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El aeródromo de Igualada-Òdena General Vives convierte al pueblo de Òdena, de poco más de 3.500 habitantes, en un auténtico referente para los amantes de la aeronáutica. Esta pista de aterrizaje, también es punto de encuentro para turistas con ganas de vivir emociones fuertes o simplemente amantes de la fotografía que quieren conseguir una panorámica aérea de la zona. Si llegamos hasta el aeródromo tenemos claro que hemos dejado el vértigo en casa pero una vez aquí, ¿elegiremos la alternativa más atrevida o nos decantaremos por un paseo relajado?
La mejor opción para quienes buscan un viaje más tranquilo y pausado es el vuelo en globo. Se trata de una experiencia única, no sólo por la sensación de contemplar el paisaje desde el aire sino porque nos involucraremos en las tareas de preparación desde el principio. Si optamos por esta propuesta, tendremos que ayudar a extender la tela del globo y demostrar nuestro buen equilibro para entrar en la cesta. En el camino, disfrutaremos de las increíbles vistas de la comarca del Anoia: pequeños pueblos con innumerables iglesias y ermitas, masías y campos de cultivo con una especial presencia de vides y cereales. La joya de la corona en este entorno natural es sin duda el macizo de Montserrat, con su particular relieve de formas redondeadas. Se trata de un enclave natural único, venerado incluso por las civilizaciones celtas, que está coronado por el monasterio donde se encuentra la famosa Virgen de Montserrat, La Moreneta. Ya en tierra, y después de ayudar a recoger los cerca de 20 metros nylon de la “envoltura” (tras el paseo en globo habremos aprendido la terminología característica), la mayoría de empresas ofrecen un buen desayuno o, como mínimo, una copa de cava.
Pocos paisajes, vistos desde el aire, impresionan tanto como la montaña de Montserrat y sus excepcionales cimas redondeadas.
Si el viaje en globo nos parece una opción demasiado tranquila, el aeródromo nos propone otras alternativas con algo más de emoción. Es el caso de los vuelos en avioneta, en los que recorremos el mismo paisaje pero con la posibilidad de ser nosotros mismos quienes llevemos los mandos de la aeronave. La experiencia se ofrece en vuelos para una sola persona, acompañada del piloto que maneja la avioneta y que nos enseña lecciones básicas de vuelo para que a lo largo del trayecto podamos experimentar, aunque sólo sea por unos minutos, la sensación de llevar los mandos de un avión.
Y por si pilotar una avioneta fuera poco, todavía nos queda el más difícil todavía: vuelo sin motor. En las mismas instalaciones del aeródromo tiene su sede el Club de vuelo a vela Igualada-Òdena desde el que nos proponen surcar el cielo en un ultraligero que se desplaza únicamente planeando aprovechando las corrientes de aire. Una elección solo apta para los más atrevidos, que podemos vivir acompañados de un instructor o, si ya tenemos experiencia, en solitario.
La única premisa para poder disfrutar de la aventura de volar es olvidarnos del vértigo, cruzar los dedos para que el buen tiempo acompañe y deleitarnos con el paisaje. Si lo visitamos alrededor del mes de abril, además, podemos tener la suerte de coincidir con la celebración de Aerosport, el Festival de Aeronáutica de Òdena, la única feria especializada en aeronáutica deportiva de España.
Tras visitar el aeródromo de Igualada-Anòia, podemos aprovechar para ver ambas localidades, donde encontraremos una gran presencia de arquitectura renacentista. En Igualada, es imprescindible conocer la iglesia Sant Jaume Sesoliveres, de los siglos XII y XIII, y el claustro de la Escuela Pía, un antiguo convento del siglo XVII. En Igualada es especialmente recomendable acercarnos hasta los restos de su castillo, entre los que se encuentra una torre poligonal de once caras. Muy cerca de allí nos espera el pueblo de Espelt, con una antigua villa romana del siglo I a.C.
Uno de los productos gastronómicos más interesantes de la zona son los “garbancitos de la Alta Anoia”, una variedad muy sabrosa y de excelente calidad que pueden prepararse en infinidad de recetas. En esta comarca además, se produce una miel excelente, gracias a la gran diversidad de flora en la zona y el clima, que colaboran para que así sea. Es interesante degustarla de una manera poco convencional, como por ejemplo, catando el vino de miel de Vallbona de l’Anoia. Si somos más tradicionales y queremos probarla en estado puro, las más recomendadas son las de Castellfollit, Piera, Els Prat de Rei o Vilanova del Camí. A media hora de Òdena, en Sant Sadurní d’Anoia, podemos comer en La Cava d’en Sergi, una buena opción para disfrutar de la cocina de temporada. Más cerca de Òdena, la masía restaurante Samuntà goza de una extensa carta de vinos, con más de setenta referencias.
Agradecimientos: Aeródromo General Vives. Globus Kon-Tiki. Consell Comarcal de l’Anoia. Ajuntament d’Igualada. Club de Vol a Vela d'Igualada-Òdena.
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