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Si pudiésemos utilizar la güija para preguntar a Shakespeare y Cervantes si el 23 de abril hay motivo de celebración, posiblemente dirigirían nuestros dedos hacia el no. A nadie le gusta que se festeje su muerte (y menos si es prematura, como en el caso del dramaturgo inglés). Aún así, hace ya siglos que se conmemoran sus defunciones en esta fecha, aunque no fue hasta 1995 cuando la UNESCO la proclamó como el Día Mundial del Libro.
Sin embargo, con San Jorge la respuesta no está tan clara. Poco se sabe del personaje de la tradición cristiana que murió decapitado un 23 de abril por negarse a renunciar a su fe. Lo que sí ha trascendido es su leyenda. Y es por eso que San Jorge (Sant Jordi en el folclore catalán) sonríe desde su tumba una vez al año al ver cómo se venera en Barcelona su presunto acto heroico. Él, que salvó a la princesa de una muerte segura y la obsequió con las rosas que brotaron de la sangre del dragón. Menudo romántico, sí. Que ha condenado al barcelonés a demostrar su caballerosidad cada 23 de abril regalando rosas rojas a las damas. Y a las barcelonesas a ofrecer a cambio como dote un libro. Menudo sádico.
Pero no todo el mundo desea ser caballero o sentirse princesa. Hay incluso quien se identifica más con el malogrado dragón. Para todas esas personas, que desean disfrutar libremente de este día especial, proponemos una ruta alrededor del centro neurálgico de los festejos: La Rambla. Así podrán obtener una dosis ajustada de la tradición sin perjuicio de su estabilidad (senti)mental.
Para encarar con inmunidad las carantoñas de caballeros y princesas, se requiere, antes que nada, una buena inyección de vitaminas. La administran como nadie en el bar de zumos de prensado en frío del restaurante 'Flax & Kale'. Una idea de Teresa Carles, chef y alma máter del grupo homónimo, que quiso trasladar la filosofía de sus restaurantes de comida vegetariana y saludable al universo líquido. "Normalmente cuando alguien prueba los cold-pressed por primera vez queda sorprendido por el sabor agradable de los zumos verdes, pero es que nosotros siempre defendemos que la comida sana también puede ser sabrosa", sostiene.
De hecho, tiene claro cuál es el zumo ideal para iniciar con buen pie este Sant Jordi: "¡Os recomiendo el Green Love, ¡un delicioso regalo para vuestro organismo!". Y es que no importa el color, porque su amor por las materias primas de proximidad y las elaboraciones naturales impregna las más de 20 referencias de bebidas a base de zumos, purés, leches vegetales y aguas activadas. Para llevar sugiere "uno de los primeros que creamos", el Antiox, emblemático por su delicioso sabor y por el aspecto que le confieren las diferentes densidades de sus cuatro ingredientes: la fresa, el limón, la naranja y el kiwi. Agitar o no, va a gusto del consumidor.
Antes de continuar circulando entre paradas de libros, conviene crear una base sólida en el estómago para evitar desmayarse ante las embestidas de los cazadores de autógrafos, capaces de cualquier cosa por acercarse a sus escritores de cabecera. Por suerte, queda cerca 'Chök', con una cocina a la vista que sí merece nuestra atención. A juzgar por su apariencia, 'Chök' bien podría ser el hijo dulce de los progenitores de Ikea. Nada más lejos de la realidad. Tras ese look nórdico del espacio y la marca, se esconde el proyecto de Fernando Madrid y Débora Coimbra, dos admiradores de Willy Wonka que, en lugar de perseguir su firma, decidieron en 2013 crear "la cocina del chocolate".
"Se me ocurrió que no existía en Barcelona un negocio de este tipo, así que compré una olla de chocolate y fui probando", explica Fernando. Así empezó esta aventura que tuvo la fortuna de coincidir en el tiempo con la moda del cronut, convertido en "el icono pastelero de la gente joven". El de crema catalana es uno de los más demandados, idóneo para celebrar la diada de Sant Jordi. Pero también se puede optar por cualquiera de sus donuts gourmet, elaborados con menos azúcar, menos grasa y menos tiempo de fritura que los convencionales. El paladar más intrépido debe apostar por el donut de chocolate con patatas fritas y sal o por su pastelería vegana, una de las tendencias al alza.
Nutrido el cuerpo, ya se puede pasar a alimentar el alma. Y nada mejor para encontrar un buen surtido que 'Wah Wah Records', fiel a la venta de vinilos desde 1992. Desde entonces ha resistido las transformaciones de la industria musical y a las grandes superficies gracias, sobre todo, a los compradores extranjeros. De toda Europa acuden coleccionistas al encuentro de las últimas adquisiciones de Jordi Segura, obrador de este pequeño milagro, que bucea en mercadillos y ferias de todo el mundo a la búsqueda de tesoros perdidos.
"En la tienda tenemos un millón de géneros, aunque el jefe le tiene manía a la pachanga y al metal más comercial", confiesa Félix, uno de los vendedores veteranos. El negocio funciona también como sello discográfico con la intención de reeditar joyas musicales difíciles de localizar. No resulta una experiencia plena sin descubrir la sala trasera, a la que se accede por un estrecho pasillo al fondo del local. Allí, los ritmos negros y latinos elevan al comprador al séptimo cielo.
Pero no hay que olvidar mantener los pies en la tierra porque el 23 de abril es el Día Mundial del Libro y, aunque se estén evitando las compras y las aglomeraciones, no hay excusa para eludir el gran templo de la literatura en Barcelona: la Biblioteca de Catalunya. Desde 1939, se encuentra ubicada en el antiguo Hospital de la Santa Creu, uno de los conjuntos del gótico civil más importantes de Cataluña. La primera piedra del edificio se colocó en 1401 pero la construcción nunca llegó a acabarse tal y como estaba planificada.
Aún así las tres alas que comprenden la Biblioteca ocupan 12.000 metros cuadrados, en los cuales habitan, se dice pronto, casi 4 millones de libros. Aunque también moran instrumentos, como un piano que perteneció a Enrique Granados o una pianola, capaz de reproducir mecánicamente música perforada en rollos de papel. Habitualmente las instalaciones solo son accesibles para los socios acreditados pero en el día más especial del año se hace una excepción. Las puertas se abren y pese a que, lamentablemente, las paredes no hablan, sí lo hacen los guías, que ofrecen visitas gratuitas para profundizar en la historia del lugar.
Es difícil escoger solamente un libro de entre toda la producción bibliográfica catalana, pero a escasos metros de la Biblioteca, en el Bar 'Muy Buenas' se han decantado por dos ejemplares clásicos que permiten al comensal viajar en el tiempo. "La idea era recuperar la casa de comidas tradicional catalana y para ello nos hemos basado en el recetario La Teca, de Ignasi Domènech, y en el libro de cocina de Josep Pla", cuenta Lito Baldovinos, que tomó las riendas del establecimiento hace menos de un año junto a Enric Rebordosa. Y menos mal.
Esta antigua bacaladería que abrió como bar en 1924 fue expoliada por sus anteriores arrendatarios hasta que el Ayuntamiento les obligó a devolverlo todo. Un patrimonio modernista de gran valor que los nuevos propietarios quisieron retornar a su antiguo esplendor. Después de año y medio de rehabilitación, ya se puede admirar su espectacular mampara, trabajo de (San) Jorge Aragone, restaurador de la Casa Batlló o el suelo hidráulico, "la parte más complicada de encontrar". "Somos amantes de este tipo de espacios, habíamos ido mucho al 'Pastís', al 'Marsella' o a la antigua 'Confitería', para nosotros es un tributo a ellos, porque son la esencia absoluta de la ciudad", explica uno de estos arqueólogos de bar. Y la esencia de Barcelona aquí sabe a cocina típica, con un plato del día que va cambiando de lunes a viernes y una carta de vinos con un centenar de referencias catalanas.
Después de una comida gratificante, es fácil que se ablande el corazón al pasar por el Jardinets dels Gats en la plaza del Canonge Colom, un refugio para felinos rescatados de la calle. "Hace daño porque hay lugares en los que los gatos se dejan coger, si un gato se deja coger, búscale una casa, porque se merece tener una vida", explica Àlex Salvador, la fundadora. En 10 años han logrado acabar con las 25 colonias callejeras del distrito de Ciutat Vella gracias a su "método rescate, esterilización, acogida y adopción". Aún así cada año llegan al espacio 150 gatos, que intentan colocar en su red de 50 casas de acogida o cobijan en sus instalaciones.
Este hogar que es posible gracias a un centenar de voluntarios, que "se organizan por equipos de lunes a domingo, limpian el espacio, les dan de comer y observar si les ha pasado algo". Si se quiere emular a San Jorge con un acto heroico y romántico se puede solicitar una adopción o apadrinar un gato pagando una cuota. Si se rehúyen las grandes gestas, también se puede aportar un granito de arena comprando alguna artesanía en la parada especial que montan por Sant Jordi.
Con la tarde, las calles se abarrotan aún más con la llegada de los que que finalizan su jornada laboral. Es el momento ideal para apoltronarse en el cine 'Maldà', una sala detenida en el tiempo y gestionada por tres apasionados cinéfilos que resisten el envite de las plataformas online y la gentrificación del barrio.
Volviendo a La Rambla desde el cine es inevitable hacer un alto en el camino en 'Posters Verkerke', funcionando desde 1985 y la única que ha resistido de las siete tiendas de láminas que había en el barrio. Los idólatras alcanzan aquí su nirvana. Y su Pink Floyd y su Andy Warhol. Y es que tienen de todo, de lo clásico a lo moderno. "Uno de los que se sigue vendiendo más es el póster de Pulp Fiction, coinciden Gonzalo e Isma, los dos empleados encargados de la sección de cine.
"De artistas ahora se vende mucho Rothko porque es facilón, decorativo, no ofende a nadie", asegura Germán, responsable de la sección artística. Aquí la gente viene a comprar pero también "a pasar el rato removiendo". Si no se ve lo que se busca conviene preguntar a los amables vendedores. ¿Quién sabe? Quizás tengan incluso alguno del ídolo de masas San Jorge atravesando con su espada al dragón.
Cae la noche. Los tortolitos vuelven a su nido de amor y los paradistas calculan su agosto. Es hora de volver a La Rambla, arteria principal de Barcelona, una calle que refleja como ninguna la historia de la ciudad. "Se nota todo en La Rambla", anuncia Raúl Martínez, encargado del Cafè de l'Òpera, que lleva 30 años trabajando en este establecimiento histórico, que el padre de la actual propietaria adquirió como ganga en 1929 después de que un asesinato redujera drásticamente la clientela del anterior negocio. Y es que sus paredes de estilo modernista han sido testigo de muchos acontecimientos históricos. "Por aquí hemos visto desde Mick Jagger a los políticos del Parlament, también pasaron muchos atletas durante los Juegos Olímpicos".
El trajín de famosos es la tónica habitual, no en vano ha sido tradicionalmente "un lugar de la bohemia". Desgraciadamente, también se recuerdan los sucesos trágicos. "El día del atentado de La Rambla estuvimos ayudando a la gente durante horas, dándoles agua; había verdadero pánico, esas caras nunca se me olvidarán", rememora. Pero el espectáculo debe continuar y delante, en el Liceo, se celebra uno cada noche, así que pronto volvieron a la normalidad. El público operístico acude aquí en busca de sus excelentes cafés y sus bikinis, de precios muy asequibles en comparación con el resto del paseo. La joya de la corona es el chocolate con churros, "no tomarás ninguno mejor", promete. A nadie le amarga un dulce y menos al final de un 23 de abril.
Si a estas alturas aún se duda de cómo celebrar el próximo Sant Jordi, se está a tiempo de acudir a Nasty Mondays (Nou de la Rambla, 113), la fiesta por excelencia de los lunes en Barcelona, allí es factible encontrar jóvenes princesas, algún que otro caballero y eso sí, dragones por doquier.