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Atrás quedó ese aspecto industrial de la década de los 80. Bilbao es la viva imagen de que las ciudades maduran y adaptan sus edificios a las nuevas necesidades y tendencias. Y no solamente por el Museo Guggenheim, sino por muchos otros ejemplos de arquitectura moderna. Al de Frank Gehry se suman el Palacio de Euskalduna o la sede de Osakidetza (Departamento de Sanidad), inaugurado en el 2008 y que sorprende por su fachada poliédrica y transparente.
En contraposición, el edificio del Ayuntamiento, de finales del siglo XIX y de estilo ecléctico y donde sorprende uno de sus salones más conocidos, el salón árabe, usado para las recepciones y bodas y que al entrar nos transporta a otro mundo.
La de Correos es la casa más polifacética de Madrid. Es el edificio más antiguo de la Puerta de Sol (segunda mitad del siglo XVIII), testigo de cuanto sucede en la plaza, guardián del kilómetro cero, sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid y protagonista indiscutible durante la última noche del año. Es prácticamente imposible haber estado en la ciudad y no haberlo visto. La torre que alberga el reloj se construyó a posteriori (1855) para dar cabida al reloj trasladado desde el hospital del Buen Suceso y que no es el que actualmente estamos acostumbrados a ver cada 31 de diciembre, que data de 1866.
Si la Real Casa de Correos vigila la plaza más famosa de Madrid, las Cuatro Torres custodian toda la ciudad. Fueron inauguradas entre 2008 y 2009 y desde entonces dibujan el nuevo skyline de la capital, siendo visibles a kilómetros de distancia. Con 250 metros de altitud, la Torre Foster es el edificio más alto de toda España y acoge, al igual que sus hermanas, oficinas, restaurantes, hotel e incluso una capilla, en la planta 33 de Torre Espacio. Auténticas ciudades dentro de la ciudad.
Gaudí llenó de edificios impresionantes la Ciudad Condal. Nos quedamos con Casa Batlló por ser su gran obra maestra. Inaugurada hace más de un siglo, es difícil no ver gran cantidad de turistas y curiosos sacando fotografías de su espectacular fachada, un pequeño adelanto de lo que nos espera en el interior. Una sucesión de detalles, marca indiscutible del arquitecto nos sorprende a cada paso y que le valió entrar a formar parte del Patrimonio Mundial de la Unesco en 2005.
Compite el modernismo de comienzos del siglo XX con un edificio moderno como lo es el Media – TIC. Este espacio multifuncional destinado a encuentros del sector de las tecnologías de la información es, además de llamativo, inteligente y sostenible. Sus paredes están recubiertas de un material que, además de aislar de las inclemencias climáticas, funciona de pantalla solar móvil proporcionando una mejor penetración de la luz natural y un incremento del ahorro térmico.
No sabemos si por el propio edificio que sirve como casa consistorial o si por los jardines que se extienden frente a él pero el Ayuntamiento de Málaga es de esos lugares que merece la pena conocer. Porque impresiona pasear frente a él y descubrir, al acercarse, una casona de comienzos del siglo XX y que es además Bien de Interés Cultural. De estilo neobarroco y salpicado de detalles modernistas, una de sus joyas se encuentra en el interior: un patio porticado como no podía ser de otra forma en Andalucía.
Si el Ayuntamiento mira al mar, el Palacio de Congresos y Ferias nos recuerda a una ola gigante por sus formas ondulantes. Un ejemplo de que la arquitectura malagueña continúa, con el paso de los años, manteniendo la tradición marítima que tanto caracteriza a sus edificios más emblemáticos.
Fueron solamente tres las obras de Gaudí fuera de Barcelona y una de ellas fue en León. Fue un encargo personal de los propietarios de una empresa y en origen sirvió tanto de viviendas como de almacén. Para ello Gaudí proyectó un hermoso ejemplo de palacete con reminiscencias medievales a tono con otros edificios de la capital leonesa. Como curiosidad y en honor al arquitecto, en la plaza frente a la Casa Botines se colocó una estatua en bronce de Gaudí sentado en un banco.
A la monocromía ofrecida por muchos edificios en la ciudad se antepone el colorido del Museo de Arte Contemporáneo que destaca precisamente por eso, por la gran policromía de su fachada. Es uno de los proyectos que más reconocimientos ha recibido a nivel internacional y está formado por espacios que se van sucediendo de una forma compleja pero funcional.