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Benidorm lucha por reinventarse, por dejar atrás un pasado de masificación turística y música ligera. Para bien o para mal, todo esto forma parte del alma de Benidorm, pero hay un alma oculta, nueva, algo atrevida, que late en la ciudad alicantina y que día a día, año a año, va tomando cuerpo y le va dando un toque de modernidad, de calidad de servicio alejado de ese turismo que ha sido su santo y seña.
Hay un Benidorm alternativo que pide paso, que ya está aquí y que invita a comer, beber, bailar y tomar el sol, todo maridado en un cóctel de calidad y, como siempre en este rincón del Levante, a precios muy asequibles. Y como mascarón de proa de este salto hacía adelante, de la 'capital' de la Marina Baja emerge el Low Festival, atrevido invento que nació en 2008 como una especie de acto de rebeldía contra los grandes festivales musicales (Benicassim, Primavera Sound, BBK Live...) y sus desorbitados precios.
Benidorm, conocido musicalmente por el Festival Internacional de la Canción, heredero cañí del de San Remo, se lanzaba a desafiarse a si mismo montando un evento de música 'indie' cuyo nombre lo dice todo.
Hay aerolíneas low cost que traen hordas de turistas a sus playas pero también hay un festival con ese mismo nombre que es capaz de atraer a más de 75.000 jóvenes(y no tan jóvenes) en el último fin de semana de julio.
Con un cartel cada vez más envidiable y un abono completo de tres días que oscila entre los 50 y los 70 euros (depende del momento en que se compre), el Low Festival ha conseguido convertirse en una cita musical de referencia para la escena 'indie', pero también para muchos jóvenes que no pueden permitirse gastar un dineral (abonos a 180-200 euros, hoteles y apartamentos por las nubes) en los grandes festivales de ciudades como Barcelona o Bilbao.
Benidorm les ofrece sol, playas, buena música en vivo, comida y bebida de calidad a todos los precios y decenas de miles de apartamentos y plazas hoteleras.
Este fin de semana, una avalancha de lowers tomará la ciudad y no sólo para escuchar buena música. La tarde-noche y la madrugada están reservadas para el festival, que se celebra en la Ciudad Deportiva Guillermo Amor durante los días 29, 30 y 31 de julio. El resto del día para dormir un poco, tostarse a orillas del Mediterráneo y disfrutar de la gastronomía alicantina (no todo es fast food en Benidorm, más bien lo contrario).
El éxito es tal que el festival ha colgado el cartel de 'todo vendido' para los abonos (ya sólo se pueden comprar entradas individuales). No es de extrañar: la mezcla de grupos internacionales y propuestas nacionales es equilibrada, atractiva y se mueve por los predios del 'indie', el pop, la electrónica, el punk y el 'garage'.
Suede, Hot Chip, Belle and Sebastian, Exsonvaldes, Peaches, Marky Ramone, Oblivians y Dwarves sustentan la 'pata' internacional del festival; Los Planetas, Second, Love of Lesbian, Vetusta Morla, León Benavente; Niños Mutantes y Novedades Carminha, entre otros muchos, arman la escena nacional. En total, más de 70 bandas repartidas en los tres días que dura el intensivo musical.
Y como cuerpo y mente no sólo se amamantan de la música, sirva este reportaje de guía alternativa para disfrutar del Benidorm más escondido, menos ocupado, con sus calas, con sus maravillosos restaurantes y tabernas, heladerías, coctelerías...
Hay que huir, en la medida de lo posible, de la playa de Levante, la más céntrica, siempre atestada de gente (imagen tan manida por los telediarios españoles) y andar unos cientos de metros para 'cruzar' a la de Poniente, igual de grande y bonita, pero menos masificada. En el camino se podrá pasear por el casco antiguode Benidorm, que lo tiene aunque no lo parezca, escondido bajo su imponente (y para muchos horroroso) skyline, y hacer parada estratégica en el balcón del Mediterráneo.
Un poco más allá está la agradable y más apartada Cala Finestrat, ya camino de Villajoyosa, la ciudad vecina de Benidorm que bien merece una visita porque su playa central (casi siempre medio vacía) y su oferta gastronómica son de lo mejor de la zona.
Justo al otro lado, al norte de Levante, pasado el barrio del Rincón de Loix y la punta del Pinet, se esconden dos calitas casi de ensueño que parecen no estar en Benidorm: Cala Alambraba y más allá, Cala Tío Ximo.
Después del bañito mañanero y para reponer fuerzas de cara a la noche festivalera, los lowers pueden caminar hacia el final de Poniente y en la llamada Cala se encontrarán el Portus Massai, un restaurante frente al mar que ofrece un práctico menú de ensaladas, tostas y pizzas de calidad a buenos precios.
Para los más madrugadores que sean capaces de estar en pie a la hora del desayuno, hay que tomar uno en Scusi, la cafetería pastelería de referencia en esa zona.
Ya a mediodía se puede volver al casco viejo para devorar las decenas de tabernas y restaurantes repartidos por la calle Ruzafa y las placitas del entorno. Una hamburguesa con encanto, a años luz del McDonald's, puede ser una opciónlowera en el UPtown (calle Mayor). Ya puestos en la zona, se puede visitar la cervecería Cadillac o acudir al paraíso de la croqueta, el Rincón de Ruzafa. Todos ellos a precios populares, aunque si queremos elevar un poco el nivel sin que lo sufra mucho nuestro bolsillo hay que ir al Amigos Bistro by Nash & Dino, un restaurante espectacular con toques innovadores en plena Playa de Poniente.
Para los que no les importe moverse un poco, visitar Villajoyosa es una opción alternativa de calidad al Benidorm más demandado de turistas. Relajarse en la gran playa de la ciudad (no perderse la estampa del casco antiguo con sus fachadas de colores), siempre limpia y espaciosa. Impagables los menús con entrantes y arroces del Nàutic (restaurante frente al Club Náutico) y de la Voreta (Camping Playa El Paraíso), ideal para lowers (oscilan entre los 18 y los 22 euros). Y si hay ganas de arroz al Señoret o un Rossejat (una especie de fideuá), el sitio indicado en Villajoyosa es El Pòsit.
Si sólo se busca un picoteo rápido, obligatorio El Pont. No se ve el mar, pero sus bravas y sus boquerones son de bandera. Para calentar motores de vuelta al festival, un rico gin tonic o cóctel en El Fígaro, en plena paseo marítimo.
Y por fin toca volver al festival. El recinto es abarcable, los escenarios están a mano para poder ir saltando de uno a otro en función del grupo que se desea ver. Entremedias, no faltan los DJ’s que dan continuidad a los cambios de bandasdesde el centro del recinto (escenario Jägermusic). Para los más sibaritas, hay dos salas VIP, una de ellas con piscina (estos abonos también están agotados).
Un pack de lujo para no parar en todo el fin de semana. ¡Ojo! Para los que estén de vacaciones o no tengan prisas por volver, puede que se encuentren con fiesta de despedida en la mismísima playa el lunes.
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