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Jorge Blass (Madrid, 1980) lleva siete años dirigiendo el Festival Internacional de Magia de Madrid, que esta edición se celebrará del 9 al 12 de marzo en el Teatro Circo Price. Él y otros seis magos de primer nivel mundial tienen entre manos un show en el que podremos disfrutar de números de mentalismo, levitaciones, y de la fusión de magia y tecnología, el futuro de un arte en permanente evolución. Blass alterna el festival y sus apariciones televisivas en programas como El gran reto musical con el espectáculo Palabra de mago, su particular reflexión sobre el fascinante mundo de los ilusionistas, que presentará en Tenerife el próximo 14 de mayo.
Implica un esfuerzo logístico importante. Los magos nos llevamos toda la atención en el escenario, pero para eso necesitamos a los técnicos que se encargan de la iluminación, ayudantes de escena que son magos también y son el equivalente a los pinches de cocina, personas de producción… En el Festival de Magia somos 30 personas, mientras que en las giras habitualmente vamos nueve. Con mi showPalabra de mago, que es el que estoy haciendo ahora, planteamos una gira de 40 ciudades. Viajamos prácticamente todos los fines de semana, ya sea por carretera o en avión, dependiendo de la distancia. Es una vida a veces muy intensa, porque no sabes ni en qué ciudad te levantas: ayer actué en Barcelona y hoy he amanecido en Guadalajara… ¡y no sé dónde voy a estar mañana!
Sí, porque es mucha adrenalina. Los shows implican mucha concentración, es como un examen delante del público. Hay que disfrutarlo, por supuesto, pero no puedes distraerte ni un segundo, hay muchos elementos en juego. A lo mejor para hacer levitar un objeto hay un trabajo de seis personas haciendo a la vez el mismo ejercicio. Y hay que ser muy preciso. Si falla uno, la función se arruina. La luz, los tramoyistas, los bailarines sobre el escenario… Para conseguir que el público lo disfrute hay que hacer un gran trabajo previo, supone el esfuerzo de mucha gente.
Hay momentos muy intensos del año, luego vienen otros de más relax. Por ejemplo, el Festival de Magia para mí es más relajado, porque son cinco semanas en un mismo teatro y comparto la responsabilidad allí arriba con otros seis estupendos magos. Ahora estamos planteando instalarnos con Palabra de mago durante seis semanas en Barcelona en septiembre, luego vendremos a Madrid… Hay que saber cambiar de registro y hacerlo rápido. La clave está en descansar bien, tomar vitaminas y comer bien, eso es lo fundamental.
Buscamos sitios, y muchas veces tiramos de Internet y en concreto de Guía Repsol, porque siempre es una garantía. Nos gusta escoger bien, evitamos las típicas cadenas y acostumbramos a desviarnos a los pueblecitos para encontrar rincones especiales. No solo por la comida, sino por descubrir lugares que de otra manera no conocerías nunca.
Uf, hay muchas. Ayer precisamente fui a un sitio muy especial en Barcelona. Se llama 'Dos palillos', es un restaurante muy chulo en la zona del Raval, lo lleva un chef que antes estaba en 'El Bulli'. Cuando entras parece una tasca normal, pero luego vas a la trastienda y te encuentras una gran mesa cuadrada rodeando la cocina. Hacen comida japonesa de muy alto nivel, tienen un menú degustación fantástico. Es uno de los restaurantes que más me han sorprendido, no solo por la comida, sino por ese doble fondo que tiene el establecimiento. En Madrid hay un montón que me gustan, pero si me tengo que quedar con uno elijo 'Viridiana'. Tengo una buena amistad con Abraham García y es un sitio que me encanta.
'Viridiana' tiene un punto tradicional, así que a Copperfield le llevaría al Reina Sofía a la 'Taberna Arzábal', que es más sofisticada. Aunque ahora que lo pienso, no le podría llevar a ningún sitio, porque no creo que aprecie la buena comida. Siempre que lo he visto iba comiendo una hamburguesa, o un bote de esos de arroz o noodles con pollo. A Tamariz en cambio sí que le llevaría a esos sitios, porque es alguien que aprecia mucho la cocina.
Del mundo lo tengo muy claro. En Zipaquirá, en las minas de sal de Colombia, hice uno de mis shows más extraordinarios, fue toda una experiencia. En España te diría que en las bodegas Contador, en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja). Son de Benjamín Romeo, un genio del vino. Allí hice un número para la inauguración de las bodegas, con todas las vides, las viñas detrás, el pueblo… Unimos la magia, el vino y el paisaje. Fue algo realmente especial.
Mi ordenador, que no me despego de él. Algún libro que esté leyendo en ese momento. Y una baraja de cartas, claro. Si me quedo tirado en una ciudad sin dinero ni posibilidad de conseguirlo, creo que con una baraja podría subsistir.
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