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Los meses de confinamiento por la covid-19 demostraron que quien podía disfrutar de un balcón era un afortunado. Ahora que la situación ha mejorado (relativamente), no es de recibo que esos pequeños metros no sigan manteniendo el protagonismo adquirido y vuelvan a convertirse en ese trastero al aire libre o acumulador de plantas olvidadas que eran casi siempre en tiempos prepandémicos. Para ello, nada mejor que dar una decoración navideña para balcones de recibo.
A la hora de ponerse manos a la obra hay que tener en cuenta algunos condicionantes, como la climatología, la estética del edificio o el carácter de los vecinos, para actuar en consecuencia. Por ejemplo, en una localidad lluviosa, lo mejor es desechar elementos poco resistentes; si el edificio es muy contemporáneo, se puede jugar con elementos modernos, y si la comunidad no tiene demasiado espíritu navideño, lo mejor es pasar de brillos parpadeantes y música.
Respetando estas limitaciones, lo que queda es mera imaginación. Se admite todo: plantas, telas, ovillos de lana, fieltro, espumillones, bolas de todos los tamaños, ramas y troncos naturales, figuras de porcelana, jarrones… Mejor aún, es posible plantear balcones temáticos (de los que aquí hacemos unas sugerencias), siempre en la medida de nuestras posibilidades. Decorar el balcón por Navidad es una forma de compartir con los demás un poco de color, de belleza y de espectáculo, que buena falta hace.
La naturaleza nos ofrece durante estas fechas elementos altamente decorativos como piñas, troncos de madera, ramas de abeto o de acebo… Una visita al campo o al parque nos aprovisionará de estupendos y válidos elementos vegetales para enriquecer con lazos, espumillón o luces led. Durante estos días además, las floristerías tienen una buena selección de especies como ramas de arce y de boj, musgo y plantas como poinsettias o rosas de Navidad. Una buena idea es instalar en la balaustrada una tira de espumillón verde donde previamente habremos colgado piñas, lazos y bolas. En el suelo también es posible colocar jarrones artesanales, bandejas de madera o cubos metálicos repletos de ramas y pequeños troncos.
El verde, el rojo y el blanco son los colores navideños por excelencia. Colocar telas monocromas o estampadas con estos tonos (el tartán, por ejemplo) puede tener un efecto elegante y clásico. Sus posibilidades son infinitas: tapando los barrotes como una cortina o convertidos en cojines sobre una silla o en el suelo en plan jaima. Por supuesto, el tejido se puede acompañar con adornos navideños para el balcón en dorado o plateado. El punto y final lo ponen algunos faroles con velas que le darán una luz muy cálida.
Cualquier cosa que tengamos en casa puede servir para ensalzar el espíritu navideño ¿Se dispone de unos botes vacíos de cristal? Pues no hay más que convertirlos en unas bolas de nieve si introducimos en ellos algún objeto típico –unos mini abetos de plástico, por ejemplo– y lo llenamos de nieve sintética ¿Nos sobran algunos ovillos de lana de colores? Pues hay que convertirlos en una corona para la pared. La cuestión es dar una segunda vida (navideña) a esos objetos que se guardan por guardar y dejarse llevar por el artista que llevamos dentro.
Se pueden utilizar muchos residuos para crear interesantes adornos navideños. Por ejemplo, los botes de cristal pueden convertirse en portavelas, las cápsulas de aluminio de café o las bombillas fundidas servirán fácilmente como adornos del árbol si se pintan o pegamos elementos brillantes; o las tablas de madera de un palé abandonado en la calle pueden transformarse en un minimalista abeto. Internet está lleno de inspiradores ejemplos.
Para los que los colores típicos resultan demasiado clásicos, existe otra opción mucho más dulce y romántica: los colores pastel. Telas blancas o plateadas colocadas en la balaustrada o en el suelo se complementan a la perfección con brillantes adornos en rosa, azul o amarillo suave. El efecto se puede endulzar aún más si se colocan luces led o velas en jarrones altos de cristal para que el viento no nos juegue una mala pasada.
Si somos coleccionistas de objetos de otras épocas ahora es el momento de mostrarlos al público. Jarrones, platos ornamentales, figuras… no desentonarán si se mezclan con artículos puramente navideños. Incluso, es una perfecta ocasión para sacar al exterior esos adornos navideños heredados que, mezclados con elementos más modernos, harán resaltar su personalidad e historia. Por ejemplo, podemos poner dentro de una campana de cristal una figura de Belén antigua.
Los pequeños balcones pueden dar mucho juego si se aprovechan todos sus recovecos. Las esquinas son perfectas para colocar plantas como flores de Pascua o rosas de Navidad. Si el balcón es muy estrecho, siempre se puede tirar hacia arriba y llenar la pared o el techo con elementos colgantes como cortinas de luces led, coronas navideñas o estrellas de todos los tamaños. Colocar cajones en diversas alturas donde poner de fo rma escalonada cualquier tipo de ornamento que nos guste también es una buena opción. La cuestión es conseguir un rincón íntimo y acogedor por el que nos apetezca asomarnos.
Las terrazas pueden dar mucho juego. Los muebles que se disfrutan al máximo durante los meses de buen tiempo en invierno también hay que sacarles partido. Por ejemplo, la mesa puede decorarse con un mantel de tela escocesa y llenarse de adornos ad hoc, mientras que las sillas pueden cubrirse con cojines para dar un aspecto acogedor. Incluso se puede poner en el suelo alguna que otra alfombra de piel sintética. Las plantas naturales son las mejores aliadas y si se tiene el capricho de poner un abeto natural, la terraza es el mejor sitio porque la calefacción no le afecta y tiene más posibilidades de sobrevivir si es replantado después de las fiestas.