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Verónica Echegui (Madrid, 1983) es mucho más que la Juani. Aunque se dio a conocer en el cine gracias a su personaje de choni en la película de Bigas Luna, la actriz ha logrado trascender su personaje con cerca de una veintena de papeles en la última década. Ahora estrena Apaches en televisión y Me estás matando, Susanaen cines, una comedia mexicana en la que establece un divertido mano a mano cómico con Gael García Bernal. La película es la confirmación definitiva de que no hay fronteras para ella.
Hablamos con ella en plena promoción de la película, algo afónica pero con la sencillez, el desparpajo y los ojos de cierva de quien no ha permitido que los éxitos se le suban a la cabeza. En la sala de un cine madrileño proclama su amor incondicional por Tenerife y la comida canaria, recuerda sus años como camarera como la base fundamental para entender y observar cómo se comporta el ser humano y recomienda algunos de sus lugares y restaurantes favoritos. Y aunque la humildad la conserva intacta, donde esté un buen bocado de un restaurante con soles Repsol que se quite el clásico bocata de calamares.
Me vuelve loca el 'Gofio', me encanta la comida canaria. El 'DSTAgE' son palabras mayores, si alguna vez me quiero dar un homenaje de verdad voy ahí. No lo hago muy a menudo, porque me gusta que sea una ocasión especial. O el 'Amazónico', que es una maravilla. Últimamente me gusta mucho ir a 'Olivia te cuida', hay uno nuevo que se llama 'Los chicos, las chicas y los maniquís' que está muy bien… En Agua Amarga, en mitad de la carretera hay un sitio que es la bomba, el 'Asador La Chumbera', con carnes y pescados a la brasa. Y en Barcelona te diría la 'Cervecería Catalana', todo un clásico.
Ahora mismo estoy más de delicatessen, me he hartado de comer bocadillos, la verdad.
Cualquier sitio que tenga sol, lo paso fatal en invierno. Como vivo en el campo, fuera de Madrid, cuando tengo tiempo me suelo quedar en mi casa, no necesito escaparme. Si me voy, lo hago cuando tengo un par de semanas libres. Para mí un plan perfecto para hacer de vez en cuando es coger una autocaravana y tirar millas, me encanta improvisar. Así he conocido pueblos maravillosos, como Trujillo.
Que el equipo humano sea afable y la comida. Por el trato y el estómago me ganan. Luego ya si es acogedor y bonito, lo tengo todo. Pero para mí lo fundamental es la comida y el servicio.
No paro de dar vueltas, así que me cuesta decirte… Mira, el 'Abama' en Tenerife, que es una maravilla. En Guadalupe, un pueblo precioso, me impresionó mucho el Parador, aunque hace años que no voy. ¡Tengo que volver!
Lo que más me mueve a la hora de elegir es el guión, el personaje o el director, pero las localizaciones de los rodajes es algo que también suelo tener en cuenta. Ha coincidido que estos proyectos iban a rodarse en lugares tan fascinantes, y como me encanta viajar, pues aprovecho todo lo que puedo.
A veces sí. Cuando no es llegar un día y volver al siguiente, que a veces pasa, intento escaparme. Me parecería un sacrilegio no hacerlo. En Islandia, donde estuve rodando una serie hace uno o dos años, en cuanto pude cogí un coche y me marché por ahí a conocer la isla. Estaba rodando en la parte este y aquello es un vergel, una pasada. En el caso de Canadá, en Winnipeg, donde rodamos Me estás matando Susana, no me animaba mucho. Estábamos en medio de la nada, en una ciudad industrial bastante dura, nevaba todo el rato y hacía un frío como no he vivido nunca. Había poco que hacer. Pero en México me pegué una buena fiesta (ríe). Ya había ido varias veces, porque mi abuela es mexicana, pero no había vivido nada parecido.
Sí, en algunos lugares más que en otros. En Estados Unidos, lo que le sucede a su personaje lo he vivido en primera persona. A ver, no me he intentando colar en ningún lado, ni me he bajado de un taxi sin pagar, porque después de pasar el control de seguridad en Nueva York, no dan ganas de hacer nada de eso. Es verdad que el contraste con los americanos genera algo muy cómico, porque no tenemos nada que ver. Me he sentido ciudadana de quinta en unas cuantas ocasiones.
Canarias, sin duda. Ayer llegué de Tenerife, no te digo más. Estoy enamorada de ese lugar. También de Barcelona. Desde que rodé Yo soy la Juani no he dejado de ir. Es mi ciudad favorita, sin duda. Y luego Almería, estuve en Cabo de Gata rodando La mitad de Óscar y me hechizó. Esos paisajes me fascinan, hay algo en ellos que me relaja por completo. En verano voy bastante por esa zona y suelo aprovechar para revisitar lugares en los que estuve con Martín Cuenca y con Rodrigo Sáenz de Heredia. Me encanta la Isleta del Moro, un pueblecito de pescadores. Allí suelo ir a 'La Ola', un restaurante que da al mar en el que te salpica el agua los días de marejada.
Es muy especial. Las carreteras tienen tantas curvas que hubo un momento en el que tenía la sensación de que la isla se movía con el mar. Es una isla mágica, hechizante, que te atrapa. Tiene una vegetación preciosísima, es como estar en un lugar tropical, y luego tiene pueblos chiquititos con muy pocos habitantes… Sucedían cosas extraordinarias. Un día nos avisaron los de producción: "¡venid, venid, que vais a alucinar!". Había una manta raya gigante, la cosa más grande que he visto en mi vida, como un platillo volante, que todos los días llegaba al puerto de un pueblito del sur de la isla y ahí le daba de comer un señor. Todos los niños se acercaban a verla. Es el tipo de historias que suceden en una isla así, cosas que no he visto en ningún otro lugar.
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