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Amelia. Ese era el nombre del personaje que la hizo conocida para el gran público. Aquella profesora de la serie El Internado que tenía una aventura con un alumno y que pertenecía a la organización que realizaba experimentos en los sótanos del edificio.
Fue el pistoletazo de salida para que luego llegaran éxitos en el cine como Toc Toc y en la televisión como Gran Hotel, Galerías Velvet y Velvet Colección, actualmente en antena y bajo demanda en Movistar Plus. Por si fuera poco, está rodando la que será la primera serie española de Amazon, Pequeñas Coincidencias, creada por su marido, Javier Veiga que, además, la co-protagoniza.
Es de Santander, pero vive y trabaja en Madrid, aunque su trabajo en el teatro le ha permitido hacer gira por toda España. Debido a su profesión y a sus ansias de conocer lugares nuevos, Marta Hazas cuenta con un gran número de viajes y restaurantes fetiche para recomendar, sobre todo a aquellos que no conocen muy a fondo Santander y el resto de Cantabria, lugar de origen de la actriz.
Me encanta el Madrid de los Austrias, el Palacio Real y la Catedral de la Almudena, porque es una villa antigua pero sabiendo que estás en una gran ciudad. Me gusta pasear por las calles del centro de Madrid porque tienen mucho encanto. Pensar que por esas mismas calles pasearon personajes históricos del Siglo de Oro: Quevedo, Lope de Vega. Adoro, cuando hace buen tiempo, sentarme a tomar algo en la plaza de la Paja. Es un lugar mágico.
Le llevaría a la terraza de 'Picalagartos', que está en el 'Hotel NH Collection en Gran Vía'. Tienes que subir a la octava planta y allí hay unas vistas alucinantes de toda la ciudad de Madrid. Se pueden ver todos los tejados. Además, es un edificio con mucha historia, muy bohemio. De hecho, el sitio se llama así porque era el nombre que Valle-Inclán le puso a la taberna de su obra Luces de Bohemia. La cocina es toda muy buena y de temporada, pero ya que estoy muy castiza, te diré que uno de sus platos más llamativos son la bravas Montera, las mejores patatas bravas de Madrid.
También les podría llevar al al 'Fismuler', que es de un cocinero amigo, Nino Redruello. Su anterior proyecto, 'Tatel', ya era muy bueno, pero este me gusta muchísimo y, además, creo que se iban a sorprender. El local tiene un aire nórdico que me encanta. El diseño es obra de Ignacio, el hermano de Nino, que es arquitecto. La carta cambia según el mercado, pero yo recomiendo la tortilla de boquerones frescos con piparras o los garbanzos con ternera y cigalitas. Por otro lado, sabe lo que se hace, porque le viene de herencia, su abuelo ya tenía un restaurante en Madrid en 1930.
Una de mis pasiones es viajar y en eso tengo mucha suerte gracias a las giras de teatro que me han dado la posibilidad de descubrir España. Me enamoré de Formentera porque era un sitio con el que en principio no tenía muchas expectativas y me encontré con un paraíso. Hay gente que se va al Caribe en busca del color turquesa del mar y resulta que lo tenemos ahí al lado. Me enamoré de Cala Saona, de sus embarcaderos de madera y esos acantilados como de cuento. Además, siempre que voy, cae una caldereta de langosta.
El último hotel en el que dormí fue el 'Gran Melia Palacio de los Duques', en Ópera, en Madrid. Una vez más, el Madrid de los Austrias. No tuve vacaciones de verano y me quedé un fin de semana ahí, porque tiene una piscina en la terraza con unas vistas increíbles al Palacio Real y a la Catedral de la Almudena. Además, hay tres restaurantes en los que se cena muy bien. Se llaman 'Coroa', 'Montmartre' y 'Dos Cielos Madrid' (1 Sol Repsol). El hotel está genial. Lo recomiendo.
Pues, depende, en cada viaje me gusta combinar, me gusta el hotel de lujo pero también las casas rurales con encanto. Lo que no me gusta nada es viajar en caravana, no me resulta tan cómodo. Yo quiero viajar para estar a gusto y despreocupada.
Santander no es una ciudad que necesite muchos argumentos porque es una ciudad preciosa, con una gran calidad de vida, en la que tienes playa, montaña y además, al ser pequeña, se puede recorrer y disfrutar a pie, viviéndola. Pasear por El Sardinero, visitar el Palacio de la Magdalena o continuar hacia el centro por el paseo de Pereda es algo impagable. Y ya tenemos hasta el Centro Botín, uno de los centros de arte más importantes del mundo. Además, hay playas maravillosas cerca, así que, ¡¿qué más se puede pedir?!
Cada vez que vuelvo a casa suelo dar un paseo por el embarcadero, por el muelle, y ahí es donde consigo desconectar. Por allí está el barrio de Puerto Chico, que se denomina así porque allí estaba ubicado el barrio de marineros antes de mudarse al barrio Pesquero. Ahora alberga el puerto deportivo y hay buenos locales y restaurantes para picar. Desde allí, las vistas de la bahía de Santander son inmejorables.
En realidad, tengo varios restaurantes favoritos. Uno de ellos, para comer marisco es 'La Mulata'. Se llama así porque en Santander, los cangrejos negros y cuadrados que se pegan a los muelles se les llama mulatas. Pero no se comen, ojo. Los que sí se comen son los otros mariscos, que están riquísimos. También me gusta el 'Gele' con sus rabas de bogavante o sus mollejitas de lechal. Es comida tradicional cántabra y está cerca del paseo de Pereda.
Y otro que recomiendo es el restaurante 'Cañadío' (2 Soles Repsol), para ir de pinchos. Está en la plaza del mismo nombre, pero hace poco han abierto un restaurante en Madrid. Si quieres comer anchoas de Santoña, ese es el sitio. Hay muchos restaurantes y me encanta por la calidad del producto que ofrecen.
La verdad es que mi provincia es bastante conocida a nivel turístico, pero igual Potes es un sitio precioso para hacer rutas y ver sus paisajes en invierno. Está en el Camino de Liébana, a los pies de los Picos de Europa, y la llaman la villa de los puentes y las torres. Además, allí hay una especie de microclima, al hallarse entre montañas, que hace que sea más cálida y seca que los alrededores. Pasear por sus calles medievales es mágico. Y cerca se pueden hacer excursiones a monasterios, al monasterio de Fuente Dé o a la Cueva de El Soplao.