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Tras convertirse en chica Almodóvar gracias a su papelón en Julieta, la carrera internacional de Adriana Ugarte (Madrid, 1985) ha despegado con fuerza. La protagonista de El tiempo entre costuras acaba de rodar una comedia en Francia junto a Gerard Depardieu mientras prepara su primera experiencia en Hollywood, y la semana pasada estrenó El sistema solar, coproducción hispano-peruana que narra las relaciones de una familia disfuncional en una noche de Navidad.
La dulzura define a una actriz que se fue a vivir a El Escorial para huir del estrés de la capital y "para estar cerca de la montaña, que me relaja mucho". Ya sea estando de rodaje o de turismo con sus mascotas, no pierde ocasión de conocer un restaurante japonés, su gran pasión culinaria, o de visitar esos pequeños comercios en los que el mimo y la familiaridad con el cliente son la marca de la casa.
Hay un montón, la verdad. Sí es cierto que cuando estás rodando no tienes el espíritu ocioso y a veces no consigues romper con la dinámica de trabajo para descubrir cosas interesantes. En París, por ejemplo sí que he podido hacer algo de turismo en los descansos del rodaje. Hace un par de años estuve en Canarias rodando Palmeras en la nieve y, además de los espectaculares paisajes, en Tenerife y Gran Canaria tienen una comida deliciosa. Conocí sitios muy ricos, como 'M.B.' (2 Soles Repsol). Aunque solo caminar por alguna de sus playas ya es rico.
En El Escorial hay un restaurante japonés muy especial que me apasiona, el 'Kokokara'. Para desayunar me encanta ir al 'Pan y Canela', hacen unas tartas artesanas riquísimas. En Madrid me gusta mucho 'Bumpgreen', en Velázquez, especializado en comida ecológica. También tienes el italiano 'Pulccinella', en Regueros, que no falla, o el 'Kabuki', el japonés del 'Wellington', que también es riquísimo. En Guadarrama me gusta ir al 'Sala', donde te puedes tomar unas gambas de primera y un exquisito tartar de atún.
Busco intimidad, pero sobre todo la sensación de no haber salido de mi propia casa. Me gusta el trato entrañable, tranquilo, familiar. Que haya comida casera, esto me atrapa. Los negocios pequeñitos y familiares me gustan mucho. En Barcelona hay muchos hoteles boutique muy agradables, me encanta el 'Mercer Barcelona', en el barrio Gótico, que está en un edificio antiguo rehabilitado.
Bueno, echas de menos a tu familia… Al fin y al cabo te separas de tu vida, tus olores y tus cosas. De repente tienes una ruptura con tu vida real de dos o tres meses y hay algo extraño en todo eso. Pero también hay algo muy enriquecedor, que es salir de tu zona de confort y desde cero tomar contacto con una cultura, con gente nueva y ponerte de alguna manera a prueba. Creo que mi oficio es maravilloso, a mí me da mucha felicidad poder dedicarme a esto.
Cuando voy de viaje a mi aire me las llevo, pero de rodaje es muy complicado. Para que estén diez hora solas prefiero dejárselas a unos amigos, que están en el campo y allí pueden disfrutar. Eso sí, las echo de menos como loca.
Me llevaría a Elvira Mínguez a ponernos moradas en Extremadura. Nos iríamos de vinitos por ahí, que se come y se bebe muy bien.
No mucho, la verdad. Yo del vino me tomo el primer sorbo, porque luego ya me mareo. Me gusta mucho pedírmelo, pero no me sienta muy bien el alcohol. Aún así, el concepto 'ir de vinitos' me encanta. Luego ya me pido agua y tan a gusto.
Cepillo de dientes, es algo muy básico, pero para mí elemental. Y libros, me llevo dos o tres allá donde voy. Me encanta leer.
De alguna manera te pone en otro lugar. Hay algo que tiene trabajar con Pedro que al principio no entendía en toda su dimensión. Él es muy querido internacionalmente y en Francia imagínate. El haber colaborado con él hace que tu trabajo y tu imagen sean apreciados y vistos con cariño fuera de España.
Lo que me sedujo de esta película es que el título es muy revelador, tiene algo como de orquesta en la que todos los instrumentos son esenciales en la historia. Había algo que sobresalía en el guion, y era la importancia de la palabra y la escucha. Me atrajo la idea de hacer un personaje más silencioso pero que cada uno de sus silencios estuviera cargado de intención. Es un personaje que empieza en la complacencia, pasa a la rabia, luego a la ironía hasta llegar a la desesperación, cuando reconoce que no tiene nada y que es incapaz de traer nada al mundo. Es un personaje contenido pero con carácter, y que tuviera esa evolución para mí supuso todo un reto.