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Acaban de cumplir 10 años recorriendo el país, saltando de festival en festival y descubriendo esos lugares a los que nunca habrían ido si no tuvieran que tocar. "Durante las giras nos movemos todos juntos, somos más o menos diez personas en carretera, y hay que comer y cenar, pero no puedes programarlo la mayoría de las veces. Encuentras sitios que son una maravilla y otros que son un desastre".
A punto de publicar su último disco en directo el próximo 1 de julio, Diez años y un día, grabado en el Arenal Sound, hablamos con Belly, teclista, arreglista y fundadora de Dorian junto a Marc y Bart. Transmite un deleite por la cocina contagioso y una sensibilidad especial por redondear la jugada para que todo encaje. Desde un sonido compacto a una mullida cama de hotel en un enclave singular.
Somos un grupo que hemos crecido en los festivales y nos han ayudado mucho a darnos a conocer. En el 2007, cuando todavía no habíamos oído hablar de crisis y se vivía un momento de auge de los festivales, pensé que eso no iba pasar más, pero la música independiente se ha expandido mucho y siguió habiendo multitud de festivales indies a los que cada vez acudía más público y en los que nosotros hemos continuado tocando. Es una buena forma de conocer el país aunque sea indirectamente, porque en realidad disponemos de escaso tiempo libre. Llegas, tocas y te vas a otro lado, pero si podemos nos damos una vuelta por el lugar al que hemos ido.
No, ahora no. Cuando tienes un grupo y empieza, duermes en cualquier lugar, como en alguna escuela habilitada para esa ocasión, pero ahora dormimos en hoteles. Por contrato, pedimos que sean mínimo de tres estrellas. Aunque hay sitios en los que no los hay y nos acomodan en el mejor lugar posible.
Hay un antiguo convento convertido en hotel en San Esteban de Gormaz (Soria) en el que nos hemos alojado un par de veces que hemos tocado en el Sonorama (Aranda de Duero) que nos encanta porque es un sitio muy bonito y tiene un restaurante muy chulo con vinos excepcionales. Y 'Pago del Vicario' en Ciudad Real, una bodega que se puede visitar con hotel y restaurante que nos gustó mucho.
La verdad es que nunca te imaginarias antes de visitar lugares desconocidos con lo que te puedes encontrar. Mérida en Badajoz es muy bonito. Nos gusta mucho Galicia, la isla de Arosa, que descubrimos por el Festival do Norte. Pontevedra y Vigo también son dos de nuestras ciudades favoritas, porque todos en el grupo disfrutamos con la gastronomía y hasta en el sitio más humilde se come fenomenal.
Otra ciudad que nos sorprendió fue Peñíscola, nunca habíamos estado y nos dejó impresionados.
Hay un restaurante en Benicàssim, 'Belumar', en el que recalamos una y otra vez porque preparan unos arroces riquísimos a la orilla del mar. Nos gusta darnos un homenaje y reunirnos en torno a un buen plato cuando hay algo que celebrar, por ejemplo un concierto del que estamos satisfechos, si quieres siempre hay algo que celebrar. Luego, volvemos a casa tan contentos.
En A Coruña, donde hemos ido bastante, hay una taberna regentada por gente del mundo de la música que se llama 'Os Tigres Rabiosos', en honor a los mejillones picantes que sirven, que tiene una comida excelente y un ambiente estupendo repleto de buenas canciones.
Cuando estamos en carretera con la furgoneta solemos preguntar en los peajes y si nos cuadra por distancia y horarios, vamos a probar. Nos acordamos de los sitios mejores y olvidamos los catastróficos, que también los hay.
En viajes muy largos, que estás aburrido, paras a echar gasolina y te compras kikos, patatas, galletas. Aunque tenemos cuidado en ruta porque los horarios son locos y en más ocasiones de las que quieres tienes que tomar un bocadillo. Por eso al menos una vez al día nos sentamos y comemos bien.
Lisandro es nuestro teclista. Y nuestro dj particular. Se pone delante y selecciona la música. Todos somos melómanos y escuchamos cosas muy distintas, lo mismo tecno que tangos. Lo bueno, que uno descubra al otro. También tenemos temas que nos hacen reír. Hacia el final del trayecto estamos mas alienados y decimos mucha tonterías.
A Marc y a mí nos gusta leer. Ir en furgo nos lo tomamos como un momento de relax. Voy a estar cinco o seis horas sin nada que hacer, así que preparo libros, comics, música, pelis.
Si viajamos nosotros dos solos por placer, siempre que se puede nos gusta improvisar. Nos marcamos unos puntos de referencia en carretera pero vamos configurando el viaje sobre la marcha porque hay sitios que sobre el papel parecía que merecían la pena pero luego no te dicen nada; y otros, en cambio, que te han latido y te quieres quedar. Es lo bueno de ir en coche.
Fuimos a una actuación en Alcañiz, en Teruel, donde se celebra un premio importante de Moto GP, en la que al final no pudimos tocar porque diluviaba, lo que nos ha sucedido solo tres veces. El entorno natural era tan alucinante que no nos importó nada. Disfrutamos mucho del paisaje.
Nunca nos había fallado la furgoneta y hace dos meses estuvimos tocando en Málaga y en Córdoba y al desplazarnos de una ciudad a la otra se estropeó. Tuvimos la suerte de que no era muy largo el trayecto, y tras un par de horas en la carretera y decidir cómo transportábamos los instrumentos, todo lo malo se resolvió con buen humor. Una vez que volvíamos de un concierto parando rápidamente en Barcelona para dejar unos instrumentos y coger otros pues tocábamos en Mallorca y teníamos el tiempo justo para coger el avión, nos pilló una manifestación de taxistas que nos impedían entrar en el aeropuerto. Estuvimos a punto de perder el vuelo pero al final lo superamos.
En general, somos bastante previsores. El bajista es el que planifica los viajes y nos engaña con los horarios para que vayamos holgados, jaja.