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Iturriaga no era un niño glotón, pero se pirraba y se pirra por los bollos de mantequilla tan típicos de la ciudad. Nos hemos ido a recorrer el lugar en el que nació el jefazo de El Comidista y nos ha salido un paseo glorioso para comer y disfrutar por Bilbao.
De pequeño vivía justo en frente y es un lugar mítico para mí. Bordaban unas pastitas de té de almendra, de colores y rellenos diferentes, que me encantaban. El pastelero lo dejó y no tengo claro que los pasteles sigan siendo igual de buenos, pero el salón de té que conserva, al fondo, es precioso. Con una decoración de fantasía de los años 20. Un sitio perfecto para ir a merendar, que es algo que me gusta mucho hacer.
Donde jugaba de pequeño. Es uno de mis sitios favoritos de Bilbao. Es una plaza muy grande, al lado de nuestra casa, y es especial porque pasábamos las horas muertas. Allí estaba la escuela de San Vicente, donde hice parvulitos (qué viejo suena, ¿no?). Los jardines tienen dos lugares importantes: Sabin Etxea, que es la sede del PNV -“El Partido” para toda mi familia materna- y el 'Café Iruña', probablemente el más bonito de la ciudad. Es un café de los años 20, con fantasías árabes y detalles taurinos, muy loco pero muy bonito.
El bollo de mantequilla es un emblema de la ciudad. Me chiflaban de niño y me siguen chiflando ahora. Y los dos sitios claves para encontrarlo son la 'Panadería Labeko', y la 'Pastelería Suiza'. La primera es más reciente y ha conseguido algo curioso. El pan era muy malo en Bilbao durante mucho tiempo y ellos recuperaron el buen pan. A la vez, hace la versión más recia de este bollo, que es muy auténtica, muy buena.
El otro sitio es la 'Pastelería Suiza', que es de toda la vida y me recuerda mucho a mi tía Luisi, una de sus clientas más fieles. Hacen una versión del bollo más ligera (y los mejores cruasanes rellenos de almendra del universo). Me hizo especial ilusión ir a los dos sitios a hacer un reportaje para El Comidista, la verdad, porque yo siempre que voy a Bilbao intento ir a visitarlos.
Es una bodeguilla maravillosa, que no tiene ni cartel ni nombre. Se le conoce como 'El Palas' y lo llevan dos señoras que no pueden ser más de Bilbao. Allí me cogí mi primer pedo, con mistela. Era un lugar donde vendían vinos y tenían banderillas, latas de conservas y tacos de bonito. Cuando entras es como si viajaras en el tiempo, porque está igual. Me gusta mucho ir, tiene conservas buenísimas. ¿Qué recomendaría? Sin duda el bocadillo de bonito. Yo lo pido siempre. Mistela no pido, porque le cogí manía después de aquel día. Pero la recomiendo también.
Es un paseo muy especial de Bilbao, diría que mi favorito. Bordea la margen derecha de la ría y va desde el Casco Viejo (donde pasé buena parte de mi juventud bebiendo y fumando porros) hasta la Universidad de Deusto (donde estudié Filología Hispánica). Por todo eso, supongo, me resulta tan agradable. Además, ahora la ría ya no huele mal, como antes, y está muy bien cuidado todo. Desde allí ves el Guggenheim y el puente de la Salve, que era un horror al principio pero que ahora ya se ha convertido en un elemento arquitectónico de Bilbao al que le hemos cogido todos bastante cariño.
En mi juventud era una zona degradada y casi peligrosa, ahora es multiétnica y tiene una parte medio modernilla (la más cercana a la ría) donde hay tiendas, bares y restaurantes bastante interesantes, como 'El Laterío', la pizzería 'Dimaio' o la librería Anti. A mi me gusta mucho 'El Laterío', es un sitio especializado en latas muy auténtico. La pizzería también la recomiendo: hacen la pizza como hay que hacerla, con buena masa, estilo italiano, no americana. La verdad es que el barrio está muy bien, es algo así como el Raval de Barcelona, que ha pasado de ser un lugar dejado, una especie de barrio chino, a un sitio más moderno, más chic.
Es el mercado de abastos de Bilbao. Le hicieron una reforma de gusto dudoso hace algunos años, pero sigue siendo un buen sitio para comprar comida. Está en el Casco Viejo, una zona que, para mí, ha sufrido bastante el efecto “parque temático” derivado del turismo masivo, con la consiguiente pérdida de autenticidad y saborcillo.
A pesar de todo, en el Casco sigue habiendo sitios que molan, como por ejemplo, el 'Baster'. Este pequeño bar es un lugar maravilloso para tomar el aperitivo o para picar algo a cualquier hora. Sus tortillas de patata individuales hechas al momento son una delicia, así como sus pintxos, su ensaladilla bolchevique o sus famosos marianitos, unos vermuts “preparados” tipiquísimos de Bilbao que te dejan toñado para todo el día.
Y cuando hace bueno es súper agradable, además. Se puede ver el mercado, al otro lado de la ría. Yo voy a menudo. Los domingos hacen un bingo travesti muy divertido que llevan Las Fellini, al que tengo pendiente acudir un día de estos.
Un bar taurino de Indautxu, un barrio elegante, bueno, de toda la vida. Desde que lo cogieron unos nuevos dueños se ha renovado y tiene una oferta gastronómica sencilla, pero deliciosa. Es un tipo de bar que está desapareciendo en Bilbao, el bar de siempre, el de tomar el aperitivo, las banderillas, algún pintxo. Está cerca de la plaza de toros. Con los nuevos dueños, 'La Antigua Casa Jesús' tiene también una oferta de quesos y jamón, de ensalada de tomate buenísima… todo casero. Conserva esa esencia de sitio de toda la vida sin moderneces, ni diseño, ni tonterías.
Conocido como “El Parque”, sin más (fue el único durante décadas). En mi infancia pasé las horas muertas allí y me sigue gustando mucho pasear por él. Es pequeñito, muy bien diseñado y muy verde. Tiene al lado el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Por la noche también era (y no sé si sigue siendo) lugar de cruising homosexual, una faceta de la que, por desgracia, no disfruté en mi juventud porque era un chico de moral judeocristiana educado en los jesuitas.
Ni Guggenheim ni Guggenhoim: mi museo favorito de Bilbao es el de Bellas Artes. Y la cafetería acristalada desde la que se ve el parque es una gozada. ¿Qué por qué es mi museo favorito? Por que tiene una colección muy buena de arte antiguo y moderno. Vamos, que es de las mejores pinacotecas de España... y eso lo pones tal cual porque es mi entrevista. Tiene hasta sala de cine y cuando yo era un joven intelectual repipi me vi allí los grandes tostones de arte y ensayo del cine europeo.
Una excursión fácil que no mucha gente conoce: te coges el funicular de Artxanda, cerca del Campo Volantín, y puedes ver el paraíso terrenal (Bilbao) desde las alturas. Mi abuelo me llevaba de vez en cuando y a mí me parecía la gran aventura.
Allí me hice adicto al helado de limón. Uno de mis recuerdos más bonitos era cuando mi madre nos llevaba de la mano a tomar helado, era un momento cumbre, porque en Bilbao la temporada del helado era muy corta, como comprenderás. Llueve todo el rato, no hay mucho hueco para tomarlos. En Bilbao solo había dos heladerías famosas: 'Gadea' y 'Alaska' (o eso creíamos en mi casa), y yo siempre fui más de la segunda.
También sirven unos bollos de mantequilla bastante buenos, en una versión más pequeña, muy adecuada si no te quieres empapuzar. El ambiente es el mismo que el que tenían las cafeterías de los años 60. Está muy cerca de la Gran Vía, tiene cuatro mesas, es muy entrañable, con un cartel viejuno con los nombres de los helados y un mural de cerámica que me rechifla. Se conserva como era en mi infancia, cosa muy rara en esa zona de Bilbao.
Y hasta aquí el paseo por un Bilbao de la infancia, de la adolescencia. Una ciudad vasca que, según Iturriaga, tiene muchas cosas buenas: la seña de identidad, la proximidad de todo y la tortilla de patatas, “que la hacen buena en casi todos los sitios porque hay tradición de verdad”.
Y ahora además se come mejor que antes, apunta. “Hay más variedad. Bilbao no era una ciudad que destacaba por su oferta gastronómica, pero en los últimos 15 años se ha diversificado, ha mejorado. Desde luego nunca fue Donosti, aunque me cueste reconocerlo”, apunta Mikel, un niño que, contraviniendo al estereotipo vasco del buen comedor (al que responden bien su hermano, sus tíos o su padre) nunca fue especialmente glotón.
¿Y qué plato vasco, genuino de Bilbao, comeríamos si nos invitaras a tu casa de Barcelona? "Te haría un pisto a la bilbaína. A mi madre le salía muy bien, y pese a que me lo celebran mucho, a mi nunca me queda igual", asegura.
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