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A las 7.30 de la mañana, las ocho mujeres que conforman ‘Mulleres Colleiteiras’ en A Coruña están listas para una nueva jornada de trabajo. Soraya, Montse, Patricia, Nerea, Carmenchi, Pilar, Susana y Sofía se reparten los puntos de recogida de aceite de cocinar usado distribuidos por la capital coruñesa y las vecinas localidades de Arteixo, Cerceda y Santa Comba. También los colegios, hospitales, centros comerciales, empresas y los más de cien restaurantes y bares que colaboran con esta iniciativa sostenible en la que se da una segunda vida útil al aceite, reconvertido en combustible renovable.
“La ONG se puso en marcha en 2013, impulsada por Arquitectos sen Fronteiras, para mejorar las condiciones de vida de los asentamientos chabolistas de As Rañas y A Pasaxe. El objetivo es fomentar la inserción sociolaboral, empoderamiento y autonomía de mujeres en exclusión social a través de la recolección, almacenamiento, valorización y reutilización de aceite doméstico usado”, explica Sofía Vázquez, su actual gerente.
A la Gitana –“así me conocen todos en A Coruña”-, ‘Mulleres Colleiteiras’ le permitió “dar un giro importante a mi vida”. Se casó y fue madre con poco más de 20 años, después de haber abandonado los estudios. “El divorcio, con una niña de 11 años, me obligó a pluriemplearme en sectores en los que no me veía realizada. Para las mujeres gitanas, además, es muy complicado la inserción en el mercado laboral, por eso desde la ONG no solo les brindamos una actividad remunerada con un sueldo, sino una formación permanente para que puedan prepararse para un futuro independiente”, explica Sofía.
Además de los contenedores naranjas distribuidos por las ciudades de A Coruña (76), Arteixo (19), Cerceda (17) y Santa Comba (14), desde este 12 de diciembre Repsol ha ampliado a sus 176 estaciones de servicio de toda Galicia los puntos de recogida de aceite de cocina usado. “Repsol, con este aceite, va a fabricar combustibles renovables. Hay que tener en cuenta que por cada litro de aceite de cocina usado se fabrican 0,9 litros de estos combustibles renovables”, explica José Manuel de Pedre, jefe de la Zona Noroeste de Repsol. En abril, la compañía energética ya puso en marcha esta iniciativa con 156 puntos de recogida en la Comunidad de Madrid. Los particulares deben llevar este aceite a las Estaciones de Servicio en botellas de plástico transparente de 1 o 2 litros y cerradas con tapón -y se obtiene por cada litro, 30 céntimos de euro en saldo Waylet-. “Para nosotras, colaborar con Repsol supone no solo más trabajo y recursos, con lo que podremos ampliar la cobertura a más mujeres en exclusión social, sino también una mayor visibilización de nuestra labor y capacidad profesional”, apunta la gerente de ‘Mulleres Colleiteiras’.
Hace poco más de un año, el chef Luis Veira se animó a colaborar con estas mujeres. “En ‘Árbore da Veira’ (2 Soles Guía Repsol) ya llevábamos tiempo inmersos en proyectos de sostenibilidad, como uso de energías fotovoltaicas y eólicas, recuperación de aguas, gestión de residuos… Pero nos hicimos la reflexión de que además de salvar el planeta, que es fundamental, también es importante salvar a las personas y su situación económica y laboral en nuestro entorno”. Para Veira, “un gesto tan sencillo, como recoger el aceite que ya no está aceptable para nuestro nivel de cocina, se convierte en el motor económico para estas mujeres”.
Cada 15 días, una pareja de ‘Mulleres Colleiteiras’ sube al monte de San Pedro, donde ‘Árbore da Veira’ cuenta con unas impresionantes vistas a Coruña y a la bravura del Atlántico, para retirar las garrafas. “Uno de los aspectos que más valoramos es la pulcritud con la que nos entregan los envases. Tienen todo perfectamente controlado y eso nos facilita mucho la vida cuando nos hacen inspecciones de sanidad”, destaca el cocinero.
El aceite recogido en envases de plástico y bidones -unos 15.000 litros cada 21 días en toda la provincia, lo que supone unas 270 toneladas al año- se lleva a una nave del polígono industrial de Iñás. Aquí, de manera manual, se van destapando y vaciando en una mesa de filtrado, donde se separan los residuos sólidos orgánicos, como son los restos de las frituras. Una bomba decanta el agua del aceite, que finalmente se calienta durante un día a unos 50 grados de temperatura, “con lo que obtenemos un aceite con un 97,7 % de pureza”.
Este material es el que se entrega a Repsol, que lo convertirá en combustible renovable. “Actualmente, por ley, todo combustible (gasolinas y gasóleos) contiene más de un 10 % renovable. Pero Repsol quiere ir un paso más allá, y ayudar a una descarbonización más rápida en el sector del transporte. Para ello, la compañía ya cuenta con Estaciones de Servicio con combustible 100 % renovable como, por ejemplo, la de Coirós, en la provincia de A Coruña”, apunta De Pedre. En 2024, la compañía energética inaugurará en el Complejo Industrial de Cartagena (Región de Murcia) una planta dedicada a la conversión de todo este aceite, no solo el doméstico que se usa para cocinar, sino también restos de agricultura, ganadería o de la industria agroalimientaria.
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