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La dulce invasión de poetas del mundo que participa en la décimotercera edición de Cosmopoética ya se ha hecho notar. Encontrarse con Andrés Neuman tomando un café y fumando entre las blancas columnas de El Astronauta es posible. El poeta argentino podría susurrarte: “NO SÉ POR QUÉ fumar me encanta, el humo quema el idioma…”. O tropezarse aposta con el cantautor Javier Álvarez, de cañas en El Automático, local al que acude para las Jam Sessions de Los poetas pinchan que se suceden toda esta semana.
Aquí todo es posible. Y más este año, en el que la espontaneidad dadaísta celebra su centenario e impregna la programación de la Cosmopoética cordobesa: abierta, gratuita, al aire libre, en locales cálidos y sin olvidarse de los más pequeños (echa un ojo a la variada programación y encuentra tu momento poético perfecto).
Las actividades se suceden a un ritmo trepidante hasta el 8 de octubre: “Hay de tres a cinco recitales todos los días, desde la mañana hasta la media noche”, nos comenta el director artístico de este festival, José Ignacio Montoto. "Es lo que buscamos: Que nadie escape de la poesía” en la ciudad, nos advierte.
La presencia de Cosmopoética en los bares de la ciudad es histórica. “El popular Bar el Correo o La Cazuela son locales vinculados al festival desde hace años”, nos comenta Montoto. En cada uno de ellos el ADN cordobés se siente desde que entras por la puerta de entrada hasta la barra. Orbitan en el entorno del histórico reloj de la plaza de las Tendillas, que estos días emite versos en vez de su clásico tono de guitarra española. El bar El Correo lleva más de 80 años convirtiendo en milagro que un espacio tan pequeño acoja a tanta gente en busca de la caña perfecta. Por su parte, la Taberna La Cazuela ha hecho de los mitos gastronómicos cordobeses como el salmorejo, los flamenquines, el rabo de toro o el solomillo al Pedro Ximénez, su sello de identidad.
¿Tomar algo al aire libre? La plaza de la Corredera y su espacio abierto es imbatible si priorizas la comodidad de los más pequeños. El punto literario te lo darán las cosmoservilletas en las que están impresos los poemas de autores de ediciones pasadas. No es mala idea que, para tomarle el pulso a la vida cotidiana, te zambullas en la algarabía del mercado de abastos de la plaza de la Corredera. De hecho, tal vez coincidas con el propio hombre del paraguas (logo vivo del festival poético) recitando versos en su misión de llevar la Poesía a los mercados (consultar la programación).
El entorno amable de los Jardines de Orive, habitualmente repleto de voces infantiles, es el epicentro de Cosmopeque con talleres diseñados para los niños y para toda la familia. Aquí se suceden desde espectáculos de títeres y poesía hasta encuentros con autores, como Joan Manuel Gisbert, cuentacuentos y cantaversos para bebés. Algunas tardes, la Librería Títere toma el testigo y convoca a los pequeños poetas en este espacio próximo a Los Jardines de La Merced para que conozcan a algunos autores y aprendan técnicas básicas para hacer poesía.Los futuros poetas encontrarán aquí herramientas para construir la poesía del futuro. De eso Córdoba sabe mucho. Los nuevos talentos se suceden en un festival cargado de nombres que sonarán próximamente.
También en el entorno del Palacio de Orive, en la Sala Orive, Ajo & Judit Farrés prometen, con su micropoesía, hacer un striptease poético sentimental que no deje a nadie indiferente. Otra acciones poéticas como la performance de Chantall Maillard, Matando a Platón, que cerrará el festival en el Teatro Góngora; o documentales como Salir de casa, de David Trueba, sobre el cantante español Francisco Nixon, o las actuaciones del Señor Chinarro, son algunas de las citas más esperadas.
El festival no cesa en su búsqueda de espacios que permiten la “ataraxia rapsódica”, esa calma ideal para recitar y degustar versos. En Córdoba los hay a pares. Experimentarlos a solas es ya una experiencia lírica en sí misma. Descubrirlos es el objetivo de la ruta literaria que partirá de la casa natal de Góngora y visitará, con ojo histórico-arqueológico, la calle Cabezas, la iglesia y el claustro de San Francisco, el Palacio de Orive, Bailío y el palacio de Viana mientras se recitan versos. Por tu cuenta, una visita al Círculo de la Amistad, la centenaria institución artística y literaria fundada por la crème de la crème cordobesa de 1854, te causará el mismo efecto.
Sus patios y las obras pictóricas que conserva, muchas de ellas de Julio Romero de Torres (“el pintor de la musa gitana”), te conectarán con la parte más lírica de la ciudad. Su pequeño museo, en la plaza del Potro, es otro de esos espacios poéticos. También lo es el entorno de la iglesia de la Magdalena, en cuyo interior se inauguró el festival de la mano de Fernando Arrabal y Albert Pla. De hecho, el barrio de San Lorenzo y la Magdalena, mucho menos frecuentado por el turismo, cuenta con perlas como La Taberna de la Abuela. Su terraza, sin pretensiones, a pie de calle, es perfecta para desayunar unos churros o tapear por la noche mientras se escuchan el canto de los grillos aún en esta época del año.
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