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A primera vista puede parecer que retrocedemos a los usos y costumbres de nuestros antepasados, pero no hay que tomárselo tan a la tremenda. Muchas veces es conveniente dar un paso atrás para poder seguir adelante y esta es una de esas ocasiones porque hay que aprender a dar un buen uso a los materiales.
Lo que se lleva ahora es ser un viajero que presuma no solo de los últimos enclaves donde ha pasado el fin de semana sino también del nivel de sostenibilidad que tiene su maleta.
Empecemos por los detalles, esos que parece que no tienen importancia pero no son nimiedades como, por ejemplo, cómo guardar la ropa interior y los calcetines. En vez de llevarla aprovechando los recovecos de la maleta, lo mejor es aglutinarla en una bolsa de tela. Existen en el mercado muchísimos modelos: con bordados tradicionales, con dibujos, en fibras ecológicas como el lino o algodón… Incluso, si somos mañosos, podemos optar por hacerlas nosotros mismos aprovechando retales de telas divertidas.
Lo suyo es llevar dos, una con la ropa limpia y otra vacía, y un poco más grande, donde ir acumulando la ropa sucia para impedir que se impregne el vestuario de malos olores. Una vez de vuelta a casa, las bolsas de tela irán a la lavadora, con el resto de la ropa sucia, pudiéndolas utilizar muchas veces. Un consejo: lo mejor para guardarlas es meterlas dentro de la bolsa de viaje o la maleta para así tenerlas siempre controladas.
Se recomienda seguir la misma política en otro de los elementos indispensables: el neceser. Aunque hay diferencias importantes entre el masculino y el femenino, que trataremos en profundidad en líneas posteriores, ambos comparten una condición básica: el contenedor debe estar elaborado con materiales sostenibles ¿Y qué mejor que la tela? En la boutique de Guía Repsol hay varios modelos funcionales, resistentes, con gran capacidad y con un diseño atractivo. Unas cualidades que lo convertirán en el mejor aliado de nuestras aventuras.
En cuanto a los envases de un solo uso, lo ideal es sustituirlos por alguno de los múltiples recipientes de plástico reutilizables que existen en el mercado y que pueden aguantar nuestro trote durante mucho tiempo. Champú, crema hidratante, gel de baño, contorno de ojos, la fragancia favorita… Todo lo que usamos en el día a día se puede llevar y además, en la dosis justa para los dos, tres o siete días que vayamos a estar fuera de casa porque los hay de todos los tamaños que nos podamos imaginar.
En la cultura oriental se utiliza un stick de bambú que, a diferencia de los bastoncillos tradicionales, evita que el oído se tapone por el exceso de cerumen. Ecológico, económico y bueno para la salud, ¿qué más se puede pedir?
Emplear los cepillos de fibra de coco o a las toallas de lino son una excelente alternativa como también lo es pasarse a las esponjas de origen vegetal, como las de luffa, que exfolia la piel, elimina las células muertas, activa la circulación de la sangre y es biodegradable. Eso sí, para tenerlas en perfecto estado hay que seguir una serie de pautas higiénicas como lavarlas después de la ducha y secarlas fuera del húmedo entorno del cuarto de baño.
Para una higiene bucal mucho más concienciada se puede apostar por cepillos elaborados en bambú o madera con cerdas vegetales, usando hilo dental de seda natural en envase recargable y cambiar la pasta de diente en tubo por otra sólida y en envase recargable.
Además, existen en Internet muchas recetas para hacer una efectiva pasta de dientes casera a base de aceite esencial de menta, arcilla blanca y bicarbonato de sodio, entre otros ingredientes. Cualquier medida que tomemos, por pequeña que sea, afectará positivamente en el entorno. Hasta los más ortodoxos han cambiado los pañuelos de papel por los de tela de toda la vida.
El determinante del aseo masculino es el afeitado, sin duda, y este proceso tan ceremonioso también se ha aliado con la sosteniblidad. Pues bien, la cuestión es volver al afeitado 'a la vieja usanza'. No vamos a remontarnos a la navaja, que para eso hay que ser un experto Sweeney Todd, sino pasarse al modelo de cuchilla patentada por Gillete en 1904 que tenía unas ventanitas que se abrían y cerraban mediante una pequeña tuerca, y donde se podía cambiar la cuchilla cuando quedaba inservible por lo que se genera un solo material a reciclar. Por supuesto, iría acompañada de su inseparable brocha, que está disponible en materiales tan refinados como las maderas de olivo, fresno o pino, el pelo natural de tejón o las cerdas vegetales.
Los jabones sólidos cremosos y que generan espuma abundante y no ocupan espacio. Como aftershave, nada mejor que la piedra de alumbre compuesta de sales minerales que no solo paran el sangrado de cualquier corte sino que también, al mojarlo en agua, funciona como limpiador porque elimina las impurezas que quedan en la superficie de la dermis. La piedra de alumbre es popularmente conocida como desodorante natural pero ahora también han surgido desodorantes en barra capaces de controlar la sudoración y eliminar las bacterias que causan los malos olores gracias a los elementos orgánicos que llevan como el aceite esencial de palmarosa o la arcilla.
Se puede pensar que los jabones sólidos corporales están indicados única y exclusivamente para pieles con algún tipo de problema alérgico, pero para nada. Actualmente, y gracias a la fiebre por la cosmética artesanal, existe una pasión creciente por el formato de toda la vida elaborado, además, con ingredientes naturales que los convierten en poderosos aliados de la belleza. De avena, de caléndula, de lavanda, de mirra, de rosa mosqueta… La gama es tan amplia, tan efectiva y tan olorosamente apetecible que no es de extrañar que las grandes firmas hayan empezado a lanzar sus propias variedades y los hay, incluso, exfoliantes a base de arena volcánica. Un lujo para la piel.
La pasión por los jabones en barra ha llegado hasta el cuidado capilar y ya son muchas las personas que se han pasado al champú en barra disponible para todo tipo de cabello. Lo hay de nogal, que potencia el brillo de los tonos castaños; de aloe vera, un potente acondicionador natural; de alfalfa, que refuerza y repara daños capilares; o de ortiga, perfecto para eliminar la caspa.
A su favor, además, está que son más económicos porque duran mucho más y, para llevar nuestra pastilla favorita en cada una de nuestras escapadas, ha resurgido un artefacto que se creía extinto: la jabonera. Se pueden encontrar de plástico reutilizable, de acero inoxidable e, incluso, de silicona con diseños y colores muy apetecibles y que, seguro, se irá llenando el mercado con nuevas, ingeniosas y sugerentes propuestas.
Contra las toallitas y los discos desmaquillantes hay otro frente abierto. No son biodegradables y, si se tiran por el inodoro, acaban irremediable en el océano mezclándose con las algas marinas y poniendo en serio peligro la salud de especies acuáticas. Las féminas más concienciadas ya se han pasado a las toallitas de algodón natural reutilizable (si se es mañosa se las puede confeccionar una misma) y a los discos de fibra vegetal que son perfectos para los peelings faciales. Los peines y cepillos de cerdas vegetales o púas de madera eliminan la suciedad y la grasa del pelo, activan la circulación del cuero cabelludo y combaten el encrespamiento.
Podrás encontrar todos estos productos en 'Sinplástico', 'Mádara' y 'Muji'.
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