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"Distanciamiento social". Esas dos palabras van a ser clave cuando regresemos paulatinamente a una relativa normalidad. Nuestra vida se va a tener que regir por una serie de pautas de comportamiento en las que van a primar más la salubridad que la etiqueta. Unas medidas que, según la revista Science, durarán hasta 2022 si antes no hay una vacuna que lo remedie. La pandemia por el Covid-19 cambiará muchos de los hábitos que manteníamos antes, y el mundo de la hostelería no se queda fuera. Cuando volvamos a comer o a cenar a un restaurante, muchas cosas habrán cambiado. Es seguro que los comensales tendrán que tener una distancia mínima y, previsiblemente, los comedores saturados de mesas serán algo del pasado. Y, si entramos en el horario, seguramente las sobremesas serán más limitadas.
Otro elemento que puede verse también modificado es el del vestuario. El gorro era la única prenda forzosa para el personal de cocina. El resto del uniforme dependía del criterio de la casa, que habitualmente oscila entre la camiseta mona para los locales más hipsters y la camisa blanca y el chaleco para los más clásicos. Pues bien, la imagen de unos y de otros se va a ver modificada por la inclusión de guantes de látex (hasta ahora los guantes blancos solo se usaban en celebraciones de gran gala) y por supuesto, las mascarillas, a ser posible, originales.
Hasta ahora, la máscara protectora únicamente era obligatoria entre los profesionales de la panadería para evitar el llamado "asma de los panaderos", una afección provocada por sustancias de alto peso molecular como las harinas de cereales y las enzimas. Sin embargo, tras la pandemia, será usada de forma preventiva por todo el personal de restaurantes y bares. "Durante estas semanas de confinamiento hemos reflexionado y adaptado a nuestra vida una serie de protocolos higiénicos que cada vez están más arraigados en nosotros", comentan Xavi García y Franx de Cristal, de '44STUDIO'.
"La vuelta a la normalidad será progresiva, y hasta que podamos juntarnos muchas personas en un club, por ejemplo, va a pasar tiempo. Iremos adaptando y cambiando hábitos sin darnos cuenta, aunque los españoles somos muy pasionales, nos encanta socializar, abrazarnos, salir... y eso se volverá a recuperar de una manera más calmada", continúan. Ante el reto de diseñar una mascarilla para el personal de un restaurante (ojo, hay que puntualizar que se llevarían debajo las homologadas por Sanidad), diseñadores españoles han puesto en marcha su talento e ingenio para ofrecer unas propuestas en las que no falta artesanía, color y, por supuesto, humanidad.
Detrás de 'Las Antonias' se encuentran Liza y Lula Santos, especialistas en crear prendas cien por cien artesanales, a partir de materias primas naturales y sostenibles (lana virgen, alpaca o algodón) y con un diseño realmente contemporáneo. Su espectacular propuesta, realmente escenográfica, se titula in(☼)ated, una pieza realizada mediante la técnica de bordado sobre cañamazo y la utilización de apliques realizados a mano en encaje de agujas ñandutí, una herramienta que sirve para tejer sobre bastidores en círculos radiales. Para Liza y Lula, la mascarilla va a ser imprescindible, sobre todo durante los primeros movimientos hacia la total normalidad. 'Las Antonias' conocen muy bien el mundo de la hostelería porque han realizado el vestuario de establecimientos como el restaurante 'Pablo', en León (1 Sol Guía Repsol).
Las diseñadoras están convencidas de que la imagen del equipo de un bar o un restaurante se verá modificado y el elemento más visible será la mascarilla. "Creemos que será obligatoria por norma hasta que el virus pase. En realidad, las mascarillas ya se usan mucho dentro de cocina en muchos países y será algo que, al igual que un uniforme, sea exponente de la personalidad del restaurante y de sus miembros". Aunque la personalización y la creatividad caracterizan sus obras, 'Las Antonias' están convencidas de que las mascarillas para hostelería deben tener las siguientes premisas: "comodidad, seguridad y belleza", porque "no nos queda otro remedio, aunque deseamos volver a ser tan cariñosos y cercanos como lo éramos antes de la pandemia".
"La primera semana de confinamiento, escuché que mis vecinas, las hermanas Recio, que tienen una empresa de confección, estaban haciendo 200 mascarillas al día para donar a hospitales, residencias de ancianos, policías… –relata Maica de la Carrera, de 'Mamah África'–. Ellas ya se estaban quedando sin género y les ofrecimos nuestras telas africanas. Acabábamos de llegar de Mali y habíamos traído unas telas preciosas para la nueva colección, así que les dimos algunas para aportar algo al trabajo que estaban realizando. Cuando nos mostraron el resultado final fue tan espectacular y bonito que decidimos publicarlo en redes sociales, para dar nuestra más sincera enhorabuena al trabajo realizado. Gustó tanto la publicación que empezamos a tener demanda, con lo cual decidimos pagar por el trabajo de la confección, amortizar las telas y empezar a venderlas".
Sus modelos rectangulares se agarran a las orejas mediante gomas, tienen tablas laterales y van con doble tela con abertura para poder meter un filtro. El tejido utilizado para su confección se denomina "wax" (o "cera" en inglés) y designa un método de estampación de colores, antiguo y artesanal, mediante el cual las piezas de algodón son impregnadas con cera para que los colores penetren en ambos lados del tejido y así permitir una mejor fijación de los mismos. "Lo más especial que tienen las mascarillas de 'Mamah África' son los estampados. "Cada uno de ellos representa un proverbio, leyenda, advertencia, sentimiento… La estética es preciosa y aún más todo lo que hay detrás de ella", puntualiza Maica, en cuya colección primavera-verano 2020 han incluido la mascarilla como accesorio a juego. "Estoy convencida de que será un complemento imprescindible".
A 'Las CulpaSS', un equipo creativo formado por Alexandra Cánovas y Marta Martínez, les ha pasado un poco como a 'Mamah África'. "Llevamos varias semanas cosiendo mascarillas culpables, ya que nuestra clientela nos las ha empezado a demandar, así que nos hemos puesto manos a la obra". Ir protegido no resta para salir a la calle sin estilo y eso es lo que valoran sus clientes aunque ellas se encuentren limitadas a pocas materias primas. "Estamos usando todos los tejidos de algodón y de algodón con poliéster que teníamos por el almacén, ya que nuestra marca aboga por el upcycling, reutilizar y dar otra vida a retales o tejidos que teníamos pensado destinar a próximas colecciones". Sus mascarillas llevan una doble capa de tela (interior y exterior) y una capa intermedia de polipropileno, un polímero termoplástico utilizado para equipos de laboratorio, que actúa como filtro.
"Aunque hemos hecho modelos con cintas para anudar y con gomas, al final nos hemos centrado en las de gomas ya que se adaptan mejor a cada persona y aguantan mejor los lavados de desinfección que se le deben hacer tras su uso". De todas las que han confeccionado hasta ahora, las que más han triunfado han sido las de estampados militares. "Personalmente, a nosotras nos gusta mucho cómo quedan –comentan las diseñadoras–. Es una verdadera pena que haya tenido que ser una catástrofe como la que estamos viviendo la que haya hecho que las mascarillas se instauren en Europa, pero creemos que es un complemento muy útil también para ayudarnos a prevenir otras enfermedades relacionadas con alergias o los gases dañinos de la polución". La moda urbana, de la calle, debe adaptarse a los cambios con gran velocidad. "Cada vez más vivimos más en un mundo sacado de una película de ciencia ficción. El ser humano está hecho para adaptarse a las adversidades, así que, en unos meses, iremos a cenar a un restaurante y, si tenemos que hacerlo con mascarilla, pues lo haremos".
La llegada de la primavera significa tener muchas más horas de luz natural, un episodio que, cada año, revoluciona hormonas como la oxitocina o la serotonina. Este hecho, al que nadie somos inmune, favorece que el estado de ánimo sea mucho más positivo. Para llenar de optimismo la sociedad, 'Ion Fiz' ha creado una serie de mascarillas confeccionadas con los vistosos y animados tejidos de su colección primavera-verano 2020, llenos de estampados divertidos y originales. "Ante la delicada situación actual donde la salud es lo primero y todo cuidado es poco, como diseñador quiero aportar mi granito de arena creando una colección de complementos en colores y estampados alegres llenos de optimismo para que esta pandemia pueda ser lo más llevadera posible", asegura el creador.
Son 14 modelos de mascarillas en algodón ecológico cien por cien, reversible de doble cara, por lo que son muy resistentes al uso y a los lavados. Sus dimensiones son de 26 centímetros de ancho y 11 centímetros de largo, para adultos, en siete estampados diferentes: de tréboles rosas, festivos confetis, de flores yeyés… y, por supuesto de su característico estampado de muñecas Nancy. Sus modelos, además de llevar cuatro pliegues incluyen dos formas de agarre: por medio de elásticos o de cintas en satén con el lago de la firma del diseñador vasco.
Los diseños de Fátima Miñana se caracterizan por tener un lado escultórico, por lo que sus siluetas son novedosas como lo es también el resultado de su experimentación con hilaturas. Su propuesta de mascarilla está confeccionada con un tejido especial que la propia Fátima describe: "Lo hemos desarrollado en nuestro estudio y consiste en un encaje verde lima pintado a mano unido a poliamida granate".
"Las marcas de moda deberemos implementar estos accesorios en nuestras colecciones, pero siempre con responsabilidad, siguiendo las indicaciones sanitarias". Aunque estas restricciones de salubridad pueden restar en inventiva e imaginación, ahí está el talento de los creadores para poner un toque diferenciador y vanguardista. "La mascarilla es un elemento con muchas posibilidades –finaliza Fátima–. Es un reto para nosotros como diseñadores crear mascarillas que sean al mismo tiempo funcionales y que estéticamente representen nuestra marca y sean creativas".
Es muy gratificante encontrarnos con alguien que sonríe y, si además la sonrisa es bonita, el bienestar que nos produce es aún mayor. Inconscientemente, se produce el efecto espejo: sonreímos cuando nos sonríen. En la era pospandemia que se avecina, la mascarilla ocultará muchos de esos satisfactorios gestos, por eso, Paco Pintón ha creado una mascarilla de algodón, entretelada y con la palabra "smile" ("sonríe" en inglés) serigrafiada. "La mascarilla viene para quedarse y formar parte de nuestros complementos habituales, como ya ocurría en muchas sociedades asiáticas como la japonesa o coreana –asegura el diseñador–. En definitiva, la mascarilla va a dejar de ser territorial para convertirse en algo común, como por ejemplo los guantes".
Unos elementos que, además, se van a ver beneficiados por una ola creativa. "La moda se caracteriza precisamente por adaptar rápidamente los cambios de su tiempo y la mascarilla va a ser uno de los símbolos de los nuevos años 20. Puede que hasta se pongan de moda pero, como siempre, pasará y habrá que crear productos sostenibles que duren y no sean de usar y tirar. Esto es algo que tenemos que aprender de esta crisis". Bajo el prisma de la sostenibilidad, Pintón también analiza cómo será de diferente nuestra forma de interactuar con profesionales de la hostelería, del ocio y de la restauración y, además, cómo se reducirá nuestra agenda social. "Al principio aparecerán otras maneras de socializar, menos calle y más casas. El ser humano es social por naturaleza y necesita del calor humano, aunque sea a dos metros de distancia. Creo que esa celebración en masa, que muchos están esperando cuando termine el estado de alarma, no va a ser posible". Hasta entonces, mucha prudencia.
El neopreno es un material utilizado habitualmente en máscaras urbanas, especialmente pensadas para ciclistas y runners que no quieren respirar polución o polen. Hay muchas en el mercado que llevan potentes filtros. El neopreno ha sido el material elegido por 'Maison Mesa' para crear su mascarilla para Guía Repsol. "Lo he utilizado ya que, además de ser un tejido algo elástico, es bastante higiénico porque se puede lavar todas las veces que se quiera y se seca con rapidez. Es muy cómoda porque al tener esa flexibilidad, no necesita de gomas y también sostenible porque al conseguir el asa con el mismo patrón –puntualiza Juan Carlos Mesa, el fundador de la marca–, se economiza en materias primas". Juan Carlos también diferencia entre los modelos de mascarillas médicas y las de tejido. Muchas personas colocan las de tela sobre las técnicas no solo por reforzar la protección sino también por estética.
"Las mascarillas deben ser atractivas porque se colocan donde más se ven, en la cara. Creo que es importante que tengan un diseño que sea interesante, y que sean ergonómicas, para que se adapten a los rostros, para que no incomoden porque las vamos a llevar mucho tiempo puestas y se respira a través de ellas". Aunque para 'Maison Mesa' lo más importante es la higiene. "La mascarilla, además de que arme y de que tenga una cierta consistencia, tiene que ser lavada cada dos por tres". Eso sí, ya ha pensado en otras texturas con las que experimentar. "Puedes hacer mascarillas para todo tipo de eventos y claro, como no llevas la misma chaqueta o el mismo abrigo para bajar a comprar al supermercado que para una boda, puedes hacer unas mascarillas para ir a una ceremonia maravillosa con un tul con un bordado, u otras en cuero con perforaciones, para ir a la discoteca y pasar una noche loca, o divertidas para el día a día".
Xavi García y Franx de Cristal son el alma mater de '44STUDIO', cuya propuesta mascarilla estaría dentro de su colección SILENCIO. "Encaja a la perfección –aseguran–, ya que hablamos de la importancia que tiene el silencio en la sociedad en la que vivimos, donde hay exceso de información y noticias alteradas. Donde no teníamos tiempo y miedo a escuchar nuestro interior. Las circunstancias nos han dado el tiempo necesario para la meditación y reflexión". Su propuesta, que se colocaría encima de la mascarilla homologada, estaría confeccionada en una mezcla de algodón y elastán, estampada con el gráfico que han utilizado en su colección: una especie de sopa de letras.
Para '44STUDIO' las mascarillas hace meses eran algo extraño, incluso resultaba gracioso. "Tachamos de paranoicas a las personas obsesionadas con la higiene y que prevenían los virus con mascarillas. Naomi Campbell, por ejemplo, se hizo viral en un video que salía preparándose para viajar y se la veía desinfectando con toallitas el asiento y todo lo que podía tocar del avión. Entonces podía parecer cómica o fuera de lugar, pero será algo normal a partir de ahora". Los que se van a ver más influidos por los efectos de la pandemia son los jóvenes. "Lo van a ver como algo divertido, como parte de su look", aunque los diseñadores tienen muy claro que la adaptación a ellas va a ser complicada. "Las mascarillas no son cómodas como para llevar solo por imagen y, por mucha explosión creativa que haya, nos va a costar llevarlas si no es necesario". Muchas cosas cambiarán después del confinamiento y la distancia social será la premisa a mantener por mucho que nos cueste. "Puede que al principio seamos más distantes, pero si hay algo que nos caracteriza, es la cercanía y el contacto físico". Eso no se debe de perder porque es muy humano.
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