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'Susurros en la noche', de Tony Ga, ha sido el relato que Javier Sierra ha elegido como ganador de este certamen. La historia “tiene la virtud de crear un escalofrío a partir de un hecho cotidiano. Uno capaz de convertir cualquier lugar, incluso nuestra casa, en un espacio de terror”, según ha asegurado el propio escritor.
El microrrelato vencedor, ubicado en Cuéllar (Segovia), es un claro ejemplo de lo reñido que ha estado el concurso gracias a los misterios de la España vacía, la gran protagonista entre las historias de los lectores. Preguntados por el lugar en el que más miedo habían pasado, la mayoría de los participantes ha coincidido en que es difícil ser un valiente en sanatorios abandonados, cortijos devorados por el tiempo, castillos en ruinas, habitaciones inquietantes, antiguos conventos, bosques en los que se escucha el susurro de los espectros o, especialmente, en pueblos pequeños de nuestra geografía.
En las historias se mencionan municipios como Belchite, Navas de Oro, Belmonte, Espejo, Priego, Dueñas o Aniñón, entre otros muchos. Aunque Belchite es un lugar recurrente, en el que se sitúan varias de las mini historias. "Desde los años 80, Belchite está muy presente entre los amantes del misterio, por la cantidad de psicofonías que se han percibido allí. En 2004, fui con un equipo de Telemadrid a grabar a un abuelo que era un niño cuando se produjo la batalla, al escucharlo luego se oía de fondo el ruido de un avión, que un especialista identificó como un Stuka", rememora Sierra.
Desde las dos Castillas hasta Extremadura pasando por Aragón sin olvidar Galicia o Andalucía, un desgranado rosario de mitos y leyendas han llegado hasta Guía Repsol para asustarnos al más puro estilo de Gustavo Adolfo Bécquer o Allan Poe. Relatos que se mueven entre la fascinación que genera el encanto de la España rural, en muchos casos ligada a la infancia y a los abuelos; y el temor a lo desconocido.
También ha habido un hueco para terrores en localidades más pobladas. Algunos de los participantes han puesto de manifiesto que hay ciudades con edificios emblemáticos capaces de poner los pelos como escarpias en noches oscuras como el Cortijo Jurado en Málaga; el Hotel de los Duques de Medinaceli, en el Puerto de Santa María; alguna habitación del Parador de Mérida, Jaén, Cardona o Sigüenza; la vieja catedral de Toledo; o alojamientos antiguos en Granada o Córdoba.
El que lo ha tenido bien difícil ha sido nuestro jurado de honor, Javier Sierra. Siendo un especialista en misterio –como muestran sus novelas y su programa 'Otros mundos' (Movistar)–, al premio Planeta le ha costado decidirse tras sumergirse en ese recorrido espeluznante que han hecho los lectores. "He aplicado dos criterios fundamentales para la valoración de estos microrrelatos: la intensidad de la historia y su calidad literaria. En el primer factor incluyo la habilidad del autor para sorprender. En el segundo, que su estructura estuviera bien armada, respondiendo a preguntas razonables como quién, qué, cómo, dónde y cuándo", ha explicado el escritor, que además del ganador ha seleccionado otros cuatro relatos que le han resultado interesantes.
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Premio: Una noche en el Parador de Oropesa (Toledo) y la última novela de Javier Sierra, El mensaje de Pandora, firmada por él.
Lee el relato ganador y los otros con mención especial:
La noche fue en Cuéllar, pueblo de Segovia. Sobre las tres de la mañana. Me levanté al baño y escuché a mi hija llorar en sueños. Me acerqué a la puerta y oí una voz que le decía cosas en susurros, ella parecía dormida y sé que no había nadie más en casa que su madre y yo... Dude en abrir. Esa voz.
Todavía era de madrugada. Conducía para Pozo Alcón (Jaén), cuando al pasar por el Puerto de Tíscar, donde la Cueva del Agua guarda a la Virgen frente a la Peña Negra, una anciana ataviada con una vestimenta antigua caminaba sin luz alguna por el arcén de la carretera en obras. No olvidaré su mirada.
Amigas. ¡Manifiéstate! Gritamos mientras cuatro dedos sobrevolaban el vaso de cristal. Risas adolescentes precedieron sus movimientos sobre el tablero. Letra a letra, un mensaje: ESTOY SOLA. La Playa de la Caleta quedó vacía. Esa noche ninguna durmió. Todavía somos cinco: cuatro señoras y un espíritu jovial.
Las Palmas. Una pensión lúgubre. Era joven. Una noche, fui al baño compartido y vi en la habitación de al lado, cuya puerta estaba abierta, a un anciano barbudo y pobre, metido en la cama. Intuí un parecido físico conmigo. Parecía mi yo futuro, una broma cruel del destino. Sentí terror.
Puerto de Santa María, Cádiz, , acogedora habitación. Agotada, disfruté la comodidad de la cama en un plácido sueño. Sentí como mi pareja me abrazaba, era muy agradable, salvo por un detalle , él no viajó conmigo, lo vi alejarse de la cama, desvanecerse en la sombra.
Cruzamos de noche. Tropecé con una piedra y quedé solo. Al fondo una luz se acercaba. Era una procesión de monjes con una cruz al frente. Me petrifiqué. Corrí hasta que encontré al Cabo 1ª que, agitándome, preguntaba que me pasaba. Desde entonces no he vuelto solo de noche al bosque gallego.
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