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Cuando las labores tradicionales se juntan con la inquietud el resultado es sorprendente y explosivo. Ejemplo de ello es 'Idoia Cuesta', que ha revolucionado desde su taller de Lugo, el arte de la cestería. "Cuando llegué a Galicia en 1992 para hacer mi tesis en Biología compaginé el Doctorado con un curso de artesanía textil en tejeduría de alto y bajo lizo –recuerda la artesana–. Continué formándome en técnicas de cestería tradicional gallega y de otras partes del mundo hasta obtener mi titulación y, en 2003, monté mi taller en una pequeña aldea de Outeiro de Rei, en plena Reserva de la Biosfera".
Desde entonces, Idoia ha creado piezas de cestería tradicional con mimbre y diversas fibras vegetales y ha ido evolucionando, tanto en formas y utilidad de las piezas, como en la selección de las materias primas, hasta crear colecciones adaptadas a los gustos actuales. "He tenido la gran suerte de aprender con cesteros de Francia, Inglaterra, Finlandia o Polonia. Todos ellos me han abierto la mente y me han aportado nuevas visiones sobre la cestería, en concreto, sobre técnicas que no conocía y, sobre todo, en cómo aplicar y preparar otros materiales que no son propios del oficio. Incluso, he cambiado mi forma de pensar y ahora creo que es posible crear piezas artísticas como esculturas o instalaciones, para salir de la imagen tradicional que se tiene del cesto".
Cestas, gorros, recipientes, bolsos, jarrones, bandejas, chales… objetos funcionales y favorecedores de tacto e imagen sorprendentes. Aunque son la rigidez o flexibilidad de la materia prima lo que condiciona su tejido y volumen. "Los materiales que utilizo son muy variados, desde fibras vegetales como las diferentes variedades del mimbre –que ella misma cultiva, por cierto– hasta fibras naturales como cuerdas de cáñamo, esparto, algodón e, incluso, cuerda de papel japonés. Aunque con el que mejor me identifico es con la mecha de lana afieltrada que empleo en mis colecciones de cestería textil. La búsqueda de nuevas fibras es, para mí, un trabajo apasionante".
A Idoia le entusiasma mezclar procedimientos, sobre todo, los que tienen que ver con tramas, entrelazados, nudos, trenzas o marañas. "Aplico técnicas de cestería bastante diversas además de otras como el macramé, el croché, el anudado en espiral o el tejido en telares".
Su taller de Lugo es un ir y venir de ideas e invitados. "Me encanta transmitir mis conocimientos y, para ello, participo como docente en diferentes workshops y cursos, donde explico los diferentes procesos manuales con diversidad de materiales. En mi taller recibo visitas previa cita telefónica, además de excursiones de grupos y de colegios. Ahora es casi como mi misión en la vida, poder contar y explicar que la cestería no se limita solo a la elaboración de cestos sino que va mucho más allá y puede abarcar diferentes campos como la arquitectura, el diseño de interiores, el paisajismo… y la moda.
"Las colaboraciones con firmas de lujo me han permitido crecer y aprender a nivel creativo y empresarial. Para mí fue una satisfacción enorme prototipar y fabricar la colección de bolsos Galicia para Loewe, por ejemplo". Para el 2018 ya tiene en marcha otros proyectos.
Ir a su taller, en plena naturaleza, es una experiencia gratificante. "Es muy enriquecedor dar un paseo por el campo recolectando un montón de especies herbáceas y ramas de árboles". Observar la naturaleza es una fuente de inspiración. "Ahora estoy trabajando en una técnica de cestería que se llama de nido, basada en cómo los pájaros construyen sus habitáculos –prosigue Idoia–. Justo enfrente del taller hay uno de cigüeñas que crece año tras año".
Además del campo, Idoia sugiere otros lugares de la zona. "Penas de Rodas tiene una formación geológica muy interesante desde donde se observa un paisaje espectacular. También es digno de ver el campo de Santa Isabel, a orillas del Miño y, para comer, hay muchos y variados sitios como el 'González' (Camino San Martín de Guillar, 6), 'Illán' (Estrada A Coruña, 50) y 'Fonte' (Ctra. Nacional VI, 6). Pero también hay casas de turismo rural con comida tradicional y casera elaborada con productos autóctonos como 'Rio Ladra' (Gaioso), 'Reboreda de Abaixo' (C/ Francos, 8) y 'Lugar de Pascuais' (C/ Paraday, s/n).
En Alicante se encuentra Agost, un pueblo de la comarca de L’Alacantí situado a solo 18 km de la capital. Con el transcurrir de los siglos, Agost ha sabido preservar una de sus principales artesanías: la alfarería. Ejemplo de ello es 'La Navà', un taller fundado por Joseph Ramón Mollà a mediados del siglo XIX. "El modelaje de las piezas se hace a mano en el torno alfarero. Esto no ha cambiado en milenios, desde que los fenicios introdujeron el uso del torno en la península ibérica", asegura Pau Vicedo.
En 'La Navà' se dedican a fabricar, principalmente, contenedores, como ánforas, pitos de agua, aceiteras, botellas, cantimploras o jarras, pero la estrella de la casa es el botijo, que presentan en múltiples formas como de pez, de gallo o de calabaza. "El nuestro se caracteriza por su color blanquecino y el asa redonda –prosigue Pau–. Nuestros clientes los aprecian por su buen comportamiento para refrescar el agua. Pueden enfriarla, en condiciones favorables, hasta 12 grados centígrados menos de la temperatura ambiente. Es un menaje útil y eficiente a nivel energético".
Aunque la industria se resiente a pesar de que han incluido mejoras para trabajar con más comodidad y rapidez. "Algunas personas no comprenden que el hecho de que cada pieza presente sus marcas de elaboración es lo que la convierte en un objeto único –asegura Pau–. Digamos que hay quien demanda artesanía, por el valor añadido y el toque romántico del producto manufacturado, pero realmente espera comprar productos perfectamente iguales con precios de importación asiática".
Una de las mejores bazas de la cerámica de la zona es la materia prima. "La arcilla con la que trabajamos la extraemos de las mismas canteras que se llevan explotando por nuestros antepasados –comenta–. Tiene una plasticidad adecuada para trabajar en el torno y una porosidad perfecta para refrescar el agua".
Y hay más. Hasta hace cuatro años, cocían las piezas en los hornos morunos alimentados con leña, unos hornos que pueden visitarse. Y es que 'La Navà' quiere dar a conocer su cerámica y la de la zona por medio del turismo industrial, que sirve para revalorizar el producto y divulgar su herencia cultural. Para ello, han creado Enfangart, una serie de actividades a realizar por un público heterogéneo. "No hay límite de edad para experimentar con el barro ya que tiene una conexión con lo más básico. Todos podemos crear algo con nuestras propias manos porque es algo inherente a nuestra condición humana".
La idea de organizar Enfangart surgió porque "muchos visitantes que entraban a la tienda habían mostrado interés por conocer el proceso de elaboración –comenta Pau que, además, es el coordinador del proyecto Enfangart–. Dentro del proceso, la parte más espectacular y atractiva es la de contemplar a los alfareros dando forma a la arcilla. Es algo casi mágico que los deja pasmados".
Desde talleres en los que el visitante recibe su 'bautismo de arcilla' hasta cursos de cerámica y torno alfarero, pasando por las visitas guiadas a sus instalaciones. "La filosofía de nuestro proyecto es que la fábrica está abierta de par en par –prosigue Pau–. Pensamos que explicar y dar a conocer el trabajo que hay detrás de cada pieza que hacemos ayuda a poner en valor nuestra actividad artesana. Son visitables todas las estancias que intervienen en el proceso: las balsas de decantación de la arcilla, la sala de amasado, el taller de modelado, el secadero, los hornos y almacenes… Aunque las más esperadas son siempre el taller y los hornos cerámicos, cuya magnitud sorprende, incluso, a los entendidos en la materia".
Además de conocer 'La Navà' y de llevar a casa un souvenir modelado por nosotros mismos, es un placer conocer Agost en profundidad. "Recomendaría una visita al Museo de Alfarería, que está ubicado en una fábrica de principios del siglo XX, y un paseo por el casco antiguo, para descubrir algunas de las pequeñas joyas de la localidad, como la fuente de la plaza, el lavadero, la ermita de Santa Justa y Santa Rufina o la de San Pedro. También se puede practicar senderismo por rutas temáticas relacionadas con el agua, la geología e, incluso, los dinosaurios, porque en Agost hay un afloramiento del estrato de cenizas volcánicas que provocó la extinción de estos gigantes conocido como límite K/T.
Para comer, en la localidad es tradicional el almuerzo con coca a la pala, una especie de torta de harina cocida sobre una plancha caliente que se sirve acompañada de un buen chorro de aceite de oliva, salazones, embutidos y quesos. Entre los restaurantes, yo destacaría 'Els Futbolins' (Avda. Dr. Fleming 23. Agost. Alicante) y la 'Tasca Pepe' (Avda. Dr. Fleming, 11. Agost Alicante)".
Los libros son un presente típico de las Navidades pero… ¿Y si además de tener una buena historia es, en sí, una pieza de arte? Susana Rodríguez comenzó en el apasionante mundo del libro de autor hace 6 años. "Desde finales de los 90 había centrado mi carrera en el diseño gráfico, pero, a partir de 2006, mis inquietudes plásticas empiezan a despertar del letargo y comienzo a compaginar la jornada laboral con la formación artística en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo (EMAO). Fue la especialidad de la encuadernación creativa lo que verdaderamente impulsó mi vertiente imaginativa que no es más que el último eslabón necesario para controlar el proceso editorial".
En 2011, inaugura en Vigo '100x100 Experimental', un espacio de trabajo donde "todas aquellas personas que estén interesadas en visualizar las diversas propuestas se pueden acercar con una visita programada", comenta. Mejor reservar cita porque Susana va de acá para allá participando en exposiciones, showrooms y ferias especializadas. La última será en 'A Pola' (Paseo de Alfonso XII. Vigo, los días 22 y 23 de diciembre). Y, además, imparte monográficos en espacios relacionados con el sector como galerías de arte y bibliotecas.
Aunque el libro de autor es un campo bastante limitado, poco a poco se va haciendo un hueco en el mundo del arte. "Hay más presencia en museos, más concursos, más proyectos de autoedición… por lo que se está normalizando más su utilización". Además, el público lo valora como una disciplina artística más y los artistas "comienzan a integrarlo como medio de expresión", puntualiza Susana.
La producción de '100x100 Experimental' se centra en tres bloques: el libro de autor, las ediciones diminutas y la encuadernación artística. El primero "es la expresión más libre e íntima, donde el continente y el contenido están englobados en su totalidad, perdiendo, a veces, su funcionalidad. El entorno cercano, los recuerdos, las experiencias o los viajes son sus fuentes de inspiración. Formalmente, me gusta el juego con diversos materiales como madera o cerámica". Para conseguir el resultado deseado, la colaboración entre artistas suele ser muy habitual. "Papá no corras, un libro que fue presentado en el concurso Elizabeth Soutar Bookbinding, en Escocia, tiene las cubiertas de cerámica, algo que fue posible conseguir gracias al asesoramiento del escultor y ceramista Miguel Vázquez".
El pequeño formato, "atrapó mi atención desde el principio –confiesa Susana– y, como resultado de esta atracción surgieron las ediciones diminutas. De apariencia liviana, su estructura física las hace desembocar en un universo esencial donde el juego actúa como articulador del todo. En este campo destaco los fanzines culinarios Umh!, de los que ya están publicados cuatro números".
Por su parte, la encuadernación artística es la expresión más clásica del proyecto. Se basa en la "ornamentación de grandes obras literarias siguiendo diversas técnicas (cubiertas de piel, cabezadas, guardas borde a borde…) para aportar al continente una visión personal". En definitiva, una alternativa enfocada a todos aquellos que son "sensibles al mundo del arte, la literatura, la encuadernación o el diseño", remata la artista que, antes de acabar, recomienda algunos lugares donde recalar en Vigo.
"En cuanto a restaurantes, yo aconsejo 'La Guayra' (Camiño Subida a Madroa, 13. Chapela). 'Galgala' (C/ Placer, 4. Vigo) para los que llevan una dieta vegetariana y, 'Llévame al huerto' (C/ Paraguay, 6. Vigo) para los que prefieren cocina vegana. En cuanto a cervecerías, apunto 'La casa de arriba' (C/Martín Códax, 23. Vigo) y un café, 'Tinta negra' (Rúa Irmandiños, 2. Vigo). Para disfrutar de la noche viguesa, 'Sala magnética' (Rúa Irmandiños, 3)".
Si hay un tejido versátil, único, hermoso y tradicional en España ese es, sin duda, la Roba de llengües (o tela de lenguas) mallorquina. Este género se caracteriza por tener el fondo blanco y estar decorado por una serie de dibujos en diferentes colores. Estas telas típicas de las Baleares no tienen anverso ni reverso, son resistentes, están inspiradas en el legado de los pobladores de las islas y pueden utilizarse tanto para tapizar un sillón como para hacer unas alpargatas.
Teixit Vicens es una de las fábricas que ha sabido adaptar el tejido a los usos y gustos contemporáneos. Su origen está en Martí Vicenç Alemany, un artesano y polifacético artista que, a edad muy temprana, empezó a elaborar en el telar familiar los llamados canyons, una especie de delantales de hilo y lana. Con gran imaginación y gusto exquisito empezó a experimentar con formas y colores creando así la Roba de llengües. Hoy, aquél pequeño taller situado en la calle Pou del Verger se ha convertido en una fábrica donde trabajan habitualmente 17 personas, algunas de las cuales pertenecen a la cuarta y quinta generación de la familia Vicenç.
La aclimatación a los nuevos tiempos se ha hecho de una forma progresiva y sin drásticos cambios. “Para fabricar las telas se utiliza la misma técnica que en 1854 –aseguran Tomeu Fuster y Marga Campoamor, ambos de Teixit Vcens-. “Esta forma de trabajar nos permite conservar la esencia con la que fue concebido este negocio. Martí Vicens y su esposa Antonia Capllonch, que fueron la tercera generación, trabajaron muy duro para relanzar el negocio y crear muchos de los dibujos que tenemos hoy día. El resultado de esa filosofía es la clave con la que Teixits Vicens cuenta, y tiene presente, para seguir creciendo al ritmo que la artesanía y las cosas bien hechas requieren. Todo el proceso de fabricación se hace a mano con maquinaria antigua, sólo el telar es algo más moderno”.
La fábrica puede visitarse de lunes a viernes de 9 a 12.30 horas, previa inscripción en info@teixitsvicens.com. “Con las visitas organizadas empezamos hace tres años y son todo un éxito -aseguran Tomeu y Marga-. No sólo se apuntan grupos de turistas que vienen a través de alguna agencia, sino también particulares enamorados de estas telas que desean descubrir cómo se hacen. El recorrido (que cuesta 3 euros por persona y dura una media hora), muestra todas las fases del proceso. Si surge alguna duda sobre la marcha, preguntamos a los artesanos que están trabajando in situ. Además, ofrecemos la opción de disfrutar de una degustación de productos mallorquines tras la visita”. Y es que hay mucho que aprender sobre este tipo de hilatura porque en Europa sólo existen tres fábricas que elaboran telas de llengües y las tres están en Mallorca.
Lo más peculiar de la Roba de llengües es el teñido de los hilos. “Se hace mediante un procedimiento lento y preciso que requiere mucha destreza y dedicación –describen en la fábrica-. Es uno de los procesos más antiguos que aún se hacen. Se realiza sobre los hilos de la urdimbre antes de tejer: el hilo es coloreado previamente al tejido y el motivo aparece a medida que se va trabajando”.
En la actualidad disponen de más de 100 dibujos diferentes y suelen sacar 2 o 3 nuevos al año. Ahora acaban de sacar una colección muy potente en negro para vestir la mesa ya sea en Navidad o en cualquier otro momento especial. “La versatilidad de estas telas es un universo donde seguir indagando y descubrir, aún más si cabe, las posibilidades que tiene. Siempre estamos experimentando para crear nuevos productos con ellas”. Ropa de casa (mantelerías, cortinas, cojines, tapicería de sillas y sillones, colchonetas caninas…) y de vestir (faldas, pantalones) amén de un sinfín de accesorios (bolsos, carteras, fundas de ipad, libretas, llaveros, correas para cámaras, espadrilles…). La Roba de llengües sirve para infinidad de cosas. “Nuestro concepto básico es la atemporalidad, la clave está en hasta dónde puede llegar nuestra imaginación y no poner límites”.
Su composición es de 70% algodón y 30% lino y se llaman lenguas porque “recrean la imagen de las llamas del fuego, de ahí que popularmente se las conozca con el nombre de telas de lenguas o flámulas”, puntualizan Tomeu y Marga. Para conseguir estas llamas, los colores son fundamentales. “Para conseguir el matiz deseado se ha dedicado tiempo y paciencia. Ésta es una de las razones por las que nuestros tonos son tan especiales. Es verdad que el azul, del Mediterráneo, es el más conocido pero, luego, es una cuestión de gustos porque los amarillos dan mucha vida a los espacios y nuestro Verde B es uno de los más solicitados”.
Además de volver a casa con un estiloso souvenir de su fábrica y de visitar la Casa-Museo de Martí Vicenç situada en Ca’n Sionet, la zona de Pollença ofrece muchos rincones a tener en cuenta. “Está el Calvario, la parroquia del siglo XVIII, pasear por sus calles donde se pueden encontrar pequeñas tiendas con productos exclusivos. También se puede visitar el Museo de Pollença y el de Dionis Bennassar… -aconsejan desde Teixits Vicens-. Y algún restaurante puede ser 'La Fonda' (Carrer d’Antoni Maura, 32), especialistas en paellas y comida mallorquina; 'OH! Vermut' (Colón, 3), para tomar el aperitivo y unas ricas banderillas. En el puerto de Pollença está el restaurante vegetariano con más encanto y más rico que conozco: 'Bellaverde' ( Carrer de les Monjes, 14) y también está el restaurante 'Argos' (Passeig Saralegui, 118) comandado por el chef Álvaro Salazar que cuenta con una estrella Michelín”.
En las faldas de la sierra sur de Sierra Nevada se encuentra Las Alpujarras, un espacio de grandes contrastes con muchos tesoros para descubrir. Uno de ellos es 'Hilacar ArtesAna' (Bubión, Granada), un espacio dedicado a una de las piezas más emblemáticas de la decoración española: la jarapa.
A los mandos está Ana Martínez que, según cuenta, recaló allí por casualidad. "Soy de un pueblo de Almería y llegué a Granada para hacer un curso de tres meses para sacar unas oposiciones. Por aquel entonces, viajé a Las Alpujarras para hacer un curso de telares porque me gustan las manualidades y esos tres meses se han convertido en 31 años".
El taller textil 'Hilacar' se creó con el compromiso de recuperar y promocionar la artesanía de la zona. Ana quiso transmitir al público el valor y la tradición que tiene el oficio de la tejeduría en especial, de la jarapa, palabra derivada de "harapos" o tiras de tela reciclada por lo que, además de solera, originalidad y belleza, la jarapa suma sostenibilidad.
En 'Hilacar' se trabaja con dos telares de doscientos años de antigüedad. "Los conseguí de un taller de Granada cuyo dueño, que estaba enfermo, decidió vender". De esta materia tan especial no solo se crean tapices y alfombras, también cortinas, cojines… en una amplísima gama de colores. "Lo más importante de la jarapa es la fibra con la que se trabaja. Nosotros usamos el algodón procedente de restos de fábricas". Particularmente, Ana prefiere las elaboradas con algodón fino porque "en ellas se juntan muchos cabos y se transforma en un tejido ideal que no suelta ningún tipo de pelusa".
Una de las propuestas más divertidas de 'Hilacar' son sus visitas y talleres. En las primeras, los turistas pueden ver, de forma gratuita, cómo se teje una de las jarapas tradicionales. En las segundas, los forasteros pueden convertirse en artesanos por un día y llevarse a casa una jarapa hecha con sus propias manos. "Los alumnos eligen los colores que quieren y se ponen a tejer bajo mi tutela. En un telar de bajo lizo (o sea, con palancas y pedales) se puede tardar una hora. En tapices, el proceso es más lento y depende de la habilidad de los alumnos para aprender los distintos tipos de nudos".
Eso sí, todos los que llegan a 'Hilacar' tienen bien presente que se van a ilustrar en un oficio ancestral y que van a realizar una pieza textil respetuosa con el medio ambiente. "Hay muchos clientes que valoran mucho el que la jarapa esté hecha en telares manuales que dan sostenibilidad a la zona, aunque otros buscan jarapas baratas fabricadas en telares mecánicos fuera de España, pero como no les informan, no saben lo que están comprando". No es de extrañar que entre Ana y sus clientes haya surgido una bonita relación: "Aprendo mucho de ellos porque, cuando llegan a casa y colocan la jarapa, me mandan fotos".
Y, puestos en danza, en Bubión hay muchos rincones bonitos por descubrir. "Está la Casa Museo situada en la Plaza de la Iglesia. Es una casa del siglo XVI o XVII construida a la antigua usanza de la Alpujarra que guarda una interesante colección de herramientas. También está la Ruta de los castaños centenarios donde además de disfrutar de la antigüedad de los árboles, hay unas estupendas vistas de Bubión y del Barranco de Poqueira. Para comer, –recomienda Ana– el restaurante 'El Teide' (C/ Carretera, 1. Bubión), con una excelente cocina casera".
Si son de esas personas a las que le gustaría poner el toque de distinción en casa con alguna pieza de las que se exhiben en un museo, 'Proart', en Paracuellos del Jarama es su referente. "A mediados de los años 80 comenzamos la creación de una extensa colección de piezas, en gran parte réplicas de obras de museos, de colecciones privadas y de fondos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, siendo un gran número de ellas, de las más representativas del arte universal", comenta Gonzalo Bouzas, uno de sus responsables.
El Antínoo que se encuentra en el Museo del Prado, la famosa Victoria de Samotracia acogida en el Museo del Louvre o el Torso de Belvedere que se puede ver en el Museo Vaticano son algunas de las obras que reproducen. "Normalmente se hacen bajo pedido aunque disponemos de un stock de unas 100 piezas, de las más demandadas, que suelen ser bustos, esculturas de pequeño y mediano tamaño y relieves".
El trabajo de 'Proart' es fundamentalmente artesanal y el tiempo que se requiere para cada figura depende de su tamaño y complejidad. "Puede variar entre 2 y 40 días –apunta Gonzalo–. Contamos con más de 250 modelos de una gran variedad de tamaños, desde unos 20 centímetros hasta más de 3 metros". Algunas de ellas, se solicitan para la decoración de terrazas y jardines porque "resisten muy bien la intemperie ya que están fabricadas a base de mármol molido y una pequeña cantidad de polímero, que lo aglutina al vacío utilizando moldes de silicona de alta calidad". El acabado es totalmente artesanal e individual para cada pieza y se termina con una suave pátina que las dota de una singular belleza y aspecto de autenticidad.
Otro de los artículos más curiosos que se pueden encontrar en 'Proart' son las ánforas marinas, que parecen sacadas de un naufragio de la época romana. "Las hacen nuestros amigos de 'Ánforas del Mar', con los que colaboramos en algunos proyectos y que hacen un excelente trabajo reproduciendo modelos originales procedentes de las culturas mediterráneas más importantes y dándoles, de forma natural y ecológica, el mismo aspecto que las originales encontradas en los fondos marinos".
Aunque sus instalaciones no están diseñadas como una tienda convencional "siempre atendemos a quien quiera venir a visitarnos y, naturalmente, hacer los pedidos que desee", apunta Gonzalo. Además, Paracuellos de Jarama esconde unos tesoros dignos de descubrir. "Desde sus miradores hay unas increíbles vistas panorámicas de Madrid, del aeropuerto Adolfo Suárez y de la vega del río Jarama. Además, las puestas de sol son increíbles. En cuanto a comedores, bajo nuestro criterio, recomendamos el restaurante 'El Albero' (C/ Paquito Muñoz, 5. Paracuellos de Jarama)", centrado en la cocina española.