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Cantabria ha sido considera siempre el paraíso de la espeleología. Descender al corazón de su subsuelo, repleto de tesoros arqueológicos y naturales, supone una emocionante experiencia de turismo activo, especialmente en la zona del Alto Asón. Aquí nos espera una red de cuevas donde realizar circuitos guiados por espeleólogos profesionales. Una actividad en la que debemos dejarnos aconsejar y ser prudentes, pero que está abierta a todos los públicos, independientemente de la edad, forma física o experiencia.
Una de las propuestas más conocidas es la de la Torca del Carlista, de grandes dimensiones (para hacernos una idea, podemos pensar que en ella caben tres campos de fútbol), la famosa travesía de Cueto-Coventosa, con pozos de gran profundidad, y las galerías Cañuelas, con sus típicas estalactitas en forma de sierra.
Esta Comunidad Autónoma puede presumir de recibir cada año a la mayoría de aficionados a la espeleología que visitan la Península. Para todos ellos, Ramales de la Victoria es la población más importante ya que cuenta con un Centro de Tecnificación en Espeleología, el primero de España.
Los espeleólogos no solo practican un hobby, sino que en muchos casos ayudan a la conservación y protección de las cavidades y sus contenidos naturales. Su labor ha permitido, por ejemplo, convertir el Sistema del Mortillano en la cueva con mayor desarrollo de España, con 114 kilómetros de galerías. Ésta, junto con la cueva de El Soplao, son dos de los lugares más visitados. Este último, de hecho, recibe a espeleólogos internacionales ya que tiene formaciones únicas en el mundo. Al explorarlas, salen a nuestro paso ríos subterráneos, estalactitas, estalagmitas y todo tipo de formas y recovecos que nos dejarán boquiabiertos.
Para los más iniciados, la alternativa de Cullalvera lleva desde la cercanía del casco urbano de Ramales hasta la cavidad, a través de un paseo de encinas de fácil acceso. Las grandes dimensiones de la cueva se combinan con una boca de acceso monumental y unas pinturas prehistóricas a gran profundidad.
Tras una larga excursión a través de pasadizos subterráneos, lo mejor que podemos hacer en el Alto Asón es disfrutar de la excelente gastronomía cántabra. Una buena opción es apostar por el salmón, la trucha o alguno de sus magníficos quesos artesanales, como los de Garmillas o Cañedo. Y de postre, no hay nada mejor que unas torrijas de sobao pasiego. Para probar estas delicias, podemos reservar mesa en el restaurante Solana, en Ampuero.