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Es primavera y la isla se despereza tras su letargo invernal. El campo huele a pino, a tomillo, a hinojo y el mar se aclara y se viste de estrellas para seducir a todo aquel que lo vea, con el irresistible deseo de zambullirse en él. Al norte de Ibiza, el municipio de Sant Joan de Labritja resiste al invasor, el turismo de masas y mantiene su esencia rural, tranquila, de pueblos con pequeñas iglesias blancas, donde todavía se oye el ruido de las gallinas.
Aquí Nacho Cano tiene su casa ibicenca, ya que reparte su existencia entre la isla y Madrid. El compositor, productor discográfico, director de escena y empresario ha vivido en muchas partes del globo: Londres, Nueva York, Calcuta, Miami… Pero este universo, cosmopolita y libertario en medio del Mediterráneo, empieza a ser, cada vez más, su lugar en el mundo.
Aquí nada, incluso en invierno con traje de neopreno, anda en bicicleta, respira, hace yoga, pasea a sus adorables perros, Marco y Polo, y, por supuesto, trabaja, compone, crea y se inspira. Esta isla ha seducido a generaciones y generaciones de piratas, corsarios, comerciantes, hippies, artistas, vividores, bohemios, adoradores del sol y de la luna, peregrinos del techno, millonarios y aspirantes a serlo. Algo debe tener esta roca legendaria, ¿no creen?
Vine a tocar en el año 81 u 82, no lo recuerdo muy bien, a la discoteca ‘Ku’, en Ibiza, que tenía un escenario muy pequeñito encima de una piscina y una grada para 300 personas. Eran unos años muy divertidos y la gente se lo pasaba bomba. Esa noche fue muy espectacular en cuanto a percibir el ambiente creativo y liberal de la isla, y decidí que yo tenía que tener algo aquí. Así que, en cuanto pude, adquirí unas propiedades en el edificio Mediterráneo, que fue el primero que se hizo en el puerto de Marina Botafoch.
Hay dos Ibizas muy marcadas. Una es la de la fiesta, la del desmadre, la de perder la salud, y otra es la de ganarla. Con el tiempo, tras años en la parte de perderla, me interesó más la de ganarla y, evidentemente, eso está más relacionado con el campo. La naturaleza es salud. Todo lo que sea mar, sol, pinos, aire puro... Y el norte en eso es imbatible. Igual que hay otras zonas de Ibiza donde el mambo y los decibelios son los que imperan, el norte es una parte muy protegida. Prácticamente, en estos casi 25 años que llevo aquí, no he visto que se moviera nada; pero, además, es una zona ideal para cuidarse desde el punto de vista mental, humano y espiritual. El norte de la isla saca lo mejor de ti mismo.
Realmente el estar aquí, tener estas vistas y respirar esta calidad de aire ya te aporta muchas cosas, sobre todo salud. Ibiza tiene un componente de libertad, de magia, por eso fue tan atractiva para los hippies en los años 70. El nuevo musical en el que estoy trabajando cuenta esa historia, esa gente que no quería ir a la guerra de Vietnam, que desertaban y se venían a vivir aquí. Así empezó el movimiento hippy en Ibiza. La isla tiene esa especie de halo de que aquí puedes ser tú mismo. Y en ese halo es donde la creación se desenvuelve; porque cuando dejas de ser tú mismo y adquieres los patrones establecidos, entonces la creatividad o se tapa o desaparece.
Evidentemente el impacto del turismo masivo está aquí, lo que pasa es que yo creo que en Ibiza han sido inteligentes y lo han recluido en ciertas zonas; por ejemplo, San Antonio. Entonces, San Antonio, aunque tiene partes bonitas, se come todo el marrón o gran parte del marrón de ese turismo que arrasa por donde pasa. Pero la esencia de Ibiza sigue viva. Yo todos los años que llevo viviendo aquí, bajo al acantilado de abajo y veo el mismo ambiente. Ibiza ha sabido conservar bastante bien su parte de naturaleza y veo con agrado que los nuevos hoteles que se abren ahora, como el ‘Six Senses’, tienen ya un intento de respeto por el entorno, de fastidiar lo menos posible a la naturaleza.
Yo creo que si hablamos del ambiente adinerado, Ibiza es de lo menos hortera que hay. La gente que viene aquí, que tiene dinero y se lo gasta, tiene también un cierto buen gusto; porque hay otras partes de España en las que eso no ocurre. Por otro lado, el que se gasta la pasta aquí también da de comer al mecánico, al que le cuida el jardín, al del restaurante… Mientras se mantenga un cierto buen gusto no me parece mal, porque sigue habiendo sitios donde comer que no son caros. Por ejemplo, en Londres o tienes mucho dinero o es que, directamente, no comes. Ibiza, sin embargo, sigue teniendo sitios populares en los que se come bien, como ‘Can Sulayetas’, a precios muy razonables. Si la progresión a la restauración y a los espectáculos se sigue haciendo en base a la excelencia, eso significará que va a haber puestos de trabajo. Yo no estoy en contra de ese desarrollo, siempre que se haga con buen gusto.
Estoy en contra de masificar el turismo y ponerlo todo a precios más asequibles, porque creo que hay zonas más preparadas para ese tipo de turismo en España. El de Ibiza debería ser de gusto, de calidad, de excelencia. Y eso no quita que haya opciones en toda la escalada de precios, que ya las hay, porque aquí hay mucha población que no es rica, ni mucho menos, y que viene a trabajar; gente de España y de fuera. Yo siempre he dicho que en el mundo hay tres ciudades realmente cosmopolitas: Nueva York, Londres e Ibiza. Y eso es patente en el hecho de que la mayoría de los negocios los regentan gente de fuera. A mí que las personas se desarrollen y quieran vivir mejor, que creen riqueza, la compartan y la estimulen, si es en un ambiente de creatividad y excelencia, me parece fantástico.
Me gusta nadar y el contacto con el mar es fantástico, tiene unas propiedades depurativas increíbles. La semana pasada, desde la terraza de mi casa, vimos ballenas por primera vez. Empezamos a ver unas manchas negras, grandes, de una longitud de 20 y 30 metros y estuvieron toda la mañana allí tres o cuatro. No sé si eran ballenas y cachalotes, pero, claramente, eran unos monstruos importantes. Delfines se ven a menudo, al igual que rayas. Es un lujo poder nadar en estas aguas y estar en un lugar así, solitario, sin nadie alrededor.
Para el nadador, el Mediterráneo tiene una cualidad muy buena y es que no hay tiburones. Me he tirado diez años en Miami, nadando en el mar, y aquello era un horror, siempre estabas pensando que iba a venir un tiburón a morderte. Allí el mar es más agreste, no ves el fondo y tu mirada alcanza poco. Una vez me crucé con un tiburón martillo, pero no lo vi hasta que no lo tuve delante de los ojos. Pero aquí ves el fondo desde el barco. Es increíble que este paraíso este a solo dos horas de avión de París o de Ámsterdam. A menos de cinco horas de Moscú. Ibiza es un lujo.
Claro que si te pones a repasar la historia de esta parte de la geografía, ha habido unas ensaladas de hostias importantes (ríe). Pero con su glamour, eso sí, porque estamos hablando de los romanos, los cartagineses, los fenicios…
Es como ocurría antiguamente, que la gente tenía un negocio como extensión de la vida y como medio para ganársela, pero no dejaban de lado la conversación, el detalle, la comunidad. Eso es lo que existe en ‘Can Sulayetas’, que, además, lo tengo al lado de casa. Es de esos sitios donde puedes ir sin compañía porque nunca vas a estar solo. Llega uno y te enseña el cachorro que ha comprado, otro se trae un tractor, el otro te habla de esto o aquello.
Lo bueno de Ibiza es que pasaba algo que no pasaba en ningún otro sitio. Tú ibas a un restaurante con un Rolex de oro y no te miraba nadie, pero llegabas con un gorro de paja, al que le habías puesto una pluma, y eras el rey de la fiesta. Ese sigue siendo, un poco, el sello de esta isla. Se valora más la imaginación, la creatividad y lo que aportas en cuanto al buen rollo, que el hecho de epatar o chulear. Obviamente, sigue habiendo el ricachón que trae cuatro chavalas y que intenta ir en el coche más grande, pero eso es ya otro ámbito. Aquí el rico hortera nunca ha estado bien visto y él tampoco se ha sentido nunca en su ambiente. ¿Qué pido para comer aquí? Hay una pizza con beicon y pimienta deliciosa, chuletas de cordero y un día a la semana asan sardinas.
Es un bar espectacular, empezando por su situación arriba del pueblo, al lado de la iglesia, que también es preciosa. Lo bueno del bar es que conserva su estética de antaño, de hace cien años, con su mostrador y sillas de madera, sus mesas de mármol, el tablero de ajedrez. Pero, además, lo llevan unas chicas con un rollo fantástico. Es decir, que lo tiene todo. Cuando una cosa supera el paso del tiempo, es que tiene mucho valor.
El teatro es propiedad de las dos familias Matutes, legendarias en la isla. Por un lado está la rama de Abel Matutes y, luego, Matutes Barceló, que es la que se ha hecho cargo de la dirección del teatro y a mí me han encargado la gestión artística. ¿Qué supone esto? Desde supervisar todo el planteamiento técnico de instalaciones del teatro, de cómo tiene que ir la acústica, el sonido, las luces y la decoración; hasta planear los espectáculos y la programación.
Para los que no vivan aquí y desconozcan el tema, el Pereira es un teatro muy antiguo, de 1898, con mucha historia, y ahora mismo está siendo reconstruido. Esperamos que las obras finalicen para septiembre-octubre de este año. Estamos trabajando con los arquitectos y todos los equipos porque ese teatro no es muy normal. Es un teatro donde el espacio escénico lo ocupa todo, así que el show empieza en el momento en que pones un pie dentro.
Pretendemos que sea un espacio cultural en dos ambientes: un bar con música en vivo, como continuación al ‘Café-bar Pereira’. Algo muy importante en esta isla, porque hay mucha música en lata pero poca música orgánica, hecha con instrumentos y en vivo. Yo vengo de ese mundo. De hecho, el récord histórico de más gente en un estadio en Ibiza, escuchando música en vivo, lo sigue tiene Mecano.
Y luego está el teatro, donde habrá todo tipo de espectáculos. El musical del que te hablé, sobre la Ibiza de los hippies, que se llama Ibiza Hippie Heaven, se estrenará en el Teatro Pereira en el 2024 y se centrará en ese tipo de personajes que iniciaron esa comunidad que giraba en torno al sexo, las drogas y la música. Con lo que significa de evolución de los diferentes géneros musicales. En Ibiza la música no fue algo más, sino algo que determinó los patrones de moda y de comportamiento a todos los niveles. El pop, el rock, el blues, el jazz, el techno; en todo eso Ibiza ha sido pionera.
Aquí han vivido Mike Oldfield, los de Oasis... Actualmente tiene aquí su villa Robert Plant, de Led Zeppelin. Estuvieron los Estudios Mediterráneo, que los llevaba Mariscal. Ahí grabó desde Frank Zappa a Bob Marley. El musical va a ser un repaso por todo un repertorio. Va a ser distinto que Malinche, el que actualmente tengo en Madrid, que es algo más histórico, porque Ibiza Hippie Heaven va a ser más fiestero.
La nueva cultura de invierno que va a haber en Ibiza; porque antes con el fin del verano se acababa todo. La gente que tiene su primera residencia aquí, que ya es mucha, podrá empezar a disfrutar de cosas como la semana del cine holandés, la semana del cine alemán, semana del flamenco, simposios de todo tipo. Queremos hacer también una orquesta con músicos residentes, que puedan tocar el viernes noche la Quinta Sinfonía de Beethoven, por ejemplo. Queremos que la Ibiza de hoy recupere el invierno.
Totalmente. De jueves a domingo estoy en Madrid y de lunes a miércoles en la isla. Esta tendencia se revertirá y, con todo lo del Teatro Pereira, tendré que estar cada vez más tiempo en Ibiza. Pero sí, me veo aquí, donde la vida es más amable, más gratificante. Un buen sitio para envejecer. Se respira mejor, se come mejor. Espero que los últimos años de mi vida, que no sé cómo van a ser, ni tampoco me preocupa mucho, sean en un ambiente espectacular. Contar con algo aquí, en Ibiza, es un lujo que no tiene todo el mundo y soy consciente de ello. Si por algo le estoy agradecido a la musca es por haberme dado la posibilidad de poder vivir aquí; aparte, también, de viajar y de haber podido conocer el mundo.
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