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A Tamara Falcó le encanta viajar, disfruta y se sorprende, curiosea, es comodona (ni mochilas, ni camping). Le gusta comer, le gusta la playa, se duerme fácilmente en los aviones… Y sabe encontrar el restaurante perfecto para satisfacer a su variopinto núcleo familiar: 'El Qüenco de Pepa', en Madrid.
No mucho, no me gusta, la verdad. Una vez en el campamento en Suiza, y otra vez en el jardín de la finca de mi padre. Me encantaría ir a las burbujas esas… Pero, en general, no le veo la gracia.
De Comporta, en Portugal. Ha sido un viaje de placer, un fin de semana largo. Es un pueblecito pequeño de pescadores, tiene este rollo eco, campos de arroz al lado de la playa, todo como muy sencillo. Ahora lo que te apetece es viajar en coche. Yo quería un sitio con playa, tengo varios amigos con casa allí. Me he ido con mi íntima amiga, que es como mi hermana, que me dijo que necesitaba salir de Madrid. Vayas a donde vayas, tras seis horas en coche te da la sensación de estar en el extranjero.
Cuando viajo a los sitios intento hacer las cosas culturales, me gusta descubrir sitios, locales con más encanto que no sean muy conocidos… Busco en guías especializadas para descubrir la esencia.
Cuando llegaban mis hermanos de Estados Unidos a Marbella. Los helados después de comer. Recuerdo la buganvilla, el sabor del sur, esa gente tan amable, esos momentos…
Cuando era pequeña, volvíamos de Barbados y mi madre se fue EE. UU. y nos dejó a nosotras con la niñera y con Miguel (por Miguel Boyer). Estuvimos ocho horas en el aeropuerto y resulta que el avión se había saltado la isla. Nos tuvimos que quedar allí hasta el día siguiente… Mi madre decía: "para una vez que os dejo...".
No lo soy y me parece un auténtico milagro conseguir que te quepa todo en una mochila. Mi mayor problema es cuando llego al momento zapatos. Me parece muy chulo, pero no es lo mío, además, la verdad es que soy un poco miedica.
Me encanta viajar, siempre conozco a gente interesante. Por ejemplo, en el viaje de Castilla-La Mancha que hemos hecho, el chófer, Julián, fue un descubrimiento, me pareció una persona superfeliz.
Yo creo que el más especial es el 'Amanpulo' en Filipinas, en la isla Pamalican. Llegas con un avioncito desde Manila. Las cabañas, esa playa que a mí me encanta, ir a darle de comer a los peces, que eran de todos los colores, y traer una estrella azul que luego devolvimos… Y el trato, la gente que trabaja allí, que te hacen la experiencia increíble. Es lo que dice mi madre: "Esto es el lujo asiático, que te lleva a otros niveles".
'Atrio' (3 Soles Guía Repsol), de mis amigos Toño y Jose. Empezó como restaurante y ahora también es un hotel y la verdad es que estoy deseando ver la ampliación. Cuando era restaurante y no estaba en el casco antiguo de Cáceres, mi padre me llevó y me acuerdo de que me encantó la comida pero es que si la comida es excelente, Toño y Jose lo son aún más. Es un sitio al que siempre voy a volver porque siempre voy a poder ir con alguien y quedar bien.
Me gusta tomármelo todo a mi ritmo, tranquila, me gusta hacer cosas pero a mi bola, no soy de esa gente que lo quiere ver todo. Una vez fuimos a Nueva Orleans y una de las compañeras ¡tenía una lista de 19 cosas que había que ver!
A mí me encanta estar con mi familia… Diría que en Miami, que es el Caribe. Es una isla a la que he ido desde pequeña, es como un sitio propio.
Nunca faltan unas havaianas, sea verano o invierno, o sitio de playa, por si acaso me parece que la ducha no está bien… Antes me llevaba unas zapatillas también para la noche, pero vi que estas también servían.
A mí me gusta mucho comer. En el viaje por Castilla-La Mancha, por la noche me pedí unas migas, que es un plato pesado, pero me las comí. Me gusta mucho tomar comida que me recuerda a mi infancia.
Mi primer viaje fue cuando tenía un mes, a Suiza, porque estaban allí esquiando mis hermanos. Pero para mí viajar está asociado siempre a unas sensaciones muy divertidas. No me podía creer que la guardesa que teníamos en el campo nunca hubiera visto el mar, por ejemplo. Cuando se jubiló se fue en autobús con su marido.
'Landa'. Camino al norte, cerca de Burgos. Con unas croquetas de locos, es un clásico donde se come fenomenal.
En Madrid, en casa de mi madre. Y si saliéramos a comer, 'El Qüenco de Pepa'. Nos gusta a todos, a mi madre y a Mario, (por Mario Vargas Llosa), que son más clásicos. Y también me gusta a mí, que soy más atrevida. Cenamos todos allí con Enrique, cuando vino a dar un concierto… Mi hermana Ana y su marido van todos los sábados.
A Samantha Vallejo-Nágera, porque me cae muy bien y tenemos gustos muy similares, es amiga de mi hermano Manolo desde pequeña. Después hemos coincidido en sitios. Me encanta cómo se porta con sus hijos, hacia mí tiene ese punto de hermana mayor…
La afición me viene de ahí, pero es algo que me gustaba desde siempre. Pero como no me dejaban meterme en la cocina… A mi madre le horroriza todo el olor a cocina y además le daba miedo que me quemara, así que no me dejaba… Me permitían brujulear y eso, y hacer postres me gustaba. Cuando me regalaban libros de cocina yo notaba que me gustaba. Pero entrar en el programa y tener a gente formándome me dio un amor por la cocina ya definitivo.
Yo vivo con mi madre, y allí hay una cocinera. Así que tendría que ser algo especial para que yo pudiera meterme en la cocina. A veces, si un señor te trae cosas estupendas a casa, un pulpo por ejemplo, sí que me dan ganas de ponerme a cocinarlo.
Sí, porque tengo más tiempo. Y para leer necesitas tiempo. Pero en los aviones me quedo dormida en el momento en el que me siento. Tengo una facilidad increíble para dormirme.
En Marbella. En la Clínica Buchinger, en un retiro de ayuno. Diez días. Vengo una vez al año. Con mi madre y con Mario, que fue quien nos lo descubrió, porque él venía desde siempre. Y la historia del fundador es maravillosa: un médico naval que se quedó paralítico y no podía continuar su carrera y le hablaron del ayuno y se curó. Empezó la primera en Baden Baden. Me sirve para reconectar conmigo misma.
Llegas y te hacen una analítica y empiezas, es medicina integral. El ayuno te sirve para mucho más que para adelgazar, es para dar a tu organismo mucho más. Estás más lúcido y despierta la creatividad. Es ese equilibrio entre la energía que metes a tu cuerpo y lo que realmente necesitas. Ahora que hay comida en todas partes, es difícil diferenciar. Haces lo que te da la gana, eso sí. La primera vez que llegué estuve tres días durmiendo. Por la mañana te dan miel, a la hora de la comida te dan un gazpacho, un caldito y por la noche también. Y no tienes hambre, porque una vez que entras en cetosis, ya está. Además de ayunar, das paseos, hay bares de agua… Yo he hecho un curso de cocina de desayuno. Hay unos jardines preciosos, está la casa de la meditación…
Diría que es un lujo complicado, pero para lo que te dan no me parece excesivo.
Me gustaría que fuera a las Maldivas, que me encantan, o a las Seychelles, que no he estado nunca.
Menorca, Formentera, pero ya no me dejan en paz. Saber que estás siendo observado. Como mi madre tenía este problema, ya desde pequeña, estoy acostumbrada a marcharme lejos. Íbamos al extranjero por eso, pero en realidad a mí me encantan las Baleares, me parece que son perfectas. Preferiría irme allí, está más cerca y es muy parecido a cualquier otro lugar lejano, pero es agotador… Mario tiene una teoría para llevar esto bien, y es que ya sabes que te van a estar sacando, así que hay que hacer como si nada.
A mí me gusta mucho la cocina de vanguardia, me divierte mucho. Tienes que ir con gente que le importe. Me quedo con el restaurante 'Disfrutar' (3 Soles Guía Repsol), en Barcelona, que creo que es el que reúne todo lo que ha de tener un sitio de ese tipo hoy en día: innovación, técnicas depuradas, cocina de autor, un discurso…
Río. Me sorprendió la vegetación, las frutas que había por todas partes. Estuve hace como siete años y lo recuerdo espectacular.
Lo intentaban, pero era cabezota, me daba asco. Y me leí un libro que se llamaba La Antidieta, y describía lo que hace la carne en el organismo. Yo he intentado dejarla del todo, pero no me sienta bien, mi dieta ha de tener una base de legumbres, fruta y verduras, pero necesito carne. Pero cuando incorporé la verdura, ya no he parado.
Yo era carnívora. Pero a medida que me he ido haciendo mayor disfruto más con el pescado. Aunque el otro día hicimos presa ibérica y me arreé un bocadillo de presa ibérica con pan candeal. Hoy en día necesito tomar fibra.
¡¡¡¡Mi padre!!!!, sin duda. Ha tenido una batalla constante en ese aspecto, a mí me encantaba el restaurante chino, y me llevaba al Burger King y no comía, y me miraba mientras yo me comía mi hamburguesa. Y me educaba al respecto. Él es el que me ha llevado a comer a restaurantes estupendos. El de Pepe Rodríguez, 'El Bohío' (2 Soles Guía Repsol) lo conocí antes del programa y me encantó. Al principio era un rollo, se desviaba para ir a sitios. Pero todo eso fue lo que me salvó en 'Masterchef': yo tenía una enciclopedia de sabores, tenía educación gastronómica, veía otros platos y sabía cuál era cateto y cuál no. No sabía hacerlo, pero sabía distinguirlos. Le debo todo eso a mi padre.
Yo creo que ha sido 'Coquetto'. Es un restaurante que ha montado Mario Sandoval en un plan más informal y la verdad es que me ha sorprendido: tardamos muy poco en comer, fue delicioso –como todo lo que hace Mario– y la decoración, el ambiente y el servicio es muy bueno.
Las carreteras que están al lado de donde tenemos los viñedos, que es en Malpica de Tajo. Por allí me encanta perderme. Me encanta ver los girasoles en verano, perderme por observar la naturaleza, los conejos, encontrar caminos, una casa antigua que igual me gustaría comprarme… Eso a mí me encanta.