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Su agenda echa humo. Es una de las caras de moda de la ficción española. Guapa, con talento y estilosa, Úrsula Corberó crea tendencia. El personaje de Tokio, uno de los protagonistas de La casa de Papel, la serie que triunfa en Antena 3 esta temporada, la tiene inmersa en uno de los rodajes más intensos de su carrera.
Luchadora y con personalidad, algo que dice haber heredado de su madre, tiene muy claras sus metas en la vida. Convertida en musa del director de cine Julio Medem en la próxima película a punto de rodar, El árbol de la sangre, saca tiempo siempre que puede para viajar, algo “sin lo que no podría vivir”, como ella misma nos explica. Nos confiesa, además, sin ningún tipo de reparo, que comer es una de las pasiones de su vida. Y que si tiene que gastarse el dinero en algo, siguiendo el consejo de su abuela, es en un buen restaurante.
Siempre que voy intento visitar El parque Güell de Gaudí. Es un sitio que me rechifla, no sé si porque iba desde pequeña y me recuerda mucho a los míos, pero me da muchísima alegría pasear por allí. Lo frecuento bastante aunque suene a sitio tópico, porque me trae muchos recuerdos. Me da la vida ir allí. Aconsejo a todo el que pase por Barcelona que lo visite y sobre todo durante los días entre semana, porque el fin de semana se llena de gente, aunque sigue siendo igual de bonito. Es precioso.
En Barcelona tengo mi ruta gastronómica y, aunque pruebe de vez en cuando algún sitio nuevo, hay dos clásicos a los que necesito ir.
Uno de ellos es el 'Suculent', en el barrio del Raval. Es buenísimo. Es como una cocina de autor, pero popular y autóctona. Tiene una decoración muy auténtica, al estilo de las fondas antiguas y se come increíble. Los fines de semana tienen actuaciones de rumba catalana. Su cocinero es muy conocido, Carles Abellán y hace un ceviche de gambas buenísimo.
Me gusta mucho también como preparan el osobuco. Tienen unas tartas de postre que te hacen perder la cabeza y que merecen la pena probar, como el mató de bonitato.
Pero si hay un sitio al que tengo especial cariño y me encanta es el 'Seoul', un coreano muy sencillo y familiar pero delicioso. Está en la avenida de Gaudí, justo en frente de donde vive mi tía abuela, y me recuerda también bastante a mi infancia. Si alguien visita la ciudad tiene que ir y pedir el kimbap y una especie de ternera en salsa que va envuelta en hojas de lechuga, 'bul go gui', que ni te lo crees lo rica que está.
Además tiene muchos platos y menús degustación. Kim, la dueña del restaurante, es coreana y madre de una compañera de clase, algo de lo que me enteré años después, una de las veces que fui. Está siempre con una sonrisa y controla como nadie este tipo de cocina, de calidad y cuyos platos te va explicando a medida que te los sirve.
Voy mucho con mi chico al que le vuelve loco la cocina coreana, y por cieto, también es el sitio favorito de mi hermana, otra incondicional del 'Seoul'. Por eso recomiendo ir y probar sus platos.
Como absolutamente de todo y creo que es uno de los grandes placeres de la vida. Cuando viajo, lo organizo todo en función de las rutas gastronómicas. Me encanta también cocinar y mi plato estrella es la ensaladilla rusa casera. También me gusta mucho la pasta y siempre hay un buen momento para tomar un plato, en casa o fuera. Me gusta en todas sus variantes. Lo que necesito para cocinar es tiempo. Con prisas no hago nada. Para eso prefiero pedir una hamburguesa.
Mi abuela siempre me decía que si tenía que gastar dinero en algo que fuera en comida. Me gusta mucho ir a comprar a los mercados y cuando lo hago no miro precios. Es en lo único en lo que no me sabe mal gastarme dinero.
Soy muy fan del Mercado de San Miguel en Madrid, y el Mercado de la Paz en el barrio de Salamanca, que estaba cerca de la tienda de ropa que tenía, y por eso, lo conozco muy bien. Soy muy fan de todos los mercados en general. La faena es que tengo que ir con tiempo porque me gusta escoger bien y verlo todo. El club del Gourmet es mi perdición. Me puedo tirar ahí tres horas mirando todas las latitas preciosas que tienen. Se me pasa la vida ahí.
Para nosotros no hay mejor plan que reservar en un restaurante e irnos a poner las botas, y cuando vamos a Argentina vuelvo siempre con dos kilos más. Mi perdición son las mollejas. El ojo de lince y el revuelto gramajo me rechiflan.
Conocemos un par de sitios de comida argentina muy buenos en Madrid. En uno de ellos somos ya como de la familia. Se llama 'El Gaucho' y está muy cerca de la Plaza del Carmen, junto a la Puerta del Sol. Es de parrilla argentina y tiene una carne de primerísima calidad y abundante. Es un sitio normal, sin pretensiones de nada pero se come muy bien. Además, está muy bien de precio y se puede comer en la barra o en el salón. Tiene unas empanadillas argentinas deliciosas.
Hay otro, el 'Camoatí', que está en una callejuela que sale de la Plaza de la Paja, en la Latina. Es más fusión argentina mediterránea pero tienen una entraña buenísima. Es íntimo y acogedor y tiene una decoración muy original. El revuelto gramajo lo hacen increíblemente bien. Además aquí han añadido jamón ibérico al revuelto que te hace perder la cabeza de lo rico que está. Además, sales del restaurante y estás en el barrio de la Latina para tomarte algo en cualquier terracita.
Yo soy de planear los viajes, aunque sean cortos, pero no me cierro en banda. Una vez elegido el destino los planes van surgiendo. Me gusta mucho el norte y tengo especial debilidad por San Sebastián. Me encanta pasear por la Parte Vieja y tomar pintxos en los bares de la zona. Es hermoso y se come muy bien.
Pero debo decir que hace unos meses estuve en Asturias y gocé también con ese viaje. No iba desde los 12 o 13 años. La gente es increíble y la naturaleza que te rodea te hace sentir en paz. Lo recomiendo especialmente para desconectar y comer muy bien.
Estuvimos en Cangas de Onís y en Covadonga y lo disfruté muchísimo. Luego, estuvimos alojados en casa de un gran amigo, Dani Pérez Prada, que también es actor, quien nos recomendó la ruta a seguir. Me encantó un pequeño puente romano que tienen y el Desfiladero de Los Beyos. Estábamos perdidos en pequeños pueblecitos en medio de las montañas. Había unos miradores maravillosos y los lagos de Convadonga, el Enol y el Ercina, son espectaculares.
Se me da muy bien buscar hotelitos y además, me encanta. Lo he heredado de mi madre. Leo mucho las opiniones y cojo hoteles en promoción. El último hotel que me ha impresionado no está en España. Es el 'Faena' de Miami y merece la pena conocerlo. No me quería ir nunca y cuando regresé del viaje tenía hasta depresión postvacacional.
En España, hace un mes conocí uno maravilloso, en Ibiza. Estuve allí haciendo un reportaje de fotos para la revista In Style. Es el 'Can Guillem', un hotel de agroturismo que está en medio de la naturaleza, en una finca, apartado de todo. Como tengo este ritmo de trabajo y ajetreo en Madrid valoro muchísimo los sitios donde puedo descansar y este ha sido mi último descubrimiento. Es de una familia de la zona, que son muy buena gente y nos trataron de maravilla. Los desayunos son buenísimos. Es bonito, blanquito, como las casas ibicencas, y con una piscina divina. Tiene como seis o siete habitaciones. Me gusta mucho el turismo rural, así que disfruté mucho.
La recomiendo para viajar con amigas porque lo he pasado siempre muy bien, aunque la isla de mi corazón es Menorca, donde he veraneado toda la vida con mi familia. Es el punto medio entre Formentera, que es muy tranquila, e Ibiza, que aunque también tiene sus lugares tranquilos tienes que conocerla muy bien en verano porque hay muchísima gente. En Menorca si quieres pasar una noche loca puedes pero te transmite mucha paz.
En Ibiza está genial alquilar un coche para recorrer las calas. La Cala de San Vicente, con ese mar azul rodeada de montañas, y la Cala Salada y Saladeta, son increíbles, al igual que la playa de Las Salinas y Cala Bassa. Cualquiera de ellas merece la pena conocerlas.
En Madrid me gusta mucho ir al 'Miyama', un japonés que está en el Paseo de la Castellana. No solo para celebrar algo, sino que intento ir siempre que tengo antojo de 'japo'. Es cocina de calidad y está muy bien presentada. Es uno de esos sitios que hay que probar si estás en la ciudad. El sushi es increíble y tiene una carta extensa y diferente a otros restaurantes de este tipo.
Luego para salir soy un poco sibarita porque no me gustan las macro discotecas. Me agobian. Hay un sitio en Madrid que me gusta mucho, el 'Bogui Club', en el barrio de Chueca. Me encanta la música funk y este es un club de jazz y dance, donde algunas veces hacen conciertos y es perfecto para cuando necesito bailar, desconectar y tomar algo.
Me gusta ir ahí con mis amigos, o con mis compañeros y como tengo mucho poder de convicción los llevo a todos. Tiene una decoración de inspiración neoyorquina. No es muy grande pero tampoco pequeño, perfecto para bailar, y la música está genial. Lo mismo te pueden pinchar una canción de Kool and The Gang que otros temas más actuales. Es una mezcla entre bohemia y contemporánea.
Las dos cosas pero voy más a la playa. Soy de origen humilde pero mis padres, cuando estaban en Barcelona, me apuntaron en un club de esquí y casi todos los fines de semana esquiaba. Pero desde que llegué a Madrid dejé de hacerlo hasta el año pasado que me fui a Bariloche, en la Patagonia Argentina, con mi chico. Aquí en España también soy fan de Baqueira Beret, pero aquello es otra cosa, es otra dimensión. Es impresionante y disfruté como nunca.