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Hay quien ya sabe a lo que viene y quien intenta disimular la cara de sorpresa. Sea como sea, cruzar ese vestíbulo con cientos de frascos de esmalte de uñas bañados por una luz rosa es como entrar en una dimensión desconocida. A uno y otro lado de un largo túnel, varios personajes ataviados con extraños ropajes futuristas dan la bienvenida a un local que parece salido de la imaginación del Ridley Scott de Blade Runner, con el componente colorido y mamarracho marca de la casa de LetsGo Company.
La promotora responsable de musicales como The Hole o La familia Addams dio el salto a los locales de ocio nocturno con 'Medias Puri', referencia ineludible de la noche madrileña, y ahora pretende conquistar la zona de Moncloa con una propuesta tan rompedora como original. Así lo asegura Iñaki Fernández, director de LetsGo, que define 'Uñas Chung Lee' como "una locura, un disparate enfocado a la experiencia, para un público entre los 25 y los 60 años". Y es que aquí no solo viene uno a tomar copas y escuchar música, sino a dejarse llevar por un hedonismo contagioso y, sobre todo, divertido.
Todo surgió "después de The Hole. Se nos ocurrió montar una especie de club nocturno con espectáculo, en el que la gente viviera una experiencia pero esté más a su bola, sin tener que seguir un hilo argumental". Así nació 'Medias Puri' y así ha abierto sus puertas este otro local pseudoclandestino, que permite acceder a una Asia futurista y gamberra. "Cada día hay una tienda de uñas nueva en Madrid", señala Fernández, "así que me pareció sugerente partir de eso". De hecho, una de las posibilidades es pintarse las susodichas a las tres de la mañana o darse un masaje. Nunca se sabe qué derroteros tomará la noche.
Cada cierto tiempo, actores y actrices de peinados imposibles y poses sugerentes hacen aparición entre la gente, se suben a las barras para imitar a los gatos que decoran las paredes o reparten galletas de la suerte. "La idea es que pasen muchas cosas a la vez, que cada persona que venga viva una experiencia diferente. Incluso que dentro de un mismo grupo haya personas que vivan una cosa y otros otra distinta. Más que nada para que al final digan: ¡tenemos que volver!". El público, desde luego, lo vive intensamente, sobre todo cuando desde los altavoces llega a la pista el Sex Machine de James Brown remezclada con Kiss de Prince, por cortesía de DJ Lancelot.
Así llegan los primeros números de fuerza y acrobacias, luego un paseo entre el público con hula hoops y abanicos comandado por la China Patino como maestra de ceremonias. La cantante de Cycle saca a relucir su experiencia como actriz y bailarina, ataviada con una gigantesca peluca amarillo flúor y dirigiendo a estas extrañas criaturas ligeras de ropa que se mueven entre la gente. "Iñaki me llamó para ser la diva de esta China posapocalíptica y eso me tocó el corazón. Fui a 'Medias Puri' y flipé con la calidad del espectáculo. Llegué aquí y vi el espacio, las luces, la escenografía, el equipo de bailarines, los coreógrafos… y no pude decir que no".
Ella es una de las indudables protagonistas de este cabaret 3.0 dirigido por el prestigioso coreógrafo Chevi Muraday, Premio Nacional de Danza, que confiesa: “'Medias Puri' fue un gran reto, porque tenía que pensar cómo podía transportar las artes escénicas a un espacio nocturno. Cuando me propusieron esta nueva aventura, tenía que buscar otro enfoque, que el sello estuviese ahí pero la forma, el lugar y la dirección fuese distinta”.
En la labor de escenografía, decoración y vestuario le secunda su compañero Felype de Lima, otro de los talentos de LetsGo Company: "Entre otras cosas, trajimos 250 farolillos de Japón. Me encanta eso de que el público entre por una tienda de uñas y caiga como Alicia en un túnel que les lleva a China, al otro lado del mundo. Queríamos algo moderno y trasgresor, pero lo más importante es que la gente se lo pase bien". Misión cumplida.
Tras la consabida ración de pop-rock anglosajón, con Robbie Williams y The Black Keys sonando a todo trapo, llegan los ritmos latinos de Bomba Estéreo y un clásico, La Bamba de Los Lobos. Después de cada número con actores y acróbatas, el público parece subir un escalón en la euforia colectiva y entonces llegan, una detrás de otra, Ni tú ni nadie, Bailaré sobre tu tumba y La revolución sexual. La fiesta ya es imparable.
Para cuando sale el dragón chino de más de diez metros, como los que se usan para celebrar allí el Año Nuevo, la cosa se ha desmadrado a ritmo de Chimo Bayo. El Uptown Funk de Bruno Mars es infalible y mantiene a grupos y parejas dándolo todo en el centro de la pista de baile. Pero todavía queda la gran traca final: una piscina colgada en el techo desciende y varios de los performers se suben a ella, bañados por los aspersores en el techo. Si el Apocalipsis se parece a esto, ¡bienvenido sea!
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