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Igual que existe una creciente defensa del slow food, que implica tomarse el tiempo necesario para cocinar y disfrutar de la comida, hay teóricos, críticos culturales y aficionados a los videojuegos que apuestan por el slow gaming, casi un género de videojuegos que promueven un enfoque zen, más centrado en ofrecer oportunidades para la reflexión, la contemplación y el aprendizaje que en la frenética sucesión de misiones y objetivos. En este tipo de juegos no tendrás que recolectar monedas, ganar puntos o cargarte a hordas de enemigos a punta de pistola (o motosierra), sino que podrás aparcar la realidad "siendo" una montaña, ayudando a un árbol a florecer o dejando pasar el tiempo mientras presencias un atardecer de ensueño.
Lento no es sinónimo de aburrido, ni mucho menos. Simplemente, supone bajar la marcha y reducir ese ritmo vertiginoso al que estamos acostumbrados. Mientras la mayoría de juegos se vuelven cada vez más dinámicos y agobiantes, existe una gran variedad de oportunidades para quienes buscan evitar la lógica de los castigos y recompensas o, al menos, dejar la sensación de progreso y victoria en un segundo plano. Coge el mando, respira hondo y déjate llevar por esta selección de juegos que invitan a perderse en realidades digitales.
Si los videojuegos pueden ser considerados como una forma de arte es gracias a títulos independientes como este, a medio camino entre la aventura literaria y la pura contemplación trascendental. No en vano, el juego ha sido expuesto en varios museos y ha recibido numerosos galardones desde su lanzamiento en 2016. Se trata de seguir los pasos del filósofo norteamericano Henry David Thoreau, que en verano 1845 se retiró al lago Walden, en Nueva Inglaterra, donde construyó su propia cabaña y vivió dos años, dos meses y dos días. Allí escribió, estudió la naturaleza y cultivó sus propios alimentos, una manera de ejercer la libertad que le había sido arrebatada al hombre con la llegada de la revolución industrial.
Por tanto, se trata de sobrevivir en el bosque, encontrando comida y combustible para calentarse por las noches mientras mejoras tu refugio. Pero no es un survival al uso, sino que promueve la reflexión sobre lo que significa estar rodeado por la belleza del bosque y el lago, viendo cómo las estaciones modifican el paisaje y tus necesidades. En definitiva, una invitación a redescubrir lo poco que necesitamos para ser felices y una oportunidad para conocer mejor la figura y la obra de Thoreau.
El gran superventas de las últimas semanas lo es por muchas razones, pero la principal es que es uno de los mejores antídotos posibles frente a la ansiedad y el aburrimiento: son como unas vacaciones simuladas en las que sentirte completamente libre. Si quieres seguir las tareas que los distintos personajes te sugieren, adelante, pero también puedes dedicarte a plantar árboles y diseñar la isla de tus sueños. O concentrarte en reunir bichos para donarlos al museo local, decorar tu casa con muebles y paredes a juego, dar un paseo en busca de mensajes embotellados en la playa… La clave está, una vez más, en la libertad y en la posibilidad interacción con las miles de personas que cada día se conectan a este mundo de fantasía a través de Internet.
De hecho, cada vez más gente alejada físicamente de sus seres queridos se cita en Animal Crossing para celebrar cumpleaños, reuniones de amigos y hasta bodas. Es todo un ejercicio zen en estos tiempos locos, un auténtico bálsamo para el alma que puede enganchar a niños pequeños por su estética infantil pero también a cualquier adulto con ganas de dejar atrás el mundanal ruido.
Desde los tiempos de Myst, hay juegos que apuestan por ofrecer mundos de fantasía pero con una estética hiperrealista. Es el caso de Earthsade, en el que ejerces de pintor itinerante que va explorando una isla poblada por animales antropomorfos. Tu objetivo, si es que puede definirse como tal, es ir conociendo a los habitantes de la isla para ofrecerles de vez en cuando tus cuadros o ayudarles para cubrir sus necesidades.
El entorno está lleno de secretos y obstáculos naturales que debes superar para encontrar lugares olvidados de un preciosismo arrebatador. Tendrás que meditar bien cada una de tus acciones, ya que cada cosa que haces o dices tiene un impacto decisivo en el mundo que te rodea. ¿Lo mejor? Lo tremendamente relajante que es.
Hay quien no entiende el sorprendente éxito de los simuladores puros, pero lo que antes estaba dirigido a un nicho de mercado muy concreto ha ido ganando adeptos en los últimos años y cada vez más gente parece dispuesta a ponerse a los mandos de un camión (Euro Truck Simulator 2) o un autobús (OMSI) y dedicarse simple y llanamente a conducir. Farming Simulator ha ido mejorando a lo largo del tiempo para ofrecer una experiencia no por insólita menos interesante: ponerte a los mandos de maquinaria agrícola de todo tipo para plantar, cultivar y cosechar plantaciones variadas.
Entre los añadidos de esta última edición está la cría y doma de caballos, que te permite subir a lomos de un pura sangre y galopar por el entorno, como lo harías en Red Dead Redemption 2 pero sin miedo a que te pille por medio un tiroteo. Puedes encarar el juego como una constante mejora de tus granjas, con la búsqueda del beneficio como gran objetivo, o montarte en un tractor durante horas viendo la vida pasar. Tú eliges.
Los móviles también ofrecen oportunidades jugables que se salen de lo común. En Prune, la única palabra que verás en el juego es su título. Todo lo demás se muestra o simplemente se aprende probando algo y viendo lo que pasa. Es de esos juegos que trasciende lo jugable, una serie de puzles cada vez más desafiantes, basados en la poda de árboles. Si cortas una rama, las demás crecen, y buscan la luz para florecer.
Con esta premisa básica, Prune es "una carta de amor a los árboles" y una invitación a crear obras de arte, en la que te sorprenderás a ti mismo contemplando durante varios minutos la belleza de las composiciones, con una música atmosférica que acompaña perfectamente el entorno visual (es muy recomendable jugar con los cascos puestos, para que la inmersión sea completa). Puede que no sea nuevo (es de 2015), pero resiste el paso del tiempo y es completamente rejugable, porque hay varias soluciones posibles para cada nivel.
O lo odias o lo amas, pero Death Stranding no acepta términos medios. La odisea futurista de Sam Porter Bridges en un mundo posapocalíptico es especialmente pertinente en nuestra situación actual. Se trata, sin duda, de una propuesta extravagante e inusual por parte de Hideo Kojima, uno de los creadores de videojuegos más personales y únicos de la industria, pero merece la pena adentrarse en su complejidad para descubrir todo su potencial.
Más allá de la enrevesada línea argumental, Death Stranding proporciona horas de juego en las que el paisaje se convierte en nuestro mejor aliado y nuestro peor enemigo. Puede ser frustrante a veces, pero la recompensa acaba mereciendo la pena, especialmente por esos momentos de calma que exige el propio juego. Agobiado por la carga que debe llevar de un sitio a otro, el propio Sam lo reclama: “Eso es, vamos a sentarnos aquí un segundo y meditar”. Y a eso invita Kojima, a que observemos el paisaje y pensemos en las causas y consecuencias de nuestros actos, además de la necesidad de permanecer conectados.
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