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La fotografía de una oreja cuyo tamaño llena la sala vacía y diluye el paisaje que la acompaña en la imagen. El antológico retrato de Francis Bacon, cuya dimensión se hace tan inquietante como las pinturas del artista británico. Antes, en la entrada, las dos sirvientas, que componen una de las fotografías más conocidas del autor, reciben a los visitantes. Entre medias una colección de imágenes tan variadas como sorprendentes, cuyo conjunto confirma el enorme peso que ha tenido su autor en la evolución de la fotografía.
Cuesta entender que la exposición recién inaugurada en las salas de la Fundación Mapfre sea la primera retrospectiva que se realiza en España de un autor básico en la fotografía moderna. Incluida en el festival PHotoESPAÑA, la entidad madrileña muestra una vez más su encomiable papel difusor de la fotografía en nuestro país. Lo hace en esta ocasión con una cuidada puesta en escena, que prolonga el discurso fotográfico de un creador imprescindible del octavo arte. Grandes espacios vacíos, en los que se apoyan enormes instantáneas como las citadas, ayudan a viajar por el mensaje innovador del maestro.
A bordo de la cámara de Brandt, se viaja sobre los problemas que presenta la fotografía documental, una y otra vez se contempla la facilidad con la que hace diana en los retratos y se siente el vértigo de hacer piruetas por encima de paisajes naturales y del cuerpo humano, como si fuera un concurso de acrobacias aéreas. Hay veces que el objetivo de Brandt se decide por el cuerpo a cuerpo y regala imágenes que exploran el espacio que se extiende entre la intimidad y la anatomía. Catálogo de perspectivas inciertas, paisajes de carne y piel deformadas, se antojan la visión del insecto que busca un lugar de nuestro cuerpo para convertirlo en pista de aterrizaje.
Puede verse en esta muestra una selección de su reconocida colección de fotos de ojos, retratos de personajes claves contemporáneos de Brandt que revolucionaron esta modalidad fotográfica cuando se realizaron. Se nota en muchas de estas imágenes la influencia de Man Ray, en cuyo estudio aprendió Brandt en sus inicios. También destilan influencias tan apreciables como las de su amigo Brassaï y las de Eugène Atget, de quien se declaró admirador este fotógrafo de ascendencia rusa, nacido en Alemania y que desarrolló su carrera en Gran Bretaña. Fue allí donde con la aparición del nacismo, se empeñó en borrar sus orígenes germanos, desde el cambio de su nombre verdadero: Hermann Wilhem Brand.
Fotógrafo total, la muestra está organizada en seis partes que abarcan desde las tempranas fotografías de finales de los años 20, hasta las últimas tiradas en la década de los 70, en un maratoniano recorrido de 186 fotos y varios objetos, entre los que se incluyen algunas de sus cámaras y un documental de la BBC realizado en 1983, en el que el fotógrafo habla sobre su proceso creativo.
Intenso recorrido, permite visualizar la amplitud de los campos del trabajo desarrollado por Brandt. La hoy tan de moda fotografía callejera, el retrato, los paisajes, el reporterismo, el desnudo, la fotografía social, la amplitud de la obra de este autor, va más allá de semejante variedad de temas y alcanza todos los procesos del acto fotográfico. Desde las estudiadas puestas en escena con absoluta teatralidad, entre las cuales, la del citado de retrato de Francis Bacon, pieza maestra, a las inquietantes perspectivas del cuerpo humano. Del hecho primero del disparo al trabajo final en el laboratorio, Brandt ejerció un control absoluto de todo el proceso fotográfico.
Abuso de lentes que deforman al sujeto fotografiado, imágenes invertidas y subexpuestas, retoques, recortes de encuadres, picados, uso de técnicas ajenas a la fotografía, como añadidos de tintas y aguadas, contrastes llevados al paroxismo, todo para conseguir el fin perseguido por el autor: mostrar su visión del mundo, sin importarle guardar fidelidad a la realidad.
Exposición impagable, permite visionar la intimidante obra de Bill Brandt, un imprescindible cuyo discurso aguanta sin el menor problema los preceptos fotográficos actuales, a pesar de que pronto van a cumplirse cuarenta años de su desaparición.
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