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Confiesa que antes de participar en el concurso MasterChef Celebrity, de TVE, apenas sabía cocinar, pero desde muy pequeño, por su trabajo y la influencia de sus padres, ha ido educando el paladar, visitando los mejores restaurantes, de todos los precios, pero con encanto. Ahora le toca cocinar para sus amigos, y cuando puede se entrega recorriendo los mejores mercados de Madrid, como el de San Miguel o San Ildefonso.
Miguel Ángel Muñoz, entre rodaje y rodaje, coge la Guía Repsol, busca aquellos Soles que aún no ha podido visitar y planea un viaje para descubrirlos. Le encanta conducir, coger su coche e ir improvisando. "Siempre he sido muy delgado y tengo buena genética. Hago deporte y me preparo maratones, por eso tengo que comer un montón para estar en forma", confiesa el madrileño, quien recomienda al turista que venga a la capital moverse en bicicleta. "Es mi medio de transporte favorito y la mejor manera de conocer la ciudad, desde Malasaña al centro, recorrer el Madrid de los Austrias o la Latina. Retiro o Templo de Debod, donde están los atardeceres más bonitos".
La experiencia fue maravillosa. No sabía absolutamente nada de cocina y tenía un reto muy importante que era ver hasta dónde podría llegar. Era el peor con diferencia cuando empezamos y era muy gratificante para mí ver cada día cómo iba sacando los platos y superando las pruebas que teníamos. Llegar a la final y ganar ha sido un regalo extra y cuando se emitió, fue increíble ver la gran aceptación que tuvo por parte del público.
Antes no cocinaba, pero ahora lo hago muchísimo más, aunque eso no quiere decir que esté todo el día entre fogones. Pero en cuanto tengo ocasión y cocino, la diferencia es brutal. Ahora el plan que me toca mucho es el de ir a casas de amigos y cocinar solo, o con mi amigo Gerónimo Mateos, ese ángel que cayó del cielo y con el que ensayaba hasta tres y cuatro horas diferentes platos durante el rodaje de 'MasterChef'. Tras el concurso lo seguimos haciendo y quedamos para cenar o comer con amigos, que se comen lo que hayamos hecho.
A mí me ha gustado siempre muchísimo la gastronomía y desde pequeño he sido muy curioso. Me gusta conocer sitios, probar diferentes cosas y tengo interés desde los 14 años. Pero es verdad que con la popularidad del programa, ahora cuando estoy en un restaurante, aparece el chef que lleva el local a saludar, me invita a pasar a la cocina y me hace mucha ilusión. Tengo mucha más inquietud en la preparación de los platos y si antes ya respetaba el oficio de cocinero, ahora muchísimo más. No me he vuelto más exigente, sino mucho más compasivo porque sé todo el esfuerzo que hay detrás.
Elegir entre restaurantes es como elegir solo una película buena, muy difícil. Tengo muchos favoritos y depende de la ocasión. Miro la experiencia que ofrecen, el trato que te dan o el tipo de comida que me apetezca en el momento. Cuando quiero comer en familia, despejarme y estar en un entorno familiar no hay un plan mejor que irme a Guadarrama, al restaurante 'Sala', donde llevo yendo más de 15 años. Su especialidad son las gambas a la plancha; hacen más de una tonelada al día y luego el trato es inmejorable. Yo siempre recomiendo al que viene de fuera, que si tiene tiempo suba a pasar un día por allí y vea el Escorial y el Valle de los Caídos.
Cuando busco un ambiente también familiar pero más castizo y me apetece algo más consistente, una buena opción son las verdinas de 'El Tulipán', en la calle General Díaz Porlier, 27. Son espectaculares y muy bien de precio. Para algo más sofisticado, está bien cualquier plato de la carta de temporada del restaurante 'Lakasa'. Está muy céntrico (Plaza del Descubridor Diego de Ordás, 1) y con precios asequibles.
La calidad no depende únicamente del precio. Uno de los sitios que más frecuento en Madrid, y me encanta por su antigüedad, es la sidrería 'Casa Mingo', en el Paseo de la Florida, 34. Ya no quedan tabernas como esas y tiene una decoración preciosa. A mi Tata le encanta y voy mucho con ella. No encuentras un pollo mejor en todo Madrid y si no tomas demasiada sidra, no pagas más de 15 euros por comer. Otro sitio del estilo es 'Casa Labra', donde voy a tomar unas rodajitas de bacalao o croquetas, también de bacalao, o empanadas.
Para seducir siempre es un planazo una cena. Un sitio donde comas bien y te puedas tomar tu copita de vino. A mí me gusta mucho un plan, que impresiona pero que es más para comer. Visitar 'Casa Benigna', en la calle Benigno Soto, 6 (Madrid). Hay unos arroces que quitan el sentido. Norberto, el dueño, diseñó una paellera especial para que no se tocasen casi los granos de arroz y no se pusieran unos encima de los otros. Puedes ver cómo lo prepara, a la vez que estás en un ambiente muy familiar, muy tranquilo. De vez en cuando Norberto se anima, saca la guitarra y te canta alguna canción. Es un plan francamente divertido.
Luego pasear por Madrid, ir al Templo de Debod, al Madrid de los Austrias, al Retiro... Son planes con los que siempre quedas bien. Yo en mi día a día voy con la bicicleta a todos los sitios y recomiendo que si alguien viene de turismo, también lo haga.
Soy de coger la Guía Repsol y recorrerme los Soles que aún no conozco. Primero pienso en ir a comer y luego a disfrutar de lo que me pueda ofrecer la zona. Muchas veces priorizo el restaurante a la ciudad a visitar.
Hace unas semanas estuve en Santander con mi amigo Daniel Val Garijo. Es médico hematólogo en Luxemburgo, un fuera de serie. Le gusta la historia y crea juegos, nos conocimos a través de la afición de los juegos de mesa. Tendré en mi casa como 90 juegos de este tipo. Cada uno salió desde una punta y nos encontramos directamente en el restaurante 'Marucho' (calle Tetuán, 21, Santander) para comernos un rodaballo. Lo recomiendo muchísimo porque es un restaurante de los de toda la vida, muy popular allí y de buenos precios. Es muy chiquitito y hay que reservar con tiempo para tener mesa. El rodaballo, en concreto, es un espectáculo insuperable.
En Santander también hicimos algunas rutas en bici, nos acercamos al faro y recorrimos toda la montaña que rodea la bahía, donde hay unas vistas impresionantes, donde hicimos un alto para tomar unas rabas en el bar del Faro.
En hoteles yo también priorizo la cercanía del hotel a lo que quiero visitar, a que el hotel sea muy lujoso. En ese sentido soy muy práctico, porque no suelo pasar mucho tiempo en ellos. Busco que estén en zonas tranquilas y tener una buena cama para descansar. Si voy a estar una estancia más larga, sí que miro más el hotel y las ventajas que me pueda dar como piscina, spa o gimnasio.
Hace poco estuve rodando en Barcelona con Isabel Coixet y me alojé en el 'Room Mate Emma', de diseño, que está en la zona del Eixample. Es muy divertido para la gente joven y a la vez, nada ruidoso y con un trato del equipo increíble. He repetido y seguiré haciéndolo.
En Mérida estuve hace unos meses por trabajo. Buscábamos localizaciones para un proyecto nuevo. Fue algo muy rápido pero me encantó, sobre todo el casco antiguo y el teatro romano. Lo pasé muy bien y el sitio donde comí, que me recomendaron unos amigos, 'Las doce uvas', tenía unas raciones muy generosas. El patio interior del Parador es fresquísimo para estos días de tanto calor.
También recomiendo Málaga, donde viajo desde pequeño. Casi siempre me hospedo en el 'AC Málaga', antiguo Málaga Palacio. Está muy bien ubicado y tiene una piscinita en la terraza, donde te puedes tomar luego una copa y tener vistas a la catedral, que por la noche, iluminada es preciosa. Hago siempre una parada obligada para tomarme unos espetos y unas coquinas con chacina en el restaurante 'Maricuchi', en la playa de Pedregalejo, que es un clásico. En la ciudad, la ensaladilla rusa de 'El Refectorium' o las tapas del clásico 'Pimpi'.
Y por último, Cádiz. El Palmar o Conil de la Frontera tienen sitios ideales para surfear o practicar yoga. Dan una tranquilidad muy especial.
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