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En las zonas costeras ya están pensando cómo acondicionar sus kilómetros de litoral ante la inminente llegada de turistas en fase 3. Acceso por turnos (la división se va a hacer, principalmente, por colectivos), acotaciones de espacio, control del aforo por aplicaciones y códigos QR, reducción en el alquiler de elementos (tumbonas, kayaks, patines de agua…), cierre de zonas comunes como duchas y más vigilancia policial para que se cumpla la distancia de seguridad son algunas de las medidas que barajan imponer Comunidades Autónomas y Ayuntamientos.
Para empezar, esas imágenes de playas abarrotadas en las que resulta casi imposible darse un chapuzón o encontrar un hueco en la arena para poner la toalla quedarán aparcadas en la memoria colectiva durante algún tiempo. El virus está ahí y no hay que bajar la guardia ante un posible rebrote. Según un informe publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la transmisión del SARS-CoV-2, causante de la covid-19, en playas y piscinas "por contacto con el agua de condiciones estándar para el baño, es muy poco probable". El estudio señala además que "actualmente, no existen datos de la persistencia del SARS-CoV-2 en agua de mar. El efecto de dilución, así como la presencia de sal, son factores que probablemente contribuyan a una disminución de la carga viral y a su inactivación por analogía a lo que sucede con virus similares".
Entonces, ¿se podrá ir a la playa? Sí, pero con responsabilidad. El CSIC advierte que "la principal vía de transmisión del virus en playas, (y también ríos, pantanos, lagos o piscinas) es a través de secreciones respiratorias que se generan con la tos y los estornudos y el contacto de persona a persona, por lo que deben mantenerse las recomendaciones generales relativas a cualquier otro lugar, como por ejemplo las recogidas en el protocolo y guía de buenas prácticas publicadas por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo". Es decir, habrá que seguir manteniendo los dos metros de rigor (si pueden ser más, mejor) y usando mascarilla, así como huir de las aglomeraciones, utilizar el gel hidroalcohólico antes de llevarnos las manos al rostro y no usar objetos comunes porque pueden continuar siendo mecanismo de transmisión.
Aunque el informe del CSIC también indica que la acción conjunta de tres factores: la salinidad del agua de mar, la radiación solar ultravioleta y la alta temperatura que alcanza la arena durante los meses estivales favorecen la inactivación de los agentes patógenos. Esto último suena esperanzador pero, antes de empezar a renovar las descoloridas toallas de playa del año pasado, de sacar del trastero colchonetas inflables y de comprar el bronceador de oferta, lo mejor es equiparse con algunos elementos que ayuden a mantener la distancia de seguridad y a proteger a nosotros mismos y a los demás porque… se puede disfrutar de un buen día de playa sin enfermar.
Los italianos, tan amantes siempre del diseño, fueron los primeros en aportar ideas para reactivar el turismo playero con seguridad. Así, por ejemplo, la empresa Nuova Neon Group 2 presentó una serie de cubículos de metacrilato con capacidad para sombrilla y dos tumbonas. Una idea sugerente pero, ¿qué pasa con la ansiada brisa marina? ¿Quién desinfectará cada habitáculo después de que una familia se vaya? No tan claustrofóbicos son los espacios diseñados por el estudio de arquitectura Obicua, que ha pensado en unas estructuras en aluminio y bambú para respetar las distancias de seguridad pero, tratando de mantener esa sensación de libertad tan buscada por los bañistas.
En España las autoridades municipales también están agudizando el ingenio para compartimentar los kilómetros de costa. En Vélez-Málaga, por ejemplo, se ha puesto en marcha un sistema en el que un tractor equipado con rodillo, marca en cada giro una señal horizontal. De ese modo, se crea una cuadrícula de unos 2,5 metros de cada cada una que servirá de área para cada grupo de bañistas. Lo que está claro es que ya sea mediante apps en el móvil, la vigilancia de drones en en cielo o la instalación de tornos que controlen el acceso, este verano las playas van a estar más desahogadas que nunca.
El paddle surf es mucho más fácil de aprender y de practicar que el surf y, por eso, se ha puesto muy en boga entre aficionados al agua de todas las edades y condiciones físicas. Eso sí, hay que ponerse de pie en la tabla igual a como se hace en una tabla de surf, por lo que se necesita tener cierto equilibrio. Una de una de las ventajas del paddle surf es que no se requiere de olas para practicarlo, cualquier gran masa de agua es válida para la ejecución de este deporte y otra de sus virtudes, muy importante en estos momentos pospandémicos, es que permite alejarse de la costa, en soledad, estando muy por encima de las cabezas de otros bañistas, por lo que es fácil mantener la distancia de seguridad. Para iniciarse, existen muchas escuelas donde aprender la técnica y además, las tablas pueden adquirirse hinchables para guardarlas fácilmente en casa.
Este año, no faltarán en la maleta el traje de baño, los pantalones cortos, la gorra… Y la mascarilla. Hay que empezar a pensar en un estilismo fresco y agradable a la vista. La diseñadora Krizia Robustella ha colaborado con el artista Nicasio Torres para crear los estampados de las telas de su colección primavera-verano 2020, Magic Orgy. En las prendas son protagonistas las figuras estilo rave en tonos ácidos. Estos estampados no solo forman parte de pantalones, vestidos o camisetas, sino también de mascarillas. Los higiénicos complementos están confeccionadas en tejido de algodón y tienen un sistema de cierre que se adapta a todos los rostros y además, disponen de una abertura donde colocar los filtros.
Los gurús del diseño han encontrado en los muebles de exterior un campo muy apetecible en el que experimentar. Las duras y pesadas tumbonas de madera o plástico, y los armazones en aluminio cuya tela se descosía a la primera de cambio han dado paso a estudiadas estructuras realizadas en materiales altamente tecnológicos que resisten las altas temperaturas y hasta la incidencia de los rayos UV. Algunos, son potentes habitáculos que, además, permiten mantener la distancia de seguridad e invitan a echar una buena siesta.
Cualquiera puede crear su propia área de seguridad mediante toallas. Si se es aficionado a las manualidades, una idea a tener en cuenta es crear una toalla-manta uniendo varias que se tengan por casa. El resultado puede ser un llamativo patchwork multicolor que no solo ayudará a no despistarse a la hora de mantener la distancia de seguridad sino también resultará muy útil si la arena resulta molesta. Aunque, si no hay mucha afinidad con la aguja, siempre se puede optar por comprar alguno de los modelos oversize que hay en el mercado, como las de Wekapo, que también son ligeras, fáciles de lavar y de transportar y muy útiles para un pícnic en el campo.
Lo de "pantalla total" no se refiere solo a la capacidad de algunos bronceadores para evitar la radiación UV, esa que produce las tan dolorosas quemaduras. Desde ahora también van a llamarse así los gorros, sombreros y gorras que llevan (de quita y pon) una pantalla transparente de protección incorporada, como la de Salvador Bachiller. Estas mamparas son muy similares a la que lucen los profesionales que están en contacto con el público ya sea hospitales o en comercios.
Su objetivo consiste en evitar el contagio directo en entornos cercanos a posibles contagiados o en espacios en los que no se puede respetar el distanciamiento social. Pero, según aseguran los expertos, no es para nada sustitutiva de la mascarilla. Se puede pensar que la pantalla es más cómoda porque se puede respirar y no es tan aparatosa como la mascarilla pero, la pantalla no está cerrada por lo que se puede seguir esparciendo el virus.
Los guantes de látex, nitrilo o vinilo han sido muy populares para evitar contagios durante la pandemia pero, ahora que se va a estar mucho tiempo descalzo sobre la arena y otras superficies típicamente costeras (la tarima para no pisar la abrasadora arena, por ejempl) ¿Es posible contagiarse? Según el informe del CSIC anteriormente mencionado, las condiciones que se dan en la arena de la playa son "favorables a la inactivación de los agentes patógenos". Además, no es recomendable la desinfección de los suelos naturales y, como el propio estudio indica, "cualquier forma de desinfección de la arena de la playa debe ser respetuosa con el medio ambiente". Para pisar sobre seguro, una opción es echar en el bolso de playa los calcetines de látex que se suelen usar en las piscinas para evitar resbalones.
Ir a la playa se va a convertir en un acto menos socializador. Una opción es crearse un espacio seguro en algún árbol o palmera cercana a la playa. Existen habitáculos realizados en tejido de malla transitable que bien pueden servir de refugio. Son estructuras espaciosas perfectas para relajarse y echarse una cabezada mientras se escucha el sonido del mar. Además, permiten mantener la distancia de seguridad y también, relajarse un poco del uso de la mascarilla.
Las tradicionales sombrillas y tumbonas puede que este año no sean suficiente. En la playa se ven algún que otro bañista que ha montado parapetos a base de lonas, toallas y palos para protegerse del sol durante las horas más potentes del día o de las incómodas tormentas de arena que se levantan cuando hay mucho viento. Si este año es primordial mantener la distancia de seguridad, en vez de la sombrilla se puede optar por una tienda de playa que son fáciles de montar y de transportar. Soportan vientos de hasta 40 km/h y permiten varias posiciones según sea la orientación del sol. Además, son de tamaño familiar, con una capacidad para dos adultos y dos niños.
Las colchonetas hinchables para jugar en el agua pueden pecar de estrechas. Existen modelos mucho más anchos que permiten mantener una distancia de seguridad más respetable. Cabañas flotantes, alas de ángel, cisnes… Estas estructuras hinchables permiten el distanciamiento dentro del agua. Son fáciles de inflar (no hace falta dejar los pulmones en el proceso) y los diseños son muy llamativos por lo que no son aptas para tímidos.
¿Qué tal si además de la mascarilla llevamos un toldo para tapar la cara y así sentirnos más protegidos si alguien se acerca demasiado? Los amantes de los gadgets más irreverentes tienen en las pantallas plegables un instrumento de doble protección personal y, no solo a la hora de poner centímetros entre nosotros y la persona que nos hable, sino también ante quemaduras solares ya que protege de los rayos UV. Son plegables y livianas por lo que se pueden llevar bien en la maleta.
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