y cerámicas rotas para darle una identidad única a la arquitectura modernista en obras maestras como Casa Batlló, la Pedrera o el Parque Güell.
Y aunque parezca increíble, la responsable de enseñar el arte del trencadis, a locales y turistas, no es catalana ni tampoco española. Angelika Heinbach es una alemana que se quedó fascinada con Picasso, Miró, Dalí y, por supuesto, con Antonio Gaudí. Lo que empezó como una pasión, algo que hacía en sus ratos libres, terminó siendo su negocio. La vida la llevó a ser pionera en Barcelona hace ocho años. Su tienda fue la primera donde los clientes podían trabajar con los mosaicos y llevarse sus propios recuerdos a cualquier parte del mundo. "Es muy curioso ver familias enteras de estadounidenses", nos comenta, "vienen desde los más pequeños hasta los abuelos".
Hoy, por ejemplo, un matrimonio de alemanes recién jubilados se esmera en hacer sus propias bandejas decoradas a su gusto. "Son para nuestra nueva casa en Nerja. Nos acabamos de jubilar y nos vamos a vivir ahí. Y este ha sido el regalo de cumpleaños de mi mujer", nos cuenta entusiasmado el marido mientras enseña cómo ha dibujado su signo del zodiaco en la bandeja. Su mujer todavía extiende la argamasa (una mezcla de cal, arena y agua) que sirve para unir los mosaicos en uno de los últimos pasos antes de dejar secar el objeto con el que se ha trabajado. Se percibe en ellos la satisfacción de estar orgullosos de su obra.
En este taller, situado en pleno Barrio Gótico entre el mercado de Santa Catalina y el Museo Picasso, se pueden hacer desde cajitas para guardar cosas, marcos para fotos o hasta mesas. "Incluso, a las mujeres embarazadas les hacemos un molde de su tripa en las últimas semanas de gestación y luego ellas mismas lo decoran, muchas veces con el bebé ya en brazos. Es un recuerdo diferente para toda la vida".
Los talleres suelen durar entre una y dos horas, dependiendo de la pieza que se haya elegido. Hay algunas más complicadas que otras, pero los niños a partir de los 3 años ya pueden participar en esta actividad con mosaicos precortados. Cada hora de taller cuesta 20 euros con materiales incluidos. Hay gente que más allá de buscar un recuerdo acude al taller para, por ejemplo, hacer alguna pieza con la que decorar su casa. Una mesa para la terraza, por ejemplo. En esos casos, igual se necesitan de 8 a 14 horas.
La idea principal de estos talleres es pasar un buen rato y llevarte un recuerdo para toda la vida. No solo por el objeto que has decorado tú mismo, sino por la experiencia compartida con tus seres queridos.
MOSAICCOS - Carrer Assaonadors, 10, Barcelona. Tel. 691 06 28 66.
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