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Con un presentador de lujo, el escritor y ganador del Premio Planeta Santiago Posteguillo, la serie no pretende recontar la historia, sino contarla desde otra perspectiva. “El asesinato de Julio César se ha narrado múltiples veces, a veces con gran maestría, pero cuando le están matando no sabemos qué pasa con su esposa y su gran amante egipcia, Cleopatra”, explicó Posteguillo durante la presentación de la serie en el Museo de las Villas Romanas (Valladolid). Para ellas este hecho supuso un antes y un después, y contar su visión completa la historia. En un intento de que la audiencia se lo pase bien, pero al mismo tiempo aprenda, El Corazón del Imperio nos acerca a la vida de varias mujeres increíbles interpretadas por un elenco entre el que se encuentra Aitana Sánchez-Gijón, Sandra Escacena o Erika Sanz, entre otras. Pero, además, se ha contado con historiadoras y filólogas, que terminan de aportar esa visión femenina al proyecto.
“Lo más apasionante es que para hacer todo esto nos hemos tenido que ir a sitios increíbles, como la domus que hay aquí (Museo de las Villas Romanas), maravillosa para hacer los interiores; aunque también hemos estado en Bulgaria, en los estudios Nu Boyana (Sofía) para todos los exteriores”, cuenta Israel del Santo, director de la serie.
Para adentrarnos en la casas de estas mujeres recorremos el museo. “Aquí hay un yacimiento arqueológico romano, en el que se encuentra una casa de los siglos III, IV y V que se descubrió a finales del siglo XIX, pero que no se rehabilitó para abrirla al público hasta finales del XX. La domus que hay aquí es una casa romana típica del Bajo Imperio, una época brillante para la provincia de Hispania”, subraya Laura Martín, directora del museo en la visita guiada.
Con la casa romana, abierta al público, el equipo encontró la base para el rodaje. “Nuestro primer gran reto fue hacer convivir un museo con nuestra serie”, empieza Beatriz López, directora de arte de El corazón del Imperio, para continuar explicando cómo fueron alterando una y otra vez la vivienda para las necesidades del proyecto. “Modificamos todo, pinturas, suelos, cortinas...”, cada sala se convirtió en muchas habitaciones diferentes.
En el atrio se celebraron seis bodas, varios funerales, fue escenario de alguna muerte y sirvió para una lluvia de más de 300.000 pétalos. “Aquí hemos hecho muchísimos sets diferentes, hemos jugado con colores, con telas, pero también con el control de la luz para lo que tuvimos que cubrirlo con un toldo gigante”, recuerda Beatriz.
En la serie había que reflejar esa parte de la casa romana pública pero también la privada. “La domus tenía las habitaciones donde la familia dormía y algunos salones, como por ejemplo bibliotecas, para uso privado; y en la parte pública, vamos a encontrar muchísimas salas con diferentes funcionalidades pero, principalmente, salones para recibir a mercaderes, atender los negocios, para dar banquetes o las termas”, enumera la directora del museo. Esa parte de los banquetes, se representó en un salón que ahora se exhibe con las paredes pintadas como debieron estarlo en la época y que realizó la productora, según cuenta su directora de arte, y donde aún pueden verse los lechos sobre los que se tumbaba la clase alta para comer (triclinium).
Aunque la casa tiene bastantes estancias y metros cuadrados no llega a los 2.500 que tenía cuando la construyeron hace siglos. Sin embargo, es suficiente para ir saltando de un lugar a otro descubriéndola. “A esta sala -continúa Beatriz-, yo la tengo especial cariño porque una de mis escenas favoritas ocurren aquí: Cleopatra paseándose entre muchas de sus pelucas”. Ahora es una especie de biblioteca, que la productora preparó para un encuentro entre Cicerón y Cleopatra y se ha quedado así para el museo. En las dependencias más humildes, donde estaba la servidumbre junto a la cocina, aún queda del rodaje la silla que se preparó para el parto de la gobernante egipcia.
Una de las zonas públicas más importantes de estas mansiones romanas eran sus termas. “Cuando venían invitados a la casa se les ofrecía bañarse, pasaban a los vestuarios, luego por las distintas secciones como la sala de calentamiento, la de masaje, la de hacer ejercicio o la piscina y las saunas”, asegura la directora del museo para explicar cómo podían pasar la mitad del día disfrutando de los baños.
En las termas, precisamente, se rodó la escena en la que Cleopatra llora la muerte de Julio César. “Fue una secuencia espectacular con esto lleno de velas mientras Cleopatra reza a sus estatuillas (dioses) tras la muerte de César”, explica Beatriz. Pero en estas habitaciones, lo mejor es el espejo que cierra el recorrido: “Hicimos un PVC laminado para el espejo y el efecto, que deforma la imagen, quedó muy bien. En grabación genera una tensión dramática interesante”, subraya la directora de arte, mientras la actriz Sandra Escacena, que se encuentra entre los presentes, recuerda como su personaje se probó el traje de novia delante de este mismo espejo.
Este jueves, 25 de noviembre, un día especial para las mujeres, ve la luz la serie en la que empezaron a trabajar Israel del Santo y Santiago Posteguillo durante la cuarentena. Según Marijo Larrañaga, jefa de no ficción de Movistar+, la plataforma está creando “no ficciones que nos interpelan, que hablen de nosotros, de quiénes somos, de dónde estamos y hacia dónde vamos. El Corazón del Imperio ayuda a conocernos a nosotros mismos porque tenemos mucho que ver con eso que pasó hace 2.000 años”. Para Marijo es “muy emocionante ver, por fin, cómo late El Corazón del Imperio: late fuerte y late bien”. Será cuestión de tiempo ver cómo funciona ese latido con la audiencia.