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Borja Cobeaga, guionista y director de cine, es conocido sobre todo por haber coescrito Ocho apellidos vascos y haber dirigido largometrajes como Pagafantas o Fe de etarras. Su último estreno ha sido la serie Justo antes de Cristo en Movistar. Como donostiarra, su tierra ha estado muy presente en la mayor parte de su obra y, como buen vasco, es un gran amante de la gastronomía. Por si fuera poco, se casó con una gallega y vive en Madrid, por lo que, tanto las Rías Baixas como la capital de España son dos lugares importantes en su vida. Y además practica el turismo de festivales, ya que, acompañando a sus obras o como jurado de otras, se ha recorrido España a través de los festivales de cine. De todos esos lugares, de cómo llenar el estómago y de un descacharrante viaje en coche de norte a sur, hemos hablado con él.
Hay un sitio al que voy siempre. Más que un restaurante, es un bar. Es la 'Bodega Donostiarra', que está cerca de la playa de Gros. Se puede comer y, sobre todo, destaca por los pinchos. Aunque haga una visita de unas horas, paso siempre a tomarme un Completo, que es un pequeño bocadillo con bonito, anchoas y guindilla. Ahí lo hacen increíble y me alucina. También tienen una tortilla de patatas que preparan al momento y está riquísima y un pintxo que se llama Indurain, que es como el Completo, pero sin el pan, es decir, tiene bonito, anchoa y guindilla. Y una vez vi al propio Miguel Indurain tomándose un Indurain, cosa que me parece el colmo del metalenguaje. Es como un meme donostiarra.
Lo que destaca es la costa, que tiene sitios increíbles, así que es difícil elegir. Yo diría que Getaria, que es un pueblo de pescadores que hay que visitar sí o sí por lo bonito que es el paisaje y por cómo se come. Es muy famoso por su txakoli, ese vino blanco que es tan peligroso porque entra solo. A los que vayan, les diría que fueran a recorrer su casco histórico, el monte de San Antón, el puerto y, muy especialmente, las playas de Malkorbe y Gaztetape. Además, hay restaurantes de pescado estupendos.
Otro sitio que me encanta y que recomendaría es Zumaia. Está en una bahía donde se encuentran los ríos Urola y Narrondo. Está rodeado de montañas y lleno de acantilados, lo cual le da un toque agresivo maravilloso. El casco histórico medieval también merece la pena. Y luego tiene la playa de Itzurun, que sale en Juego de Tronos. Es la playa a la que vemos llegar a Jon Nieve en Rocadragón pare reunirse con Khalesi. Otros pueblos como Hondarribia son también muy bonitos.
Bueno, si quieren tomar algo típicamente madrileño, como unos callos o un cocido, les llevo a 'Malacatín'. Es un sitio típico de cocido fundado en el siglo XIX a unos pasos de la plaza de Cascorro. De hecho, dicen que nadie se ha conseguido terminar el cocido en sus 120 años de historia. También hay un bar entre Conde Duque y Malasaña que se llama 'La Gloria', que se come fenomenal y donde puedes tomar un vermú y estar de copas. Los domingos hacen una paella valenciana de pollo y conejo que está riquísima. Es una taberna andaluza y la decoración te hace creer que estás en Andalucía. La dueña es cordobesa y preparan un flamenquín estupendo, que es el plato que hay que probar sí o sí si se va ahí. Siempre voy con amigos que vienen a visitarme porque es multitodo, sirve para un roto y para un descosido.
Hay un hotel en Tudela, Navarra, que me gusta especialmente y al que vuelvo siempre que voy al Festival de cine 'Lo que viene'. Se llama 'AC Ciudad de Tudela'. He participado varias veces en el festival y también he sido jurado y siempre me hospedo ahí. Además, Tudela es una ciudad fantástica. El hotel es una antigua mansión de la aristocracia del siglo XVIII y era conocida como Casa de la Beneficencia. Tiene una fachada preciosa, está muy actualizado y combina muy bien lo moderno con lo antiguo. Está situado en una zona muy tranquila, cerca del centro histórico.
El último lugar al que fui fue Rías Baixas, porque mi mujer es de allí. Llevo muchos años yendo y estoy a punto de irme otra vez. Uno de los lugares que más me gustan es O Grove, que es una península unida al continente por el istmo de O Vao, con unas playas maravillosas como A Lanzada, Área de Cruz o Raeiros, donde, en cualquier chiringuito puedes tomar un pescado estupendo o un churrasco fenomenal, que es como llaman allí a las costillas. Allí todo es roca y mar. Y además está la isla de la Toja, famosa por su balneario.
Otro lugar que me parece alucinante de las Rías Baixas es la Isla de Arosa. Parece una especie de isla mediterránea idílica, pero está ahí en Galicia. Se llega a ella a través de un puente larguísimo y lo primero que llama la atención es el puesto pesquero lleno de coloridas embarcaciones. Tiene 11 kilómetros de playas a cuál más bonita. Además, tiene un parque natural dentro, el de Carreirón.
Realmente me gustaría hacerlo en Madrid, porque es algo que no he hecho nunca. Mis pelis las he rodado siempre en Bilbao, en San Sebastián… Por ejemplo, Fe de Etarras sí que se grabó en Madrid, pero en un barrio de las afueras porque se pretendía que fuese deslocalizado. Me encantaría rodar algo en pleno centro, en lugares como Malasaña, el Barrio de las Letras u Ópera, ya que son sitios donde he vivido y significan mucho para mí.
Sí, hace como tres años o así estuve en Cabo de Gata y me fui a ver Tabernas. Ya había estado rodando una cosa en el Mini Hollywood, uno de estos platós míticos donde se hacían los spaghetti westerns. Y la última vez fui a ver el Texas Hollywood, donde había rodado tanto Sergio Leone. También visité la playa de Monsul, donde se había rodado Indiana Jones y la última cruzada. Aquel viaje a Almería tuvo mucho de cinéfilo.
Yo soy de playa, pero soy de darme un chapuzón, secarme y luego ir al chinguito. Esa es mi situación ideal de playa, todo muy abreviado. Hay una playa en Galicia, en Sanxenxo, que se llama Paxariñas, que me alucina. Es especialmente bonita. A mí, como alguien del norte, esa combinación de arena fina, mar, rocas y bosque me fascina. Es recogidita, tiene un pinar maravilloso y, además, un bar estupendo ahí mismo. Está limitada por la Punta de Cabicastro a un lado y al otro por la punta que da nombre a la playa. Ahí al lado está la playa de Bascuas, que es nudista, pero a mí por lo que me gusta ir es porque es un sitio estupendo para tomarse unos chipirones.
Tengo un recuerdo de road movie de comedia de mi familia yendo desde San Sebastián a La Manga del Mar Menor. Un viaje de horas y horas y horas. Recuerdo que acababan de inventar las televisiones portátiles –aquellas que iban con una antenita– y mi madre y mi hermana veían el culebrón Santa Bárbara. Cuando iba la curva a derecha, la tele se veía, cuando iba a izquierda no se veía. Es lo que más recuerdo, más que la estancia en La Manga, tengo grabado el viaje en sí.