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Miranda de Ebro se encuentra prácticamente en el centro de un triángulo cuyos vértices formarían las ciudades de Burgos, Vitoria y Logroño, con una lanzadera adicional que llegaría a Bilbao. Escasa distancia la que une la borrachera gótica engrandecida al olor del cordero lechal de Burgos, las andanzas medievales vitorianas o la embriagadora fragancia de los caldos riojanos, hasta llegar a los nuevos trajes urbanísticos bilbaínos para acompañar al más fresco fruto del mar. Y Miranda aúna esas gastronomías castellana, riojana y vasca para exaltar la grandeza de una morcilla "delgadilla", de unos productos de una huerta excelente, de dulces que encuentran su razón de ser, de vinos y chacolís propios o de un zurracapote con denominación de origen.
Pero como si quisiera seguir la tradición de los viejos bluesmen, y acentuando la encrucijada viajera que puede llevar al festivalero al Sonorama, BBK Live, Azkena Rock o Actual que ofrece su entorno, ha dado lugar a su propia marca. Un festival como el Ebrovision, que durante los próximos 1, 2 y 3 de septiembre alcanzará ya su 16ª edición.
Es el segundo año en el que se celebra una muestra gastronómica apadrinada por el cocinero de Dabbawala, Lucas Rodi. Ocho restaurantes y una pastelería, para que no falte el punto dulce, sacarán sus fogones a la calle para 'actuar' también en directo. A ver si cosechan tantos bises y aplausos como los de sus colegas músicos.
Un mercadillo y un espacio destinado a que los más pequeños vayan introduciéndose en la música, completa el cartel de este festival que celebra su rolliza adolescencia con un buen surtido de nombres grandes y pequeños, de aquí y de allí, con los sonidos lúdicos como bandera. Por los escenarios del Multifuncional de Bayas, el casco antiguo o salas como La Fábrica de Tornillos o la Sala Orosco, grupos y dj's darán buena cuenta del fin de semana.
Una primera cita el jueves día 1, casi a modo de aperitivo picante, con los sabores asentados en la independencia de los 90 de los murcianos Perro, los ya expertos ejercicios de pop de los zaragozanos Tachenko, la fiesta bailable en la que se sumergen los guipuzcoanos Rural Zombies o la intensidad emocional buscada por los vizcaínos Shinova.
El viernes, la terna vasca formada por la urgencia post-punk de Belako, el descaro nacido del hardcore de Yellow Big Machine y el synthpop hedonista de Grises, unido al ska de los locales La Regadera y el autodenominado heavy-pop de los catalanes Las Ruinas, anticiparán dos nombres de alcurnia del panorama nacional y uno más del internacional. Porque el pop y el rock de esencia poética y alma americana que corre por las canciones, mundos y emociones de Quique González, desgranará su excitante último disco, Me mata si me necesitas, acompañado de Los Detectives, y la electrónica con pellizcos hispanos de Fuel Fandango y su reciente Aurora, contrastará sin duda con los eternos pantaloncitos cortos de Nic Offer al frente de sus !!! (CHK CHK CHK) y sus bailes descoyuntados llenos de descaro funk y la más lúdica locura.
Y la noche del sábado cerrará fiesta y festival con el nombre de unos Izal ya convertidos en estrellas fijas y común denominador de muchos festivales patrios a lomos de su pop de unión y coro juvenil, pero acompañados de una buena muestra de lo heterogéneo del panorama nacional. Porque exceptuando el pop de raíz entre la electrónica y el soul bailable de los franceses Tahiti 80, la geografía española se recorrerá entre las galopadas folk-rock regadas con alcohol de los burgaleses La M.O.D.A. y la excelente electrónica de calidad mezclada con el folklore vasco de los bilbaínos WAS (We Are Standard); la locura existencial del hipnótico y excitante folk del oriundo de Santander Ángel Stanich y la no menos loca gamberrada punk llena de diversión y malhabladuría de los gallegos Novedades Carminha; el desfase tecno con alma de arte pop de los barceloneses Hidrogenesse y el tecno-pop bebiendo de los años 80 más irónicos e inocentes a la vez de los hiperactivos madrileños L Kan; el sopapo sonoro y punk que dinamita el underground madrileño de Juventud Juché y la electrónica con los pies en el funk y la disco-music de los músicos de larga trayectoria que forman los andaluces Perlita; el alocado post-punk que se alimenta de cualquier ritmo que haga mover unas caderas de los bilbaínos Franco y los también vizcaínos y densos e intensos Dekot o los guiños al pop british de los madrileños Green Class.
De todo y de todos sitios para el cruce de caminos de Miranda de Ebro y su Ebrovisión.
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