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La misma ciudad. La misma calle. La misma casa. Marc Márquez es una estrella del motociclismo, un ídolo del deporte con seis títulos mundiales (cuatro de ellos de MotoGP), pero se siente orgulloso de haber nacido en Cervera (Lleida) y feliz de seguir viviendo aquí. Es el único piloto de su nivel que se mantiene fiel a sus orígenes: no cuesta coincidir con él en la localidad o rodando en bicicleta junto a su hermano Álex, también piloto, por los alrededores.
Sus 9.000 vecinos le admiran y le respetan. Cada paseo del ídolo causa revuelo, como el primer día. "¡Mira, ahí está Marc!". El museo comarcal acoge una exposición permanente sobre su carrera deportiva, a pocos metros de la sede de su club de fans y su tienda oficial. "Estamos muy contentos, viene gente de todo el mundo y, de paso, descubren la ciudad", cuenta el piloto del equipo Repsol Honda. "Antes, Cervera solo era conocida por la Universidad, del siglo XVIII. Pero Márquez nos ha puesto de nuevo en el mapa", corean los vecinos.
Viaja durante diez meses al año por todo el mundo y lo que ansía, tras cumplir con sus compromisos, es refugiarse en el ambiente relajado y familiar de esta ciudad a 53 kilómetros de Lleida. "Vivo muy tranquilo, y puedo entrenarme sin agobios: salgo mucho en bici por la comarca de la Segarra. Y, muy cerca, tenemos las estribaciones de los Pirineos, con lugares estupendos para disfrutar de la naturaleza. Lo recomiendo vivamente".
En Cervera arranca, por ejemplo, una ruta por carretera que conduce a parajes de indudable belleza en ese Prepirineo catalán. Rumbo a Agramunt, las extensiones dedicadas a la agricultura dominan el paisaje, aunque ya en las proximidades de Balaguer la carretera vira hacia el norte y la postal cambia de forma diametral.
La brújula apunta a Camarasa y las ruinas de su castillo sarraceno, pero antes es aconsejable un pequeño desvío para conocer el pantano de Sant Llorenç de Montgai. Un relajante paseo en kayak o una sesión de avistamiento de aves acuáticas son suficiente reclamo. Continuamos circulando por el desfiladero del río Segre, en un escenario mucho más montañoso que anticipa la llegada a la Sierra del Montsec, donde nos espera su parque astronómico, con el telescopio más potente de Cataluña. Un planazo para viajar con niños.
A partir de Tremp, el camino cobra una nueva dimensión, magnética para los moteros. Con dirección a Isona se enlaza con un espectacular tramo de más de 40 kilómetros de carretera revirada, que llega hasta la localidad de Coll de Nargò y que obsequia con toda la diversión de un trazado de montaña de firme excelente. Comenta Juan Sánchez, diseñador gráfico madrileño asiduo a estas curvas con su moto, que en pocos puntos de la Península se disfruta tanto de una pasión. "Adrenalina pura", exclama. El trazado ofrece fabulosas vistas al Coll de Boixols, que se asoma a las sierras de Queralt y del Cadí. Selfies en la cuneta, por supuesto.
Antes de llegar a Coll de Nargó podemos desviarnos para inmortalizar la iglesia de Sant Romà de Valldarques, del siglo XII, a la que se accede por una pista sin asfaltar. Desde allí de nuevo la carretera se retuerce, bordeando pequeñas poblaciones como Alinyá o Llinars, remansos en las estribaciones de la sierra de Odèn. En cualquier parada hay que probar un plato con trumfos del Pirineu, un tipo de patata que solo se produce aquí.
Al tomar el desvío con dirección a Solsona, alcanzar el mirador de Serra Seca invita a tomarse un respiro, contemplando las imponentes vistas de la Ribera Salada y de la comarca del Alt Urgell. También llama la atención del instagramer el monumento al ciclista allí instalado en recuerdo de la etapa de Tour de Francia que recorrió la zona en 2009 rumbo a Andorra.
Solsona aguarda al final de este tramo con sus joyas intramuros. Unos caracoles a la brasa o una tosta de bisbe o de donegal, dos embutidos exclusivos de la comarca del Solsonés, reconfortan al piloto más aguerrido. Desde allí, tan solo resta regresar a Cervera para comentar con los lugareños las hazañas de Márquez en la Plaza Mayor, en animada tertulia. Aquí, los domingos de Gran Premio no se habla de otra cosa. Y los demás días, tampoco. "¡Mira, ahí está Marc!".
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