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Encasillado durante un tiempo en papeles de tipo arrogante y conflictivo, Mario Casas (La Coruña, 1986) lleva unos años buscando nuevos retos y desafíos interpretativos. Y el de Bajo la piel del lobo, película dirigida por Samu Fuentes, en la que interpreta a un ermitaño que vive aislado en las montañas, es uno de los más exigentes a los que se ha enfrentado. Además, Casas ha aprovechado para aprender a ordeñar vacas, cortar leña o hacer velas con tuétano en el monte de Asturias, donde se ha rodado una parte.
Si tiene que engordar, como en este caso, disfrutaba de la gastronomía a base de generosos cachopos y fabadas. ¿Que para el siguiente rodaje, El fotógrafo de Mauthausen, tenía que bajar más de 20 kilos hasta parecer un preso de un campo de concentración nazi? Sin problema, dieta estricta y deporte constante, su gran pasión aparte de la interpretación.
Pues prácticamente todos. Esta parte de Asturias y de Huesca es brutal. Estuvimos hospedados durante un mes y medio en 'La Rectoral de Taramundi', en Asturias, y en el 'Hotel Barceló Monasterio de Boltaña', al noroeste de Huesca, y son una maravilla. El poco tiempo que teníamos de descanso lo aprovechábamos al 100%.
Lo más bonito es que, con la película, el espectador disfrutará de esos paisajes tan espectaculares. La gente nos preguntaba: ¿Pero esto lo habéis rodado en España o en los Andes argentinos? Y cuando les contestábamos que había sido en Asturias y en Huesca, alucinaban con la belleza que tenemos ahí mismo, en nuestro propio país. Es lo que tiene nuestra profesión, que nos da la oportunidad de conocer sitios que nunca descubriríamos si no fuera por las películas.
Si te digo la verdad, iba abrigadísimo. Cuando leímos el guion y nos dijeron las localizaciones todos pensamos que íbamos a pasar mucho más frío, así que fuimos muy preparados. Mi personaje, como conoce el ambiente y la región donde vive, va constantemente con un abrigo de pieles. Así que no creas, al final por suerte no fue tan tremendo. Pero claro, ves estas montañas en Asturias o en el Pirineo de Huesca y te parece que estás en Canadá a -40º. Afortunadamente las temperaturas que tenemos en España no tienen nada que ver con esas latitudes.
Por Asturias ya te puedes imaginar... En el propio hotel de 'La Rectoral' se comía muy bien. También fuimos alguna vez a 'Casa Pedro', en Santa Eulalia de Oscos. Fue estupendo. Además, como tenía la oportunidad de comer lo que quisiese porque el personaje estaba un poco más gordo de lo que estoy ahora, disfruté mucho de la calidad de la comida que hay en el norte. Yo soy gallego y en todo el litoral cantábrico la comida tiene algo que me fascina. No es por desmerecer otras partes de España, en las que también se come genial, pero me he debido educar el paladar ahí y me gusta especialmente toda la comida del norte.
Al norte de Madrid, por donde vivo. Torrelodones, El Escorial, Galapagar… toda la parte de la sierra. No me gusta nada el bullicio del centro de las grandes ciudades. Me encanta disfrutar del campo y la montaña. Por eso siempre he vivido a las afueras.
Estar con los amigos, ir al cine, ver series, salir a correr con la perra, intentar cuidarme un poco, comer mejor… Hace un par de meses empecé a dar clases de boxeo y me he enganchado. Hago mucho deporte porque, al final, es lo que me hace sentir mejor, a lo que me dedico cuando no estoy trabajando. Tal vez un domingo por la tarde, si llueve o hace malo, sí que me quedo en casa, pero soy bastante 'culo inquieto'. Intento levantarme temprano, aprovechar el día y disfrutarlo.
Voy cuatro o cinco veces al mes al restaurante de un amigo actor, Bruno Squarcia. Se llama 'Ouh... Babbo!' y está por la zona de Ópera. Hacen una pasta con huevo, trufa blanca y parmesano exquisita. En Madrid te puedo decir otros dos que me gustan mucho, 'Tres bocas', en Argüelles, y 'La montería', muy cerca del Retiro. En San Lorenzo del Escorial voy siempre que puedo a 'La Rueda', un mesón de cocina tradicional. Pero lo que más me gusta es probar cosas nuevas, parar en algún sitio que me llame la atención… ¡aunque luego no me acuerdo de los nombres! Soy un poco desastre para eso.
Soy bastante básico. La verdad es que no me importa mucho si hay spa o piscina o cualquier otra cosa. Bueno, a lo mejor que tenga gimnasio sí lo pregunto, aunque solo sea una cinta para correr. Pero por lo demás, me conformo con poco. Por decirte alguno, guardo un buen recuerdo del 'W' de Barcelona y me gusta el estilo del 'Barceló Torre de Madrid'.
Más bien Álex me tendría que llevar a mí. Conoce y se mueve de lujo en el ambiente gastronómico. Yo me lo llevaría a comer pulpo, raxo con patatas fritas y pimientos de Padrón o una buena tortilla de patatas a cualquier lugar de Galicia. Hace años me gustaba desayunar todos los días tortilla de patatas, pero desde que se ha implantado eso de la huevina ya no hay manera de que sepan igual que antes. Eso sí, en mi tierra las siguen haciendo con huevos, como tiene que ser.
Bastante bien. Es lógico, la gente se acerca y te pide una foto para subirla a sus redes sociales. Por las noches ya es otra cosa. Si estás tomando algo o has salido a bailar es más molesto, porque lo que te apetece es desconectar y estar con tus amigos. Pero en el día a día es algo que ya es parte de mí. Llevo conviviendo con ello desde que tengo 18 años y ya estoy muy acostumbrado. Quizás, precisamente por eso vivo a las afueras de Madrid y prefiero estar en el campo con mi perra que en los sitios de moda de la capital.
¡Sí, ojalá me los robe! Muchas veces vamos por la calle y le piden fotos a él y a mí no. A las nuevas generaciones ya no les intereso. Es así. Es un chaval muy sano, con mucho carisma y, si sigue trabajando tanto como lo está haciendo, creo que lo puede conseguir, porque esta profesión es constancia, dejarse la vida por lo que uno hace. Creo que las cosas le van a ir estupendamente. Si algo está en mi mano para ayudarle y apoyarle, ahí voy a estar para él.
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