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A lo largo de la ruta hay miradores muy destacados para sacar perspectivas diferentes de los 15 kilómetros que abarcan el Cañón del Sil y conseguir esa foto con la que presumir ante tus seguidores o, simplemente, disponer de la imagen perfecta como fondo de escritorio, porque el cañón da para eso y mucho más. Aunque en esta ruta hay otros lugares que también tienen su punto.
Se trata de un sitio estupendo para empezar a acercarse al río Sil. Al mirador, ubicado cerca de una pequeña ermita con el mismo nombre, se llega casi por casualidad recorriendo las carreteras locales y comarcales que comunican la Ribeira Sacra. En la OU-604, desde los Balcones de Madrid, sale un camino de tierra, en muy buen estado, con dirección a la aldea de O Pombar. En diferentes puntos, algunas señales de madera indican la dirección del mirador.
Está ubicado a más de 900 metros de altura y desde allí se ve el valle del Sil. Una caseta de madera y varios bancos dan la opción de sentarse a contemplar la estampa, que no todo va a ser llegar, tirar la foto y marcharse.
Perdido a un kilómetro del pueblo con el mismo nombre, no cuenta con las estructuras que se han preparado en otros balcones al Cañón del Sil y, sin embargo, desde aquí se consigue la mejor imagen del meandro más famoso del río gallego encajonado entre las montañas. La curva se aprecia de tal manera que el curso fluvial parece cerrar la tierra formando una isla; o lo que es lo mismo, el río sonríe de oreja a oreja.
Hay que caminar atravesando el pueblo, que en algunos puntos parece abandonado, y tener mucho cuidado una vez se alcanza el lugar óptimo para sacar el móvil. No hay barandillas de seguridad y es donde el precipicio llega a su mayor verticalidad. Con los pies bien asegurados al suelo, aquí se consigue el selfie de órdago de este viaje.
Porque no todo va a ser paisaje del Sil. Los claustros del Parador de Santo Estevo, antiguo monasterio, son carne de cañón para quemar la cámara del móvil. Aunque el mejor selfie se puede obtener en el Claustro dos Bispos, el más antiguo de los tres que tiene el alojamiento, con sus elementos románicos y del gótico flamígero. El Claustro dos Cabaleiros cuenta con el aliciente del césped, un poco de verde nunca queda mal, y su pórtico acristalado, un toque moderno dentro de tantos siglos de antigüedad.
Más que selfie, podría ser una imagen para intentar captar la energía que envuelve al Monasterio de Santa Cristina y los bosques que lo rodean. Eso sí, para atrapar el misterio del lugar sagrado mejor ir durante el crepúsculo, cuando las almas son escasas y la soledad hace relucir el conjunto. ¡No hará falta filtro!
Después de mirar al Sil por todos lados, este balcón que cuelga con su plataforma metálica sobre el cañón, muestra orgulloso el meandro en un lateral (no de frente, como se aprecia en Vilouxe) mientras el curso del río sigue adentrándose entre las montañas. ¿Hora de cambiar tu foto de perfil? Pues aquí, la estructura está tan bien ubicada que podrás conseguir un encuadre inmejorable para un selfie con el cañón al fondo.
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