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Carlos Tarque, el alma y la voz de M Clan, lleva pateándose carretera y escenarios desde hace más de 25 años. Ahora está tomándose un merecido descanso en la casa de sus padres tras la larga gira de su último disco, 'Delta', reuniendo fuerzas para la descarga de adrenalina del fin de gira que tendrá lugar el 20 de enero en el Teatro Circo Price, de Madrid.
En su haber, aparte de grandes éxitos como Carolina y Quédate a dormir, innumerables giras, restaurantes, hoteles, escenarios, anécdotas de carretera y pueblos pintorescos en los que Tarque, Ricardo Ruipérez y los demás miembros de la banda han ido desarrollando todo un ritual que aquí nos desvelan.
Muchas veces comemos donde nos pilla, pero también tenemos nuestros sitios favoritos. No nos gusta desviarnos demasiado y, a veces, salimos muy temprano para intentar comer en casa. Pero otras veces comemos en el clásico sitio de carretera. Este año tenemos un conductor que es muy gourmet y conoce sitios chulos.
Vamos mucho a uno que se llama 'El Vasco', cerca de Albacete. Está en la A-3, antes del desvío a Murcia, y allí se come… a nivel vasco. Tú me entiendes. También en la A-3 nos gusta la 'Venta San José', en el kilómetro 134, que son muy majos y se come muy bien.
En la otra dirección, en el kilómetro 175, está 'Los Rosales', que tiene un lomo de cerdo en escabeche espectacular. Si vamos por la A-7 nos gusta mucho ir a 'Casa Salvador', en Cullera, donde nos solemos comer un arroz como Dios manda.
Hace poco fuimos por Cazorla (en el parque natural de la Sierra de Cazorla, en Jaén) y comimos muy bien. Hay sitios que te sorprenden, más bonitos de lo que uno se espera. Hay que pararse a conocerlos, porque merecen la pena.
Lo ideal para una banda es que el hotel esté al lado de la sala. Como turista sí que me gustan los hoteles más personales. Aunque depende, porque hay cadenas que tienen hotelazos frente al mar en los que estás en la gloria. El otro día estuve en el 'Silken' de Santander, con un ventanal que da a la playa del Sardinero, y es buenísimo. También me gustó mucho el 'AC' que hay en Montjuic. Tengo un recuerdo muy bonito de él.
El 'Parador de Baiona' también es genial. Hemos estado en tantos miles de hoteles que es complicado decirte. Solo esta semana he estado en cuatro. Lo que más se agradece es que te traten bien. Hay veces que vas a una ciudad en fiestas y está todo ocupado. Tienes que irte a 26 kilómetros de allí a una pensión de una estrella y claro, el nivel no es el mismo.
¡Y tanto! Ahora depende de hacia dónde vayamos, pero normalmente hay un sector que sale de Levante en un coche. Nos juntamos todos en Murcia y de ahí partimos. Hay otros que se juntan en Madrid y de ahí sale la furgoneta. Pero si tocamos en Galicia el que vive en Oviedo no viene a Madrid, como es lógico. Vamos en dos coches y luego va otra furgoneta aparte con el equipo.
Cuando las distancias son muy largas y estamos muchos días seguidos, los conciertos suelen terminar muy tarde. Así que nos conviene más dormir viajando que ir a un hotel. Por eso tenemos este sleeper, un autobús con camas en el que viajamos hasta que llegamos a un hotel.
En general descansamos, pero hay días en que la cosa se alarga más. ¡Ha habido de todo! Pero bueno, los tópicos del rock & roll no siempre se cumplen. En los autobuses también viajan los técnicos y ellos no suelen estar para muchas fiestas. Tienen que descansar. Hay muy buen ambiente porque somos todos amigos.
Cosas de todo tipo. Alguna vez nos hemos olvidado a alguien. Salimos y, cuando llevamos 200 kilómetros, darnos cuenta de que esa persona no va en la furgoneta. Eso fue en la época de antes de los móviles... Que nosotros llevamos en esto ya muchos años.
Una vez nos estaban remolcando mientras estábamos dormidos y cuando nos despertamos pensábamos que íbamos por el aire, porque mirábamos por la ventana y veíamos que estábamos muy alto. Y era que nos estaba remolcando una grúa porque habíamos pinchado, y solo lo sabía el conductor. Nosotros seguíamos sobando. Pero cuando me desperté y ví que no había conductor casi me da un ataque. Luego ya nos lo explicaron todo y nos echamos unas risas.
Hay mucha oferta y claro, cuando llega el invierno, todos esos restaurantes que tanto lucen en verano tienen que sobrevivir y ponen mucha calidad a precios increíbles: por 18 euros tienes un menú que flipas con gambas rojas, arroz… No he ido nunca a comer al restaurante de 'Quique Dacosta', lo tengo pendiente todavía, pero hay un montón de cocineros que han trabajado con él que han abierto sus propios restaurantes por la zona.
La familia Cervera tienen varios, 'Casa Federico', en primera línea de playa, 'Al Forn', el 'Ca Pepa Teresa'… son todos estupendos. Las mejores vistas de Denia las tienes en 'Mena', que está en la carretera de Las Rotas. En Denia hay decenas de sitios buenos y cada vez más. Yo quedo con amigos para ir probando, porque hay tantos y tan buenos que merece la pena catar lo que tienen que ofrecer.
Me gusta mucho comer. He ido a muchos sitios pero no he probado a los grandes de la cocina. Eso sí, una vez fuimos a 'Arzak', hace 14 o 15 años, y me pareció brutal. Aunque yo soy muy clasicorro: me como una fabada en un buen asturiano y soy feliz.
Me gusta mucho, por ejemplo, 'Casa Salvador', que está al lado de mi casa. Es un sitio alucinante. Tiene una especie de delta que se ve desde la terraza y estás ahí comiéndote un arroz y sintiéndote como en una novela de Blasco Ibáñez.
El rock, la carretera y todo el folclore americano de la música y el cine con el que crecimos están íntimamente ligados. Los años 60 y 70 establecieron esa relación, con películas como Easy Rider, porque ahora la gente está en redes sociales y los iconos no son los mismos.
Para Caminos secundarios me inspiré en una canción de los Little Feat que se llama Willing, que habla de un camionero que tiene que ir por carreteras secundarias para que no le pesen el camión, porque lleva sobrecarga. Tiene ese punto de ilegalidad, de blues… Es algo muy americano. Allí las carreteras tienen otro rollo. Hemos bebido mucho de la cultura americana, sobre todo en la música.
Pues los hoteles son muy inspiradores, pero nosotros hacemos más trabajo en casa. Y la verdad es que a la hora de componer y trabajar en las letras, no hay ningún sitio como tu propio hogar. Puede ser que estés en un lugar con un paisaje estupendo y te venga algo. Lo apuntas y luego lo juntas todo.
La cabeza funciona por sí sola y, a veces, viendo una película o escuchando otra canción tienes un fogonazo pero, en general, necesito estar desocupado y concentrado en lo que estoy haciendo. A veces, hay que hacer experimentos. Puedes irte a una cabaña un mes y no hacer nada pero, de vez en cuando, necesitas provocar cosas nuevas. En plan, ¿qué pasa si Ricardo y yo nos vamos a Marruecos? ¿Qué sucedería por el entorno? Yo vivo en el campo, en una casa que tiene 150 años.
No estás en medio de Alaska, no nieva, pero sí tengo esa sensación de retiro que me gusta para trabajar. Más que el mundo urbano. Las ciudades me inspiran, pero también me despistan. Tienes muchas distracciones. En cambio, estar en el campo con una hoguera es mucho más zen para currar.
Sí, básicamente se trata de hacer lo que más nos gusta con gente a la que queremos. Es algo que tendríamos que hacer más, homenajes que en América son muy normales con los grandes músicos, pero que aquí parece que nos cuestan.
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